08/05/2024

Joachim Kroll, el cazador del Ruhr

Hoy, en nuestro apartado de asesinos en serie, vamos a hablar de Joachim Kroll, más conocido como el cazador del Ruhr, aunque si he de decir la verdad, nunca había oído hablar de él. Durante el desarrollo de la entrada veréis la brutalidad que fue capaz de infligir a sus víctimas y como no reconocio el daño que hicieron sus actos.

Perfil de Joachim Kroll

Laar es un suburbio de Duisburg, una ciudad en el industrializado valle del Ruhr en el noroeste de Alemania. Los niños que jugaban cerca del número 11 de la Friesenstrasse (24 según John DunningJohn Dunning (1918 - marzo de 1990) fue periodista que escribía y documentaba sobre asesinatos reales en sus libros., que también murió de forma extraña) hablaban de un hombre calvo conocido como «tío Joachim», porque los malcriaba. Vivía solo, pero tenía una buena colección de muñecas y siempre compraba lo último en aparatos electrónicos. Tenía las muñecas exclusivamente para las niñas porque a ellas les gustaban las muñecas, y a él le gustaban las niñas. Era un hombre extraño, con una cara redonda, grandes orejas y gafas, pero, aunque parezca extraño, parecía que a los niños les caía bien. Tenía un gran sentido del humor y sabía cómo entretenernos y les hacía reír.

Lo que nunca llegaron a ver son las siniestras muñecas hinchables que guardaba con fines sexuales; muñecas a las que asfixiaba para obtener placer sexual. Tenía problemas para acercarse a las mujeres de su edad, y sabía que su aspecto causaba mala impresión. Sólo tuvo una relación, que fracasó rápida y estrepitosamente, lo que acentuo la parte oscura de su trastornada personalidad. Así que, incluso a una edad temprana, empezó a fantasear con la violación. Y hay que tener en cuenta que el perfil psicológico de este individuo no es suposición, a este asesino se le puedo estudiar a fondo porque fue capturado con vida y se sometió a todo tipo de pruebas.

Mapa indicativo de algunos de los lugares donde vivió y donde asesino a algunas de sus víctimas
Mapa indicativo de algunos de los lugares donde vivió y donde asesino a algunas de sus víctimas

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Parecía no tener interés en los informes que a lo largo de las dos últimas décadas había sobre mujeres y niñas que habían sido asesinadas en la región, posiblemente por un individuo desconocido al que llamaban «Cazador del Ruhr». Él mismo conocía a más de una docena de ellas. Normalmente se alejaba de su vecindario para realizar sus brutales actos, pero cuando uno de estos casos se convirtió en una noticia de interés mediático, como suele ocurrir siempre con los asesinos que lo hacen por impulso compulsivo, acabo cometiendo un error que puso fin a su dilatada ola de violencia.

El sábado 3 de julio de 1976, Marion Ketter, de 4 años de edad, desapareció mientras jugaba en un patio de recreo en Duisburgo (algunas fuentes se refieren a ella como Monika). Era una niña rubia, dulce, que a menudo jugaba con otros niños, ya que sus padres nunca se preocuparon cuando iba a jugar con ellos. Pero ese día, no regreso a casa. Su madre la buscó por todas partes de forma histérica, y no logró encontrar a nadie que la hubiera visto. Acompañada de su marido acudieron a la policía. Al día siguiente, un grupo de oficiales investigaba en el vecindario entrevistando a los vecinos intentando averiguar lo que podrían haber visto. No se obtuvo ninguna información, así que empezaron a ir de puerta en puerta para sondear toda la zona. En ese instante apareció alguien en Friesenstrasse Nº 11 buscando a un oficial de policía.

Las historias de esta serie de asesinatos a menudo esta llena de contradicciones por detalles específicos, por lo que la siguiente narración les hará ver que los puntos significativos son poco claros.

EXTRAÑOS GUSTOS CULINARIOS
Moira Gamarra cuenta la historia más detallada de lo sucedido, similar a lo que sucedería en Inglaterra con el asesino en serie, Dennis NilsenDennis Andrew NilsenDennis Andrew NilsenWikipedia , seis años después en 1983. Los residentes del edificio de Friesenstrasse compartían aseo, y uno de ellos, Oscar Muller, iba a usarlo. En el pasillo, se encontró con su vecino Joachim Kroll, quien le advirtió que el baño estaba atascado, indicándole que no debería usarlo. ¿Qué pasa? ─le preguntó Muller que no estaba seguro de haber oído bien cuando Kroll añadió que estaba lleno de carne.

Muller pensó que era una broma, así que fue al baño. Alli, para horror suyo, vio que el agua del inodoro era roja, parecía sangre y tenía un olor extraño. Tapándose la nariz, se acerco para observar mejor, y creyó poder ver algunas cosas flotando;  su vecino hizo un comentario un tanto extraño sin poder imaginar que esa maraña parecida a carne eran los restos de una carnicería que había realizado Kroll. El color rojo de la sangre parecía fresca, muy reciente.

