28/04/2024

El Rey Leopoldo II de Bélgica, el criminal que mató brutalmente a 10 millones de congoleños

RETRATO DE LEOPOLDO II
Cuando se independizo de los Países Bajos en 1830, Bélgica actúa de forma precipitada, demasiado aficionados a la cerveza y el chocolate, aunque contraria a iniciar guerras con cualquiera, aunque, la forma en que esta nación de reciente creación se convirtió en uno de los países más ricos de la Tierra es quizás una de las historias más oscuras y bárbaras conocidas en la historia de la humanidad. Cuando el segundo Rey de Bélgica, Léopold de Saxe-Cobourg et Gothase, Leopoldo II, subió al trono en 1865, dejó claro que no se conformaba con gobernar el país como lo había hecho su padre. El monarca solía definir a su pequeño reino europeo como «Petit pays, petit gens» («Pequeño país, gente pequeña»), y sus pretensiones eran hacerse con una colonia y exprimir hasta la última gota de sus recursos económicos, y de paso hacerse asquerosamente rico. Deseaba señorear de poder y riqueza como de la que presumían países como Francia y el Reino Unido. En el siglo XIX, sólo había una manera de conseguir ese tipo de estatus en Europa: conquistando. Pero resulta curioso que nuestro monarca no tuviera que hacer nada de eso, no pego un solo tiro ni derramó sangre de ninguno de sus súbditos, sólo le bastó con convencer a la comunidad internacional de que si le daban la soberanía protegería a sus habitantes de las redes de traficantes de esclavos árabes.

Grupo de esclavos en el Congo
Grupo de esclavos en el Congo
LAS COLONIAS BELGAS
Leopoldo II llegó un poco tarde al juego de la colonización. A mediados del siglo XIX, España, Francia y el Reino Unido ya dominaban tanto el mundo que muchos de los países bajo su dominio ya se habían revelado y adquirido la independencia otra vez. Incluso los Estados Unidos habían proscrito la trata de esclavos cuando Leopoldo II puso sus miras en el África subsahariana en 1876, cuando fundó la Asociación Internacional Africana.

Al darse cuenta de que los tiempos estaban cambiando, Leopoldo II disfrazó sus intenciones para robar a los africanos sus recursos naturales y, explico que simplemente deseaba llevar el cristianismo a los nativos. Mandó misioneros, creo los caminos y envió al famoso aventurero Sir Henry Morton StanleyHenry Morton StanleyHenry Morton StanleyWikipedia (más conocido por haber encontrado a David LivingstoneDavid LivingstoneDavid LivingstoneWikipedia) a marcar el territorio y a negociar con los numerosos pueblos de la cuenca del Congo.

STANLEY «EL MAGO»
Los relatos que explican como Stanley, el primer europeo en recorrer los varios miles de kilómetros del río Congo, logró convencer a los diversos caudillos regionales para que firmaran los documentos en los que cedían sus derechos sobre las tierras, documentos en un idioma que no entendían, y que, cuanto menos, eran salvajes y abusivos, por definirlos de alguna manera. En estos «tratados», los caudillos se comprometieron a trabajar en las obras públicas de aquella institución que, creyeron, iban a servir para expulsar a los esclavistas y modernizar el país.

Las historias sobre sus métodos cuentan que para convencer a los aldeanos de que era imposible matarlo, ejecutaba una artimaña en la que, después de entregarles un arma que había sido previamente trucada, en la que las balas habían sido reemplazadas por papel, les apremiaba a que le dispararan. Cuando el aldeano disparaba el arma y el humo de la pólvora se elevaba en el aire, Stanley se inclinaba y sacaba, eso si, disimuladamente, una bala que guardaba en sus pies, como si esta hubiera rebotado en su cuerpo y hubiera caído al suelo. También se le acusaba de utilizar algún dispositivo mecánico para hacer que su apretón de manos fuese dolorosamente intenso y, según parece, encendía puros sin utilizar ninguna llama u objeto que crease fuego, lo que, desde luego, es bastante impresionante para cualquiera que no haya quemado nunca objetos con una lupa cuando era niño.

Esclavosmostrando sus miembros mutilados
Esclavos mostrando sus miembros mutilados

Leopoldo II participó en la Conferencia de Berlín de 1894, donde se reunieron las potencias europeas para repartirse el comercio en el continente africano. Leopoldo les convenció, no sólo de que era lo suficientemente digno de confianza queriendo mejorar la vida de los congoleños, sino para que le concediese los derechos comerciales, explotación queda más claro, a él en exclusiva, a la persona física del rey Leopoldo II en lugar de Bélgica como país, convirtiendo al Congo, para desgracia suya, en la única colonia que era una propiedad privada unipersonal, caso único en el mundo. Esto permitiría a Leopoldo hacer lo que le viniera en gana en su coto africano sin que el pueblo belga lo supiera o simplemente no se lo imaginase, lo que lo dotó de un inmenso poder sobre la población de la región y la titularidad y explotación de los recursos naturales del Congo. Dibujó la frontera en un mapa y la llamó el Estado Libre del Congo, un nombre que pronto se demostró que era bastante inapropiado.

