18/04/2024

1973 → El atentado contra Carrero Blanco

Luis Carrero Blanco ;era natural de Santoña (Cantabria) y tenía 69 años cuando fue asesinado. Estaba casado con Carmen Pichot y tenía cinco hijos, tres de ellos marinos también. Se formó en la Escuela Naval de la Armada, en la que entró con sólo 14 años, estudiando primero en Madrid y después en París. El inicio de la Guerra Civil le sorprende en Madrid, de donde consigue huir en 1937 para unirse al bando de los sublevados con Franco.

Franco y Carrero Blanco
Franco y Carrero Blanco

En 1940, tras finalizar la guerra, entró como subsecretario de la Presidencia del Gobierno, ocupando diversos cargos hasta que, en 1967, fue nombrado vicepresidente primero, un año después de ser ascendido a almirante. El 6 de junio de 1973, seis meses antes de su asesinato, fue nombrado presidente del Gobierno, lo que implicó un refuerzo de las medidas de seguridad sobre él. Este fue el motivo por el que ETA descartó el plan inicial que consistía en secuestrarlo y optó por el asesinato, mucho más factibleQue se puede hacer.. No optaron por un atentado discreto, mucho más fácil de ejecutar ya que podrían haber asesinado a Carrero de un simple disparo, pues lo tuvieron a tiro muchas veces en la propia iglesia a la que acudía todos los días, sino por una acción mucho más compleja de ejecutar, pero mucho más espectacular, para conseguir así uno de los objetivos que pretendía el atentado: la propaganda.

Socavón que quedó después de la explosión que mató a Carrero Blanco
Socavón que quedó después de la explosión que mató a Carrero Blanco

Aproximadamente una hora antes del brutal atentado, Carrero Blanco había salido de su domicilio en la calle Hermanos Bécquer para oír misa en la Iglesia de San Francisco de Borja. Era su rutina desde hacía treinta años. En el exterior, tres policías, de los ocho que formaban su escolta personal, le esperaban desde hacía algunos minutos. Sus nombres eran Juan Antonio Bueno Fernández, Rafael Galiano del Río y Miguel Alfonso de la Fuente. Juan Antonio Bueno y el chófer Luis Pérez Mogena, entraron en el coche oficial, un Dodge Dart. Los otros dos policías se subieron a un coche de escolta en compañía de un tercero, Juan Franco. Tras finalizar la misa, hacia las 09:22, salió de la iglesia, junto a su escolta, para ir a desayunar con su mujer. A las diez de la mañana, tenía una cita en su despacho de Castellana 3, con el ministro de Obras Públicas, Gonzalo FernándezGonzalo Fernández de la MoraGonzalo Fernández de la MoraWikipedia, y con el ministro de Trabajo, Licinio de la FuenteLicinio de la Fuente y de la Fuente Licinio de la Fuente y de la Fuente Wikipedia.

Ruta seguida por el vehiculo de Carrero Blanco
Ruta seguida por el vehiculo de Carrero Blanco

El Dodge DartDodge DartDodge DartWikipedia se dirigió por la calle Juan Bravo y giró hacia Claudio Coello. Cuando se encontraba a la altura del número 104 de esta calle se produjo la detonación de una gran carga explosiva. Miembros de la banda ETAEuskadi Ta AskatasunaEuskadi Ta AskatasunaWikipedia habían excavado un túnel desde un semisótano del número 104 de la calle Claudio Coello y habían extendido un cable a través de la ventanilla del bajo. Cuando el vehículo blindado del presidente llegó a una señal roja pintada en la pared (que marcaba el punto exacto en el que estaba colocado el explosivo), uno de los terroristas (Argala, según unos, Kiskur, según otras versiones) accionó el mando y la explosión alcanzó de lleno el objetivo. El coche se elevó treinta y cinco metros y fue a caer al patio interior de la residencia de los jesuitas de la Iglesia de San Francisco de Borja. El coche de escolta, que viajaba a unos metros del Dodge Dart, perdió de vista el vehículo del presidente. Cuando el polvo y el humo provocado por la explosión empezaron a disiparse, contemplaron estupefactos un enorme cráter en la calle, pero ni rastro del coche de Carrero. Incluso uno de los agentes del coche de escolta fue corriendo al domicilio del almirante con la esperanza de que allí estuviese aparcado. Otro de los agentes miró hacia arriba y vio la cornisa rota del colegio de los Jesuitas.

Socavón dejado por la explosión del atentado a Carrero Blanco
Socavón dejado por la explosión del atentado a Carrero Blanco

El 20 de diciembre de 1973, se iba a celebrar el llamado proceso 1001Proceso 1001 o Proceso 1001 de 1972El 24 de junio de 1972, la dirección de Comisiones Obreras, sindicato ilegal y principal opositor a la dictadura en el ámbito obrero, fue detenida en el convento de los Oblatos de Pozuelo de Alarcón –Madrid–, donde se encontraba reunida. Permanecieron encarcelados hasta la celebración del juicio, más de un año después. Este tuvo finalmente lugar los días 20 –jornada que coincidió con el asesinato del presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, lo que originó la suspensión del juicio durante unas horas–, 21 y 22 de diciembre de 1973. Los acusados se enfrentaron a la acusación de ser dirigentes de Comisiones Obreras, perteneciendo, por tanto a una organización ilegal por su presunto vínculo con el Partido Comunista de España, lo que sería un claro caso de asociación ilícita. Wikipedia del que toda España estaba pendiente, en el que se iba juzgar a varios dirigentes del sindicato CC.OO. Pero, a tan sólo 15 minutos de que se iniciara la causa, un terrible estruendo paralizó parte del madrileño barrio de Salamanca y el juicio.