Corrió escaleras abajo y salió a la calle con la intención de ir a la policía. Muller encontró a uno de los oficiales que estaba buscando a Marion. Muller, tartamudeando, intentando explicar como podía lo que había visto en el aseo, así que varios oficiales lo acompañaron al lugar para comprobar con sus propios ojos, lo que comentaba el individuo. Sabiendo que había una niña desaparecida y que varios niños habían sido asesinados por esa zona, se temían que aquello fuera un indicio de algo que era mejor no imaginar.

Los restos podían confundirse con algo vivo que hubiera sido despedazado y arrojado al retrete, pero el agua sucia dificultaba la observación, así que sellaron el váter, cortaron el agua y llamaron a un fontanero y a un forense por si acaso. Cuando llegaron ambos, unos cuantos oficiales acudieron con un cubo para extraer lo que fuese aquello. Levantaron la tapa del inodoro, y extrajeron el contenido, vertiéndolo en el cubo. Pudieron ver, claramente, lo que habían rescatado. Junto con el agua estaba lo que parecía ser los órganos internos de un ser vivo: pulmones, riñones, intestinos y corazón. También había trozos de carne que parecían haber sido cortados de las partes más blandas de la víctima.

Muller le dijo a la policía lo que el desagradable hombre, conocido como Tío Joaquim le había dicho sobre carne dentro del retrete. Así que, tras el descubrimiento, los policías fueron inmediatamente al apartamento de Kroll y aporrearon a la puerta. Le preguntaron por lo del contenido del inodoro y, sin inmutarse, comento que había matado y despellejado un conejo para su guiso y que había tirado los desechos en el tazón del retrete. Tenía la intención de deshacerse de ellos tirando de la cadena, pero el retrete se atasco. Estando en la puerta de la casa, pudieron oler el guiso que se estaba cocinando en el fuego, pero también tenían la certeza de que lo que habían encontrado en el aseo no pertenecía a un conejo. Con la niña desaparecida en sus mentes, insistieron en entrar para comprobar.

La cocina de la casa de Joachim Kroll donde preparaba sus delciosos y extraños guisos
La cocina de la casa de Joachim Kroll donde preparaba sus delciosos y extraños guisos

Kroll les permitió registrar su apartamento de tan solo tres habitaciones. Cuando fueron a la cocina, les enseñó el guiso, admitiendo en ese mismo instante, que contenía partes de la pequeña desaparecida. Los investigadores estaban horrorizados por la confesión y, sobre todo, por su indiferencia. Cuando un detective usó una cuchara para remover el contenido de la olla, vió lo que resultó ser una pequeña mano que se estaba guisando con zanahorias y patatas. Tras el hallazgo del repulsivo guiso, la policía continuó investigando. En el frigorífico encontraron más trozos de carne que Kroll, aparentemente, guardaba para su consumo más adelante. El congelador escondía en su interior más paquetes de carne, todos muy bien envueltos, para su perfecta conservación. El tío Joachim, el querido vecino a quien los padres confiaban sus hijos, tenía mucho que explicar por su extraños gustos culinarios. Como lo habían descubierto con la manos en la masa, no opuso resistencia y acompaño a los policías para ser interrogado.

DESPERTANDO AL MONSTRUO
Joachim Georg Kroll nació el 17 de abril de 1933 en una familia de mineros de Hindenburg, en la zona de la Alta Silesia de Alemania (actualmente parte de Polonia). Según algunos datos, era el último de ocho hijos. Sufría de enuresisLa enuresis es la persistencia de micciones incontroladas más allá de la edad en la que se alcanza el control vesical (de cuatro a seis años como edad extrema). Wikipedia y tenía una constitución débil. Nunca tuvo una buena resistencia y tenía un coeficiente intelectualCI - IQEl cociente intelectual o coeficiente intelectual (CI en forma abreviada; del alemán Intelligenzquotient o IQ) es un estimador de la inteligencia general, resultado de alguno de los test estandarizados diseñados para este fin Wikipedia de 76 (la media está entre 90-109), considerado muy por debajo de la media y casi en el punto de corte para ser etiquetado como discapacitadoLa discapacidad intelectual (antes denominada retraso mental) es una alteración en el desarrollo del ser humano caracterizada por limitaciones significativas tanto en el funcionamiento intelectual como en las conductas adaptativas y que se evidencia antes de los 18 años de edad. Afecta alrededor del 2 % de la población general. Wikipedia intelectual.

