En la Edad Moderna, en sus primeros tiempos, desde el siglo XVI hasta el XVIII, la brujería era una categoría legítima, aunque bastante peligrosa, que servía para explicar la realidad. La brujería sigue siendo a día de hoy un incómodo lastre para nuestra cultura. Las historias de brujas revelan en general más datos sobre la época que describe el historiador que sobre la propia brujería. La brujería se cruzaba, se superponía o abarcaba otras cuestiones sociales importantes, sobre todo de género, clase, desigualdad y religión.
ANECDOTARIO DEL ROCK
La brujería no es un conjunto de prácticas definidas como una representación del antagonismoIncompatibilidad, oposición o rivalidad entre personas, opiniones o ideas., del empeño de frustrar las intenciones de la maquinaria del poder, tanto si es de la Iglesia como del rey o del grupo cultural dominante. Las brujas pervierten las cualidades femeninas ya que se dedican a amamantar a genios malignos y a la cópula con diablos, subvierten la autoridad eclesiástica perturbando los ritos cristianos y minando la jerarquía de clases reivindicando para ella un poder que no le pertenece.
Las brujas eran los chivos expiatorios, en sentido literal y figurado, de las comunidades en un período de notables presiones económicas, políticas y religiosas. La figura de la bruja, la necesidad de sacarla a la luz pública, servía como acto de unión en unas comunidades frágiles, que se caracterizaban por el continuo trasiego de personas que iban y venían que, además, vivían en territorios inseguros y que al ser de nueva creación, gozaban o sufrían de una incertidumbre, según les conviniera el caso, en cuanto a derechos y leyes. Lo que reforzaba la bruja no era el simple hecho de desenmascarar al mal, además, mostraba a los perseguidores como los buenos de la historia. Dejaba ver lo que no son y lo que no se ajusta al patrón social normalizado.
La caza de brujas no era una enfermedad. No era superstición. Con la persecución de la brujería se permitió consolidar el poder e imponer las normas religiosas y sociales de un grupo de personas con una posición social acomodada y a un nivel superior, sobre todo moral.
Que resulto tener habilidades malignas, pues que muchas personas (hombres, mujeres y niños) a los que acariciaba o tocaba (ya fuera con afecto o disgusto) quedaban poseídas de sordera, vómitos y otras más dolencias y enfermedades violentas.
Que practicaba las artes curativas y eran sus remedios cosas inofensivas (de acuerdo con su propia confesión) tales como anisados, licores, etcétera, y no obstante tenían efectos de una violencia extraordinaria.
Que acostumbraba a decir a quienes no podían beneficiarse de sus remedios que nunca sanarían (hoy en día te dicen que si no vas al médico no sanarás, y no te llevan a la hoguera), y de esta suerte sus enfermedades y dolencias persistían y presentaban recaídas contrarias al curso natural que escapan al alcance de cualesquiera médicos y cirujanos.
Algunas cosas que predijo ocurrieron conforme a sus predicciones; también podía decir otras cosas (tales como sortilegios secretos, etc.) de las que no sabía explicar por medios ordinarios cómo habían llegado a su conocimiento.
Tenía en sus partes íntimas (en el momento de ser registrada) un pecho lozano, con apariencia de haber amamantado en recientes instantes, mientras que, a un segundo registro, el mismo pecho se presentaba ajado y el otro empezaba a ajarse.
En prisión, a plena luz del día, se vio en brazos de esta rea (estando ella sentada en el suelo y con la ropa levantada, etcétera) a un niño que huyó a refugiarse en otra estancia y, al seguirlo un agente, dicho niño había desaparecido. El mismo niño fue visto en otros dos lugares con los cuales la acusada tenía alguna relación, y una muchacha que lo vio cayó enfermo por esta causa y fue curada por la dicha Margaret, quien recurrió para ello a los medios consabidos. En el momento del juicio, se apreció en esta rea una conducta desaforada, pues mintió de manera flagrante y discutió con el jurado y los testigos, etcétera, y en el mismo estado de alteración murió. En el día de su ejecución y a la misma hora, cayó sobre Connecticut una violenta tormenta que derribó numerosos árboles, etcétera.