Aunque al principio el rey estaba interesado mayormente en el marfil, rápidamente descubrió algo mucho más valioso escondido en las profundidades de los bosques. Descubrió al Landolphia owariensisSemillas de Landolphia owariensisLandolphia owariensisWikipedia, también conocido como el árbol del caucho, que crecía densamente en el Congo, más que en cualquier otro lugar de la Tierra. Durante su reinado se disparó la demanda internacional de goma, que se extraía de los árboles del caucho que eran muy abundantes en el Congo. El problema de la recolección de esta materia requería ingente cantidad de mano de obra y las duras condiciones para estos empleados. Para solventar el asunto, el rey de los belgas diseñó un sistema de concesiones que, en esencia, condenó a la esclavitud a la totalidad de los congoleños. Leopoldo II estaba sentado sobre algo más valioso que una mina de oro y lo sabía.

Pequeño collage en el que podemos ver Leopoldo II, al explorador y comerciante esclavista Stanley, y a varios niños que han sido privados de una de sus manos como castigo
Pequeño collage en el que podemos ver Leopoldo II, al explorador y comerciante esclavista Stanley, y a varios niños que han sido privados de una de sus manos como castigo
TERROR INCLUSO EN LAS COLONIAS
Leopoldo comenzó a vender el caucho africano a velocidad vertiginosa y obtuvo cientos de millones de francos de beneficios, el equivalente a 1100 millones de dólares en la actualidad. Las cosas iban, de hecho, quizás demasiado bien, ya que el encargado de los envíos, Edmund Dene MorelEdmund Dene MorelEdmund Dene MorelWikipedia, descubrió rápidamente relacionando las armas que salían de Bélgica hacia la colonia y cuánto caucho llegaba del Congo. Empezó a escribir sus sospechas sobre Leopoldo II, que estaba usando mano de obra esclava, generando el consiguiente escándalo internacional. Los propios misioneros que Leopoldo había enviado a sus «buenas obras» comenzaron a denunciar los horrores que estaban presenciado, y  que se podía leer en relatos como El corazón de las tinieblas de Joseph ConradJózef Teodor Konrad KorzeniowskiJózef Teodor Konrad KorzeniowskiWikipedia que plasmaron un panorama sombrío a los lectores.
Esclavos mostrando manos cortadas bajo la atenta mirada de los patrones belgas
Esclavos mostrando manos cortadas bajo la atenta mirada de los patrones belgas

Mientras que el colonialismo es cruel y explotador por naturaleza, pocas atrocidades son iguales a los horrores del Estado Libre del Congo. Morel tenía razón, Leopoldo II había logrado esclavizar por la fuerza a casi todos los hombres, mujeres y niños del país. Bajo su dirección, aldeas enteras fueron arrasadas para desplazar a sus pobladores, mientras que las mujeres fueron utilizadas como rehenes y a menudo sometidas a torturas físicas y sexuales hasta que sus hombres desaparecían como consecuencia de los penosos trabajos forzados. Las cuotas de explotación del caucho que había que cumplir a rajatabla se aplicaban de forma tan estricta que el no cumplir con ellas significaba que se le cortaran una mano e incluso la muerte. El asesinato y el estado de inanición de los esclavos era norma general. Obviamente, se rebelaban constantemente, pero estas rebeliones no tuvieron éxito y fueron duramente castigadas. El régimen que impuso Leopoldo a través de sus esbirros, a menudo mataba a todos los involucrados, incluso a los niños. De esta forma tan descarada, Leopoldo II se valió del trabajo local para la recolección del caucho y para que los funcionarios, soldados y policías belgas acudieran a instalarse en el país en busca de una buena vida. Una esclavitud que ocupaba las 24 horas del día de los congoleños; y que deparaba sádicos castigos para los recolectores que no entregaban la cuota mínima exigida.

EL FINAL DEL TERROR
Es difícil saber cuántos congoleños murieron durante el sangriento reinado de Leopoldo II, pero los historiadores creen que fueron alrededor de 10 millones, la mitad de la población aproximadamente. La Asociación para la Reforma del Congo aportó suficientes pruebas y la comunidad internacional condenó a Leopoldo II por sus crímenes lesa humanidad y ejerció presión financiera y política para expulsarlo de África. Finalmente, Bélgica anexó el Estado Libre del Congo en 1908, comprando el poder de Leopoldo para la propia nación, un negocio redondo para el rey, que murió un año después por causas naturales, sin haber expresado nunca sentimiento de culpa ni mostrar ningún tipo de arrepentimiento por su bárbaro reinado. El pueblo congoleño obtuvo finalmente la independencia en 1960 y estableció la República Democrática del Congo en 1964.

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