Su padre fue apresado en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial, y nunca regresó a casa. Después de la guerra, la familia se trasladó a Alemania Occidental (Renania del Norte) en 1947, donde vivían en una casa de dos dormitorios para ocho. El joven Joachim tuvo que lidiar con seis hermanas (algunas fuentes dicen que cuatro) porque sus hermanos ya habían abandonado el hogar. Fue a la escuela durante unos cinco años (algunos indican que fueron tres nada más), y recibió el resto de su educación en la granja. De hecho, más tarde atribuyó su terrible comportamiento a las cosas que había presenciado allí.

Estas fotos son de Joachim Kroll recreando como ejecutaba los crímenes.

A principios de 1955, cuando tenía 22 años, Kroll vivía todavía en casa de su madre cuando esta falleció. Puede o no, no tenemos la certeza, que la muerte hubiera sido traumática para él, pero probablemente esté más relacionado con que sólo tres semanas después, Kroll cometería su primera violación con resultado final de asesinato. Tal vez estaba sacando toda su ira y tristeza, pero también podría ser posible que se sintiera lo suficientemente liberado como para llevar a cabo sus sexuales y violentas fantasías.

En 1957, se mudó a Duisburgo, donde atacó a varias mujeres. Encontró un trabajo como encargado de lavabos para las industrias Mannesmann y Thyssen, estableciéndose en el distrito de Laar. Solía viajar a los pueblos periféricos para cazar a las víctimas, normalmente mientras estas caminaban solas por zonas boscosas. Utilizaba diferentes métodos para someter a sus víctimas, pero su preferencia era el estrangulamiento.

EL CAZADOR DEL RUHR
Después de su arresto, la policía creyó que finalmente había capturado al brutal Cazador del Ruhr, un hombre de 43 años sospechoso de algunos de los asesinatos más espantosos cometidos por la región. Admitió lo que le había hecho a Marion Ketter, pero no dijo nada más, así que lo metieron en una celda a la espera de nuevas confesiones. Eso si, siguió manteniendo su buen sentido del humor. Después de unos días, se sintió más cómodo y decidió revelar que era responsable de varios delitos similares, aunque el crédito de algunos asesinatos se dio a otros hombres, incluso a convictos. Kroll mostró a la policía dónde habían tenido lugar algunos crímenes, sorprendiéndoles aparentemente, ya que no tenían ninguna conexión como si hubiera sido el trabajo de un solo delincuente. Su confesión fue larga, complicada y a menudo bastante impresionante.

Kroll empezó a violar y matar mujeres y niñas cuando tenía 22 años. Creía que había matado o intentado matar a unas catorce personas, pero no lo recordaba bien. El primer asesinato fue el 8 de febrero de 1955. La mujer, identificada como Irmgard Strehl, tenía 19 años, y su cuerpo fue hallado unos cinco días después de ser asesinada. Kroll la recordaba como una rubia que llevaba un abrigo verde y una mochila. La muchacha huía, recordó, y la encontró caminando por una vereda. La invitó a acompañarlo en el paseo por el bosque, según parece prometiéndole alguna cosa, y luego la abordó, tratando de besarla. Cuando ella luchó por librarse de él, la arrastró a un granero y la apuñaló en el cuello, y luego la violó. Este incidente ocurrió cerca de la ciudad de Walstedde (algunas fuentes dicen Lüdinghausen). Para asegurarse de que estaba muerta, Kroll la estranguló y dejó su cuerpo allí (algunas fuentes dicen que la dejaron bajo los arbustos, a varios cientos de metros de una carretera). También usó su navaja plegable, con una larga hoja, para destriparla. La autopsia indicó que la violó con frenesí y la destripó, ambas una vez fallecida.

Pasó un año antes de que la matara de nuevo en Kirchhellen, y esta vez la víctima era más joven. Erika Schuletter de doce años. Kroll se acercó a ella, y luego la violó y la mató. Más adelante, en 1959, después de mudarse a Duisburgo, Kroll mató a dos mujeres con unas cinco semanas de diferencia en distintas ciudades. Una fuente indica que, en marzo de ese año, antes de los asesinatos, golpeó a una vagabunda de 23 años llamada Erika después de seguirla desde una taberna de Duisburgo a Rheinbrucke en Rheinhausen. La dejó inconsciente, de forma que creyó que estaba muerta, pero sobrevivió al violento ataque.

El 16 de junio, en el mismo lugar, fue tras otra mujer de casi la misma edad, Klara Frieda Tesmer, que fue encontrada muerta cerca del río Rin, violada y estrangulada. Kroll dijo que cuando ella intentó huir le golpeó la cabeza fuertemente. La mujer siguió luchando mientras él intentaba quitarle la ropa, lo que la hizo tropezar y caerse. La agarró por el cuello para que no se resistiera y la estranguló hasta que dejó de moverse. Luego terminó de desnudarla y la violó, dejándola allí, para que, finalemente, un grupo de chicos, horrorizados, la descubrieran al día siguiente. No sería la última.

