Tras las protestas de Black Lives MatterBlack Lives MatterWikipedia (Las vidas negras importan) que se han viralizado en todo el territorio de los Estados Unidos, manifestantes muy motivados han atacado y derribado estatuas y monumentos que se erigieron para honrar a figuras históricas que desempeñaron un papel importante y que han ocultado el papel de otras como las figuras de militares confederados, los antiguos amos y señores esclavistas y los colonizadores europeos que llegaron a tierras americanas. En California, algunas de las estatuas que han sido blanco de los manifestantes, son del fundador del estado de California, el padre Junípero Serra. Siempre se ha enseñado a los estudiantes que Serra fue una figura benévolaQue tiene buena voluntad o afecto hacia alguien sobre el que tiene poder o autoridad; en especial, que se muestra indulgente o tolerante. que ayudó a los nativos americanos a defenderse de los españoles, parece ser que el padre Junípero Serra era más que merecedor de su actual vilipendio. 0 ¿tal vez no es así? Veámoslo.


Bajo el control del Padre Serra, las misiones de California poseían todo el ganado y el grano que se producía en la región. Esto le dio a Serra un tremendo poder económico, que usó para forzar a los nativos americanos a ser sumisos. Cualquiera que se negara a trabajar en los campos para producir grano para la congregación de Serra y sus hombres era amenazado con la pena de muerte por inanición, y si todavía se mantenían firmes, eran simplemente eliminados a golpes.

Fray Junípero fue un hombre de su tiempo, un religioso que fundó misiones que representaron islas de cultura y piedad en la California del siglo XVIII y que más tarde se convirtieron en grandes ciudades. Sin duda, culparle a él y a los franciscanos de crueldad es una auténtica barbaridad, señala Fernando García de Cortázar y Ruiz de AguirreFernando García de CortázarWikipedia (Bilbao, 4 de septiembre de 1942), sacerdote e historiador español. Galardonado con el Premio Nacional de Historia 2008, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto y director de la Fundación Vocento.
Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el franciscano acometió la fundación de nueve misiones (ocho en California) con el objeto de poblar el norte de esta región. Con una salud quebradiza y una edad avanzada, Junípero Serra ofició la conversión de 4646 nativos y sentó las bases de un inmenso éxito en la urbanización hispánica. Fundar misiones era una tarea en la que se buscaban fines múltiples: evangelizar, poblar, organizar… Para que vivieran «de manera civilizada», se buscaba que los propios habitantes colaborasen en la construcción de las poblaciones en las que iban a vivir, asegura María Saavedra, autora del libro La forja del Nuevo Mundo.
No obstante, los representantes indígenas califican hoy las misiones de campos de exterminio donde sus ancestros eran obligados a vivir en condiciones insalubres. Y, ciertamente, hubo abusos y castigos físicos, pero la población nativa de California se mantuvo en niveles estables durante la presencia española y luego mexicana en este territorio. Pudieron salvaguardar la mayoría de sus costumbres. Algunos conquistadores intentaron aprovecharse de los indios más desarrollados, pero en el caso de estos indios no pudieron acabar con ninguna cultura porque ni siquiera conocían la agricultura y no se entendían entre ellos. Eran tribus nómadas y recolectoras, expone Enriqueta VilaEnriqueta Vila VilarWikipedia, perteneciente a la Real Academia de la Historia.
Fue, no en vano, con la fiebre del oro cuando la llegada de miles de mineros estadounidenses desde el este dio lugar a lo que algunos han calificado de hecatombe demográfica. Las misiones lo que hacían era preservar a los indígenas que se fueron extinguiendo con su secularización. El genocidio llegó por el oro, comenta Vila.
Aún hoy se pueden apreciar los beneficios que dejaron los franciscanos. Las grandes ciudades de este estado ─San Francisco, San Diego y Los Ángeles─ conservan el nombre original de las misiones. Asimismo, la historiadora especializada en la conquista de América, María del Carmen Martín Rubio pudo comprobar durante un reciente viaje a la Alta California que se siguen sembrando algunos de los cultivos introducidos por el fraile desde sus tierras mallorquinas. En San Carlos Borromeo, donde se encuentra la misión tal cual era en tiempos de su fundación y se halla enterrado, Fray Junípero es totalmente admirado, y también lo es en los pueblecitos, explica Martín Rubio, que achaca la campaña a una manipulación política y no basada en la realidad.
El mallorquín incluso se llegó a ganar la enemistad del gobernador y de muchos de sus compatriotas, más ávidos de codicia, por su excesivo celo a la hora de proteger a los indígenas. Después de un ataque indio a la misión de San Diego, en 1776, consta que el religioso pidió al primer comandante general de las Provincias Internas, Teodoro de Croix, que no se ejerciera la violencia contra los culpables.
Junípero solo es el chivo expiatorio; el ataque es contra el mundo hispano en su totalidad, cuyas relaciones con los indígenas eran más fluidas, respetuosas y benignas de las que tuvieron los que vinieron después, apunta María Elvira Roca Barea, autora de Imperiofobia y leyenda negra, sobre el origen de los ataques. Para esta autora, el indigenismo cuenta en la actualidad con manga ancha en las universidades de EE.UU. porque a los auténticos responsables de la desaparición de la población nativa les interesa eximir su responsabilidad.
El resultado es una polémica alejada de la realidad que perjudica, sobre todo, a los hispanos, que suponen quince millones de almas en California, según estimaciones de 2015. Los hispanos no se dan por aludidos y eso forma parte de la erosión cultural constante que los deja en una posición de aculturación y de debilidad, afirma la que fuera profesora en la Universidad de Harvard. Lejos suena ya 2003, cuando, a petición de intelectuales mexicanos, las Misiones Franciscanas de Sierra Gorda fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Unesco.