Vista del socavón tras la explosión del atentado Carrero Blanco

En un principio se creyó que la explosión se produjo motivado por un escape de gas. Pero cuando se disipó la polvareda, se descubrió que en el cruce de las calles Claudio Coello y Maldonado había un cráter en el que había desaparecido un vehículo oficial, ya que algunos viandantes aseguraban que en el momento de la explosión pasaba por allí. Según las investigaciones, el vehículo fue encontrado a unos 20 m de altura en la azotea de un edificio anexo a la iglesia de San Francisco de Borja. Se descubrió entonces que el ilustre ocupante de dicho vehículo oficial era el almirante Luis Carrero Blanco, mano derecha del general Franco y hombre fuerte del régimen.

Era un hombre de rutinas y como cada día, después de escuchar misa en el templo contiguo, regresaba a su casa por el mismo camino. Un blanco fácil para los terroristas. El atentado provocó tal explosión que se tiene la certeza de que el almirante murió en el acto así como las dos personas que le acompañaban: su escolta, el inspector de policía José Antonio bueno Fernández, y el conductor del vehículo José Luis Pérez Mogena.

Vehículo de Carrero Blanco antes y después del atentado
Vehículo de Carrero Blanco antes y después del atentado

Tras el atentado se emitió un comunicaqdo que no especificaba las causas del suceso y se insistían la posibilidad de una explosión de gas, hecho que continuó hasta que ETA asumió la autoría del atentado. En concreto se responsabilizó al Comando Txikia cuyos miembros, se decía, habiendo huido a Francia, nación que por entonces les daba cobertura. Sus integrantes eran José Ignacio Abaitúa Gómez, que fue el encargado de construir la galería donde se colocó la carga explosiva; José María Larreategui Cuadra, quien había alquilado en sótano en la calle Claudio Coello desde donde operaron sin ser vistos; y José Miguel Peñarán Ordeñana que realizó el tendido eléctrico mediante el cual se provocó la explosión; José Antonio Urriticoechea Bengoechea y Juan Bautista Izaguirre Santiesteban.

El comunicado se asegura que ETA no pretendía más que acabar con el sector más purista y reaccionario del franquismo, del que Carrero Blanco era una pieza fundamental e insustituible ya que, todo hacía pensar que Carrero Blanco sería el hombre fuerte del franquismo la muerte del dictador, una posibilidad que se contemplaba con precaución en los países democráticos. De ahí que, dada la complejidad de la operación que precedió al asesinato se apuntara que la responsabilidad del mismo, más allá de una operación de ETA.

De ahí que su asesinato tuviera un gran valor simbólico, pues no solo fallecía de manera violenta la persona más leal a Franco, sino también la que encarnaba y garantizaba la continuidad del Régimen. De hecho, el atentado afectó notablemente al dictador que, al conocer la noticia, exclamó: «Me han cortado el último lazo que me unía al mundo». A partir de ese momento se abrió lo que muchos especialistas consideran la crisis definitiva del Régimen franquista. Una crisis que se haría patente durante el entierro del almirante, en el que sectores ultras, en actitud violenta, comenzaron a gritar a favor de la ocupación del poder por el ejército y en contra de los sectores más aperturistas del Régimen, a los que acusaban de traidores. También se escucharon voces contra el entonces arzobispo de Madrid, Vicente Enrique Tarancón, cada vez más alejado de los postulados nacionalcatólicos, a quien los ultras gritaron «Tarancón al paredón».

Durante los días que siguieron al atentado, Torcuato Fernández MirandaTorcuato Fernández-MirandaTorcuato Fernández-MirandaWikipedia, secretario general del Movimiento y vicepresidente del Gobierno, asumiría provisionalmente la Presidencia, antes de que Franco se decantase por Carlos Arias NavarroCarlos Arias NavarroCarlos Arias NavarroWikipedia para suceder al almirante asesinado.

Las sospechas se dirigen hacia una posible intervención de la CIA, si bien el Comando Txikia lo desmintió rotundamente. En 2008, se les clasificaron diversos documentos del Departamento de Estado de los Estados Unidos entre los que se encontraba una nota de la embajada en Madrid. En ella se expresaba una gran preocupación sobre lo que podría suceder en España la muerte del dictador y en concreto se decía que «lo mejor que podría suceder sería que Carrero desapareciera de escena y fuera sustituido por el general Díaz Alegría o Castañón», dos militares aperturistas y demócratas. El asesinato en 1978 de José María Beñarán Ordeñada, el único terrorista que había visto la cara de al misterioso individuo que les había entregado los horarios y las rutas habituales de Carrero Blanco meses antes del atentado, a manos de una organización terrorista de extrema derecha denominada Batallón Vasco-Español, reforzó la teoría de la conspiración internacional.

Fue imposible detener los implicados. Estos, tras pasar un mes escondidos en un piso franco de Alcorcón, huyeron a Francia.

Más tarde con el advenimiento de la democracia, los miembros del Comando Txikia se acogieron a la amnistía de 1977 y fueron indultados.

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