BUSCANDO MÁS VÍCTIMAS
La víctima más joven fue Manuela Knodt, de 16 años, a quien Kroll estranguló y violó en un parque de Essen el 26 de julio. Pero con este asesinato, añadió un aliciente extra. Después de quitarle la ropa, la violó, y luego usó su navaja para extraer trozos de carne de los muslos y las nalgas. También se había masturbado sobre ella, dejando un gran rastro de semen en su cara y en la zona púbica, lo que llevó a la policía a creer que había sido una banda de pervertidos la había realizado el acto. Nadie podía imaginarse que Kroll había cortado las partes más jugosas de sus víctimas para cocinarlas y comérselas. En sus confesiones alegó que la escasez y el alto precio de la carne había sido una de sus motivaciones; también dijo que quería tener la experiencia de probar carne humana. Hay que tener en cuenta que confesó este asesinato seis meses después, pero rapidamente se retractó, sin embargo, fue condenado y fue sentenciado a ocho años de prisión, de los que sólo cumplió cinco.

Kroll desarrolló una rutina: se subía a un tren o un autobús hasta una zona que parecía lo suficientemente aislada, y luego salía a caminar hasta que veía a una mujer sola a la que abordar. Mientras mantuvo este patrón de ataque y posterior asesinato, el modus operandi no era patrón fijo, definido. Parecía que sus accione estaban destinadas a confundir a la policía, pero hay pocas pruebas que apoyen la idea. También podría ser el caso de que haya matado más de lo que ha confesado, por lo que su patrón es aún más errático de lo que realmente parecía ser .

Una niña de doce años llamada Barbara Bruder se dirigía al parque para jugar, estaba situado cerca de su casa en Burscheid-Klein-Hamberg a principios de 1962. Kroll la vio y la eligió como víctima viable. Aunque se localizaron sus restos, Kroll admitió haber cometido abusos sexuales y haberla asesinado, tras arrastrarla a un campo donde nadie podía verlos. La había abandonado allí, pero su confesión se hizo catorce años después, lo que era demasiado tarde para volver a la escena en busca de evidencias.

Jachim Kroll junto a un grupo de policías en el lugar de uno de los crímenes para recrear como lo cometío y a la búsqueda de pruebas
Jachim Kroll junto a un grupo de policías en el lugar de uno de los crímenes para recrear como lo cometío y a la búsqueda de pruebas

También ese año, violó y mató a Petra Giese de trece años, así como Monika Tafel de trece años tambien. El día posterior a Pascua, Kroll estranguló a Giese con el pañuelo que ella llevaba, además de extraerle trozos enormes de tejido de sus nalgas, además del antebrazo y la mano izquierda. Otro sospechoso cumplió seis años por este crimen del que no era responsable.

Monika Tafel fue asesinada el 4 de junio, Kroll la había abordado en Walsum mientras iba a la escuela; y después de acabar con ella, realizó cortes llevándose trozos de sus nalgas y muslos. Según indicios, parece ser que pudo haber comido partes del cuerpo en el mismo momento de los hechos. Estas dos muertes habían ocurrido con unos dos meses de diferencia en distintas ciudades, por lo que no se podían relacionar con un solo depredador, a pesar de los aspectos, obviamente similares, de la perversión. De hecho, un sospechoso local, se siucido ahorcándose en el bosque, lo que sirvió de indicio para algunas personas de que podía ser culpable del crimen. Así es como el patrón de Kroll cambió radicalmente.

EXTENDIENDO LA TELARAÑA
Pasaron tres años, y el 22 de agosto de 1965, Kroll se acercó a una pareja en su Volkswagen cerca de un lago en las afueras de Duisburgo. Hermann Schmitz, de 25 años, estaba con su novia Rita (otras fuentes dan el nombre de Marion), cuando Kroll usó un cuchillo para pinchar un neumático y sacar a Schmitz del coche. Luego lo atacó, apuñalando a Schmitz varias veces directamente en el corazón. Mientras los espiaba, Kroll aparentemente decidió deshacerse de Schmitz como forma de atrapar a Rita, ya que no tenía el hábito de matar hombres y su ataque había sido tan brusco, que podría ser indicativo de una acción oportunista. Sin embargo, en lugar de mostrar desaliento, la chica reaccionó inmediatamente, saltando al asiento del conductor para tocar el bocina para pedir ayuda y, también, piso el acelerador. Casi golpea a Kroll y se las arregló para espantarlo. Sobrevivió, mientras Kroll huía hacia el bosque. A pesar de la descripción de la chica, nadie creo conexiones con el asesino de Schmitz.

