Las vitaminas, imprescindibles para la vida
A lo largo de la historia de la humanidad, se ha ido dando importancia a consumir una dieta equilibrada. Las civilizaciones que nos precedieron descubrieron empíricamenteEMPÍRICOQue está basado en la experiencia y en la observación de los hechos. que no comer ciertos alimentos podía generar ciertas enfermedades y que si se le aportaba esos alimentos al enfermo, este se curaba.
Los egipcios sabían que el hígado era un buen remedio para la ceguera nocturna (o nictalopía) y que las personas que comían hígado de forma habitual, casi nunca padecían tal enfermedad. A mediados del siglo XVIII, el cirujano escocés James Lind descubrió que el escorbutoESCORBUTOEl escorbuto es una avitaminosis producida por la deficiencia de vitamina C, que es requerida para la síntesis de colágeno en los humanos. Wikipedia , una enfermedad común entre los marineros de la Royal Navy, se podía evitar añadiendo a la dieta frutos cítricos (naranja, pomelo, mandarina, limón, lima).

Hoy en día sabemos que la ceguera nocturna surge por la carencia de vitamina A, que abunda en el hígado. Por su parte, el escorbuto es por carencia de vitamina C que abunda en los cítricos. La mayor parte de los alimentos que comemos están formados por «macro nutrientes», que son proteínas, grasas e hidratos de carbono. A su vez necesitamos otra cantidad, por mínimas que sean, de «micro nutrientes» para el funcionamiento correcto de nuestro organismo, nuestras células, prevenir enfermedades y facilitar otros procesos químicos. Algunas de estas sustancias se sintetizan de manera natural en el cuerpo, pero otras no, y deben ingerirse en la dieta. Las vitaminas son de estas últimas.
Las vitaminas fueron descubiertas por el médico Christiaan Eijkman. Nacido en 1858, había estudiado medicina y servía como oficial médico en el ejército holandés. Como tal fue mandado a la Indias Orientales Holandesas (actual Indonesia) para investigar una enfermedad que estaba diezmando a la población: el beriberi. Era una enfermedad que afectaba al sistema nervioso periférico que entre los síntomas producía fatiga, vómitos, dolor, parálisis y, en algunos casos, la muerte. Pero no se sabía las causas.

El gobierno holandés estableció un laboratorio médico en Batavia (actual Yakarta), donde Eijkman podía investigar, con unas cuantas gallinas que tenía para experimentar. Daba la casualidad que las gallinas eran alimentadas con el arroz que sobraba de la tropa holandesa. Pero cuando llegó el nuevo cocinero, prohibió que se le diera su comida a las gallinas, por lo que tuvo que comprar con dinero de su propio bolsillo el arroz para alimentarlas. Poco después las gallinas, ante su estupor y también fascinación, enfermaban de beriberi.
El arroz que les daba él era arroz pulido, al que se le había quitado la cascarilla exterior del grano con un proceso de molienda. Antes comían arroz con cascarilla. Por más que lo investigo, el nuevo arroz no estaba en mal estado y no encontraba ningún agente infeccioso de forma clara en el nuevo que le suministraba. Supuso que lo que sea que prevenía el beriberi se tenía que encontrar en la cascarilla del arroz y se quitaba con el pulido. Así, en 1897, cuando Eijkman volvió a suministrar arroz con cascarilla a las gallinas estás se recuperaron rápidamente. Durante estos ensayos la ayuda del médico Adolphe Vorderman fueron esenciales.


Rápidamente la noticia corrió y el bioquímico Frederick Hopkins que comenzó con sus investigaciones en 1901, descubrió el triptofanoTRIPTÓFANOLa falta de triptófano puede contribuir negativamente a cuadros de ansiedad, insomnio y estrés., una aminoácido ─compuesto que forman las proteínas─ que descubrió que no se pueden sintetizar en el cuerpo.
Hopkins había estudiado los experimentos del cirujano ruso Nicolái Lunin, que había alimentado a un grupo de ratas con los nutrientes primarios individuales que se encuentran en la leche ─proteína, hidratos de carbono y grasa─, mientras otro recibía leche entera. El primer grupo murió mientras que el segundo prosperaba. Concluyó que en la leche había algo más. Pensó que habría muchos nutrientes químicos, a los que llamó «factores accesorios». Publicó esto en 1906. En 1912, el bioquímico polaco Casimir Funk aisló el compuesto del arroz con cascarilla de Eijkman. La nombró como tiamina.
Funk generalizó su descubrimiento, sugiriendo que todos los factores accesorios de Hopkins eran aminas, y los llamó «vital amines» («aminas vitales») o vitaminas. Posteriormente se descubrió que no era así, pero ya era tarde, el nombre había cogido fuerza. Lo que trataron fue quitarle fuerza a la parte «amina» y en inglés paso de vitamine a vitamin.
Ahora la tiamina se conoce como vitamina B1. Es uno de los nueve compuestos solubles en agua y cuatro solubles en grasa que son imprescindibles para la vida. Se las designa con las letras A, B1, B 2, B3, B5, B6, B7, B9, B12, C, D, E y K. Los vacíos entre letras se debe a que algunas vitaminas fueron re clasificada (a la vitamina H se la llama ahora B7) o descartadas por haberse comprobado que no eran vitaminas. Por ejemplo, ahora se sabe que el compuesto denominado inicialmente vitamina L1 no es imprescindible. Las vitaminas van en conjunción con otros micro nutrientes como minerales y ácidos.
En la década de 1930 salieron a la venta los primeros complementos vitamínicos, que permitían a todos mantener su ingesta diaria recomendada. Y por estos descubrimientos, Eijkman y Hopkins compartieron en 1929 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina.
LOS AMINOÁCIDOS