Kroll puede haber tenido miedo de sentir que su descubrimiento estaba cerca, por lo que se mantuvo inactivo durante otro año (al menos según su confesión), pero su próxima víctima tendría repercusiones trágicas para el. Otros asesinos de niños habían empezado en la zona, lo que suponía que seguir a un solo asesino fuera aún más difícil para la policía.

Mostrando la forma de descuartizar a sus víctimas
Joachim Kroll, a la izquierda, demuestra en el cuartel general de la policía de Duisburg, al dectective jefe, Bernd Jägers, como estrangulaba a sus víctimas

El 15 de septiembre de 1966, también cerca de Duisburg, el cuerpo de Ursula Rohling de 20 años fue encontrado entre los arbustos, había sido estrangulada. Llevaba muerta casi dos días, desnuda de la cintura para abajo de forma provocativa y exhibicionista. Como estaba con su novio la noche en que fue asesinada, las sospechas cayeron sobre él. Afirmó que se habían visto para discutir los planes de la boda esa noche, y luego se fueron por caminos separados, había visto a Ursula caminando hacia el parque donde su cuerpo había sido abandonado. La presión de la policía sobre este joven era tan grande, por la vergüenza de ser tenido por sospechoso y, si sumamos, la pérdida de su prometida de manera tan violenta, que finalmente se arrojó al río Maine. Kroll admitió más tarde que la había asesinado, describió cómo la había conocido en el parque, dijo que habló con ella y luego la arrastró al monte, donde la asfixió y la violó. El acto lo emocionó tanto que cuando regresó a casa, usó su muñeca hinchable para masturbarse.

Gracias a Kroll, el novio de Rohling también murió. Al ser acusado falsamente, su muerte fue un terrible efecto secundario del violento trabajo de Kroll. De hecho, gracias a la forma en que la policía lo había tratado, los residentes de la zona lo habían condenado al ostracismo, pero todo lo que había hecho era llevar a su novia a tomar un helado. Nada de esto significaba nada para Kroll. Sólo le importaba lo que alimentaba su deseo, así que continuó merodeando por la zona, y en tres meses, atacó de nuevo.

PROBANDO COSAS NUEVAS
La niña de cinco años Ilona Harke fue descubierta en las aguas heladas de un pequeño arroyo en Wuppertal. La autopsia mostró que había sido violada. Sobre este asesinato, Kroll dijo que había encontrado a la niña en Essen y decidió usarla para satisfacer su curiosidad sobre cómo sería ahogar a una persona. Le pareció que sería fácil. La llevó en tren a Wuppertal, y luego encontró una zona aislada en ese frío día de invierno. La hizo caminar con él hasta que encontró una zanja con suficiente acumulación de agua para realizar su horrible acto, e introdujo la cabeza de la niña en el agua hasta que dejó de patalear y forcejear. Después de eso, pensó que tendría un sabor agradable, dulce, así que cortó partes de su cuerpo para llevárselas a casa y cocinarlas. Esta vez selecciono partes del hombro, como si quisiera ir haciendo una cata todas las partes del cuerpo.

Unos seis meses después, Kroll intentó matar de nuevo, pero esta vez lo pillaron y casi lo atrapan. Se había mudado temporalmente a Grafenhausen, y en junio de 1967 vio a Gabriele P., de 10 años. Algunas fuentes indican que esto ocurrió en un campo y otras dicen que fue en un banco del parque. Kroll llevaba algo de pornografía, y logró convencer a la chica para que lo acompañara, prometiendo mostrarle un conejo cuando llegaban al sitio. Lo que le mostró fue un libro con fotos eróticas. Asustada, la nena trató de marcharse, pero él la detuvo. Arrastrándola a un sitio donde nadie los pudiera observar, la asfixió. Justo en ese momento, en una mina de carbón cercana, sonó la sirena del cambio de turno, lo que asustó a Kroll, que vio a hombres corriendo. Huyó dejando a la chica allí, creyendo que estaba muerta. Sin embargo, la encontraron y la llevaron a un hospital, donde permaneció en coma más de una semana. Cuando se despertó, contó a sus padres lo que había sucedido, pero éstos se negaron a denunciar el incidente, tal vez por temor a que el asesino volviera a terminar su trabajo e intentara eliminarla (otras fuentes indican que la niña escapó ilesa, lo que parece más probable, ya que sería extraño que los padres se negaran a informar de un acto violento de tal magnitud).

Residencia de Joachim Kroll cuando vivía en Friesenstrasse
Residencia de Joachim Kroll cuando vivía en Friesenstrasse

Entre 1969 y 1970, Kroll violó y mató a dos víctimas más. María Hettgen fue su víctima más antigua, de 61 años. (Este es el único caso en el que hay un desacuerdo significativo. Una fuente indica que tenía diez años, y otra, afirma que fue atacada en el pasillo desde dentro de su casa). Unos describen el escenario de la siguiente manera: estaba paseando en una zona turística al sur de Essen cuando conoció a Kroll, también paseando (su típico modus operandi, y por lo tanto la forma más probable de encuentro). Kroll dijo más tarde que había experimentado una sensación de cosquillas por todo el cuerpo cuando se detuvo a hablar con ella. La mujer no quería seguir hablando, recordó él, así que la decidió golpearla. Cuando se cayó, la arrastró a unos arbustos, donde la estranguló y violó, dejándola allí para que la encontraran un día después, el 13 de julio.

Diez meses después, Kroll siguió a Jutta Rahn de 13 años cuando descendió de un tren en Breitscheid y comenzó a caminar hacia su casa a través de una zona boscosa. Como en varios casos anteriores similares, su novio se convirtió en sospechoso, y como resultado incluso pasó algún tiempo en prisión. Luego, poco antes de 1976, Kroll violó y estranguló a Karin Toepfer, de 10 años de edad, en otra ciudad el mismo año.

Finalmente, con su arresto, el reinado de violencia de 21 años de Kroll llegó a su fin y se ganó, la dudosa reputación, de ser el asesino sexual que actuó durante un período más largo, realizando los crímenes más sádicos en la Alemania Occidental. Fue realmente sorprendente que, en un área de menos de cincuenta kilómetros de largo por veinte de ancho, Kroll pudiera escapar de sus crímenes durante veinte años. No era brillante, y los crímenes tenían muchos aspectos similares y distintos, pero la policía no podía conectarlos. Es cierto que seleccionó sobre todo a personas que no conocía y que sus viajes eran impredecibles, por lo que incluso con un sofisticado análisis de los vínculos, probablemente habría permanecido sin identificar. Aun así, gracias a su confesión y la acumulación de pruebas, su carrera como asesino sexual había terminado. Sin embargo, para la policía, el intento de entender lo que había detrás de su comportamiento perturbador sólo había comenzado.

NECESITA MÁS CARNE HUMANA
El caníbal del Ruhr o devorador de humanos de Duisburgo, como se llamaba a menudo a Kroll en la prensa, era sólo uno de un grupo de los conocidos como asesinos en serie que consumen partes de sus víctimas, un buen número de ellas en Alemania. Entre los caníbales alemanes se encuentran Karl Denke, que masacró y consumió a más de treinta personas; Georg Grossman, que desmembró, consumió y vendió la carne de varias mujeres (número desconocido, tal vez cincuenta); y Fritz Haarman, que vendió la carne de jóvenes (entre 20 y 47 años) a los que violó y asesinó, y les masticó el cuello. En los Estados Unidos, Jeffrey Dahmer consumió las partes de la mayoría de sus diecisiete víctimas, todas jóvenes, y muchas de las cuales había llevado a su apartamento para drogarlas, matarlas y desmembrarlas. Cuando la policía entró en su casa, encontraron varias cabezas y partes de cuerpos en el refrigerador, el congelador y dentro de una gran bañera azul. Para Dahmer, el acto de consumir la carne había sido una experiencia sexual.

De hecho, el canibalismo se cuenta entre la parafernalia que figura en el Manual de Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales, cuarta edición, y aparece en las listas de la mayoría de los expertos en los delitos con desviaciones sexuales. En siglos anteriores, estas personas eran vistas a menudo como hombres lobo, pero en realidad, sufrían de un trastorno erótico. Aunque sus mecanismos causales son todavía poco conocidos, algunos expertos lo están intentando.

En el Departamento de Homicidios Sexuales Denunciados, Vernon Geberth, ex agente de la policía de Nueva York y, actualmente, uno de los principales expertos del mundo en protocolo de investigación de homicidios, habla de la naturaleza de la desviación sexual. Afirma que las conductas sexuales se clasifican según las normas culturales de la sociedad en aceptables o inaceptables, lo que hace que la etiqueta, desviado, sea esencialmente un juicio subjetivo. En algunas culturas, por ejemplo, se considera el acto de frotarse contra un extraño para obtener una gratificación circunstancialmente aceptable, mientras que otras consideran este comportamiento como un abuso sexual. Los seres humanos desarrollan una amplia variedad de necesidades sexuales, y por lo tanto desarrollan una gran variedad de comportamientos sexuales. Independientemente de lo que dicte una cultura sobre lo que es aceptable o no, el deseo sexual suele sustituir a estas sanciones, aunque el comportamiento desviado se practica en secreto más de lo que se percibe.

Durante una investigación criminal que involucra un comportamiento desviado, la policía está alerta a actos tales como mordeduras, patrones de apuñalamiento y asfixia, y abuso sexual de un cadáver para vincular estos crímenes a un solo delincuente. El comportamiento perverso se considera una señal del tipo de psicopatología que puede sufrir el delincuente, y porque llena la necesidad del individuo, que a menudo se vuelve ritualista, repetitiva e inmutable.

Las semillas de la perversión sexual se plantan al principio de la psique de un delincuente sexual, Geberth. Sin embargo, las perversiones sexuales no se manifiestan hasta que el delincuente llega a la pubertad. La semilla se nutre a través de la fantasía, actividades masturbatorias que refuerzan y nutren el imaginario particular, parafraseando, así como la situación de actuar basado en estas perversiones con un compañero. En el momento en que el delincuente comete un delito, su orientación temática puede haber sido ensayada mental y físicamente muchas veces. El evento sexual es la culminación del condicionamiento psicosocial y el desarrollo psicosexual de un criminal.

Durante su confesión, Kroll admitió que, por capricho, probó la carne de una de sus primeras víctimas y descubrió que le gustaba. Después de eso, empezó a perseguir mujeres o niñas que creía que tendrían la carne tierna. Aceptó que tenía algún tipo de enfermedad y pidió que lo curaran para poder volver a casa. Ingenuamente, creía que ahora que lo habían atrapado, sería una simple cuestión de cambiar sus hábitos. No esperaba ninguna consecuencia de sus actos atroces.

SIN REMORDIMIENTOS
Aunque aparentemente Kroll no era muy inteligente, no estaba tan desquiciado como para ser considerado loco en el momento de sus crímenes. No mostró vergüenza o remordimiento por lo que había hecho a sus víctimas, lo que lo coloca en la categoría de psicópata, además de ser sádico sexualmente. Se están realizando varios trabajos sobre los matices de las manifestaciones psicopáticas, ya que hay más de lo que han revelado los modelos psicológicos anteriores.

En The Psicopath: Emotion and the Brain (El Psicópata: La emoción y el cerebro), Mitchell y Blair resuelven los problemas con los sistemas cognitivosLas capacidades cognitivas como la memoria, la atención, el lenguaje, la percepción, la solución de problemas o la inteligencia y la planificación involucran funciones cerebrales sofisticadas y únicas. Además, implican los procesos de control, como por ejemplo los que se utilizan cuando se persigue una meta y se requiere impedir las diferencias del ser humano. Wikipedia que parecen estar involucrados en el tipo de aprendizaje emocional implicado en la agresión repetitiva. Proponen que algo salió mal, en relación, con la capacidad del cerebro para aprender y enviar respuestas emocionales al mundo (lo que apoya la evidencia de que los psicópatas no pueden aprender de las consecuencias). Si el sistema neurocognitivo de un individuo ha sido dañado a una edad temprana, dicen, presentará las dificultades emocionales asociadas con la psicopatía. Debido a que estas discapacidades interfieren con el proceso de socialización adecuado, estas personas corren un alto riesgo de presentar un tipo de agresión que sirve a sus necesidades.

Sin embargo, la psicopatía no es una explicación para el comportamiento de Kroll, es sólo una imagen. Gamarra indica que Kroll justifica su desviación basándose en una experiencia que tuvo durante la pubertad, cuando se excitó sexualmente tras presenciar la matanza de cerdos. Como no fue educado o inteligente para inventar una explicación para complacer a los psiquiatras forenses sobre una experiencia que relacionaba su deseo sexual con la sangre, la carnicería y la muerte, esto podría ser al menos una influencia en su aberrante y desviado comportamiento.

Algo está ciertamente mal cuando las personas se convierten en asesinos compulsivos, especialmente con comportamientos añadidos como beber sangre, desmembramiento, necrofilia y canibalismo. Schlesinger retoma la noción de asesinato compulsivo en Homicidios Sexuales. Hace una distinción entre los asesinos en serie impulsivos, que suelen ser desorganizados y sin un patrón claro para sus asesinatos, y los asesinos compulsivos, que actúan desde una intensa unidad y tienen un plan y un sentido de propósito. Los asesinatos compulsivos, indica, están determinados exclusivamente por fuentes psicógenas internas, con poca influencia del medio ambiente. La voluntad de cometer el acto es poderosa, y el infractor puede sentir malestar y ansiedad interior si intenta resistirse a la acción. Dado que la compulsión es similar a la adicción, los asesinos compulsivos tienden a repetir sus crímenes, además de mantener un método similar. En parte, esto se debe a que la fusión de la sexualidad y la agresión hace más erótica la violencia. Dado que el movimiento de los hombres tiende a ser más fuerte que el de las mujeres, se trata de un patrón de delincuencia casi exclusivo de los hombres.

Además, añade Schlesinger, los delincuentes compulsivos tienen un trastorno del instinto sexual que da lugar a fantasías sexuales aberrantes en las que la gratificación se obtiene a través de diversas formas de agresión Su satisfacción no puede lograrse sólo con el asesinato; ellos son los únicos que pueden estar satisfechos con él. También exige de algunos la promulgación de su fantasía. La matanza compulsiva se convierte generalmente en una cuestión de dominar a las víctimas y sentirse en control.

Sin embargo, la fantasía en sí misma no es una explicación suficiente. Mucha gente tiene fantasías violentas y no las cumplen. Lo que falta en estas personas, explica Schlesinger, es un estado de tensión adecuado. Actuar libera a los asesinos compulsivos de esa presión. Pueden ejercer la moderación si es necesario, pero prefieren la gratificación, de modo que planearán un crimen, así que actuarán cuando se presente la oportunidad. Sin embargo, dada la baja incidencia de los asesinos compulsivos en todo el mundo en comparación con otros tipos de asesinatos, parece que muchas cosas han salido mal en varias áreas (biológicas, psicológicas, ambientales) para generar este tipo de criminal peligroso.

EL JUICIO
Poco se ha escrito sobre lo que sucedió en el juicio de Joachim Kroll. Parece que, debido a la larga duración del mismo pudo haber fallos. Mientras estaba detenido, Kroll dijo que esperaba someterse a un procedimiento quirúrgico para que le curaran sus impulsos sexuales, y por ello, estaba seguro de que saldría de la cárcel sin repercusiones. Sin embargo, olvidó el castigo y la pena, y pronto fue condenado por ocho cargos de asesinato y uno de intento de asesinato. Aunque había confesado trece asesinatos y un intento de asesinato (aunque era sospechoso de más), era difícil trabajar con las pruebas de estos incidentes después de tanto tiempo transcurrido desde que ocurrieron los hechos. Algunos crímenes habían sucedido 20 años antes.
Joachim Kroll durante el juicio
Joachim Kroll durante una de las sesiones del juicio

El juicio, con toda su pompa, duró 151 días, alrededor de cinco meses, desde las declaraciones iniciales del abogado hasta la conclusión del jurado. Todo comenzó el 4 de octubre de 1979 en Saal, Duisburgo, y terminó en abril de 1982. No perdió en ningún momento la esperanza de que le curaran y que liberaran inmediatamente. Lo que no esperaba Kroll es ser condenado por todos los cargos. Como la pena de muerte había sido abolida después de la guerra, sólo puede ser condenado a cadena perpetua como máximo. Sin embargo, recibió nueve sentencias que cumpliría en la prisión de Rheinbach.

EL LEGADO DEL CAZADOR
El 1 de julio de 1991, a la edad de 58 años, el famoso cazador del Ruhr murió de un ataque al corazón. Sin embargo, a pesar de ser un asesino en serie poco conocido, mencionado en sólo unas pocas enciclopedias dedicadas a los asesinos en serie, logró inspirar a algunas personas que lo conocen a mantener vivo el recuerdo de sus supuestos logros.

El músico Chet Scott, por ejemplo, ofrece un proyecto musical inspirado en Kroll. The Ruhr Hunter, con CDs con títulos como East Torn, supuestamente basando sus letras en aspectos del crimen real en la cultura industrializada. La instrumentación del Cazador del Ruhr ha sido descrita como rica y oscura, combinando zánganos lustmordianos con armonías fantasmagóricas y delicadas melodías de piano. Un crítico señaló que la música inflige una sensación extrema de desolación, casi depresiva, si no fuera por el hecho de que la potencia electrónica se destaca a través de la atmósfera resonante para mantenerte actualizado y ansioso. Ruhr Hunter es fan, aparentemente, del black metal.

También hay otro tipo de empresa artística dedicada a Kroll. El autor del sitio, clubmoral (que por cierto, ha desaparecido) ha creado un proyecto de arte del crimen real dedicado enteramente a la serie de asesinatos de Kroll. Su bibliografía de revistas alemanas y fuentes periodísticas es impresionantemente grande, probablemente la más grande del mundo, y su dedicación al proyecto es obsesiva. Este artista belga, que también ha creado exposiciones del asesino en serie como Ed Gein y la familia Manson (representándolos como máquinas de cuchillos armados), dice en el sitio web que espera poner toda la información en un CD para su eventual distribución. Trabajando bajo sus propias imágenes ampliadas de Kroll, pintadas en las paredes de un estudio remoto en Alemania, pasó meses en el Proyecto Jockel. Clubmoral ofrece una biografía de Kroll, una descripción del proyecto, información sobre las escenas del crimen, una exposición de arte y un amplio estudio sobre cómo se adquirió la información sobre Kroll. El artista también se fotografió a sí mismo desnudo en un lugar y trajo recuerdos de donde habían muerto algunas de las mujeres y niños asesinados. Esta página hay que verla desde el punto de vista de que fue realizada en el año 1996 y esta optimizada para Netscape, que tiempos tú.

A pesar del relativo anonimato de Kroll como asesino en serie, sus crímenes tuvieron efectos de gran alcance en los amigos y las familias de sus víctimas.

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