29/03/2024

Unos cuantos chistes

LA CARA DEL MONO
El ejército español, en su afán de poseer armas químicas, como los estadounidenses, buscan la forma ante la falta de presupuesto. Total que así transcurría el tiempo hasta que al listo de turno se le ocurre que se podrían engordar gorrinos a base de fabada y ponerles un tapón en el culo de forma que al quitar el tapón se calcula que el efecto puede ser tan devastador como el napalm. Se ponen a engordar a un gorrino como prueba piloto y tras dos años el gorrino con el tapón en el culo y a base de fabada, pues imaginaros. El gorrino es tan grande como un camión. Lloraba y sudaba mierda.

Pero de repente se dan cuenta de un problema logístico ¿quién coño le quita el tapón al gorrino? Total, que al mismo listo de antes se le ocurre que se podría entrenar a un mono para que se acercara al “gorrino-bomba” y le quitara el tapón. Ambos serían soltados en el campo enemigo a la vez.

Entrenan al mono piloto otro par de años mientras el gorrino ya lleva cuatro años con el tapón, imaginaros cómo estaba. Cuando todo está atado y bien atado se va una delegación española a Salt Lake para hacer la prueba final. Colocan al gorrino en posición y tres generales se sitúan para ver el gran momento. Uno a un kilómetro, otro a quinientos metros y otro —que tenía fama de tener un par de huevos— se coloca a tan solo cien metros de distancia.

Sueltan al mono y, como se le enseñó, localiza al gorrino-bomba y va corriendo a quitarle el tapón del culo. Le quito el tapón y no se sabe a ciencia cierta que paso después, pero el primero que recuperó la conciencia solo vio una llanura llena de mierda.

El general situado a un kilómetro fue el primero en recuperarse de la conmoción. Tenía zurrapas de fabada incrustadas por todo el cuerpo a modo de metralla. Preocupado por la suerte de sus compañeros se puso a correr hacia el epicentro en busca de sus otros dos colegas. Encontró al que estaba a quinientos metros gracias a sus gritos de auxilio. Tenía dos metros de mierda encima. El general se puso a escarbar apresuradamente y tras un buen rato logró sacarlo.

Le reanimó y en cuanto se encontraron con fuerzas para levantarse los dos se fueron a buscar al tercer general temiendo por su vida.

Tardaron un buen rato en encontrarlo con un escáner, pero un leve sonido bajo diez metros de mierda les condujo a su localización. Se pusieron los dos a escarbar y según iban ahondando se dieron cuenta de un leve ruidillo que en realidad eran carcajadas.

Vaya que sí. Llegaron hasta él y vieron que el tío se está descojonando a pecho partido aún faltándole un brazo, una pierna y un cacho de oreja. Entonces le dice unos de los generales:

—Macho, la verdad que la fama de tío con huevos te la tienes merecida. Después de lo que te ha pasado y encima te quedan ganas de reírte. A lo que el general huevón responde:

—No, si creo que de esta no salgo, pero es que no se me va la imagen  de la cara del mono intentando poner otra vez el tapón en el culo del cerdo.

ESTOY CONFUNDIDO
Van dos amigos en coche por la carretera y se encuentran con un motorista  inconsciente tirado en la cuneta. Uno de ellos se pone un poco nervioso y comenta:

─Y no llevamos móvil para avisar a una ambulancia ni nada ¿qué podemos hacer?

El otro le toma el pulso al motorista y comprueba que esta vivo, así que le dice a su amigo:

─Mira, me voy a buscar ayuda y tú te quedas con él. No se te ocurra quitarle el casco, ni girarle la cabeza; mantenlo en posición decúbito supino, pero si vomita, lo pones en decúbito lateral para que no se asfixie; si no, no lo muevas por si se ha dañado a espalda. Si empieza a tener convulsiones, te quitas el cinturón y se lo pones entre los dientes, sujetando la lengua en su sitio para que no se la trague. Eso si, si ves que deja de respirar, le subes la visera del casco y le haces la reanimación cardio respiratoria. Y si se despierta le dices que se esté quieto, que ya llega la ambulancia. Pero si no pasa nada de lo que te he dicho, no lo muevas y sobre todo no le quites el casco, ¿eh? Ánimo, enseguida vuelvo.

Se va y cuando vuelve a la media hora, se encuentra la amigo dándole por culo al motorista.

─¿Pero, Paco, que coño estás haciendo?

─¡Que me he liado, macho, que me he liado!

INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Un hombre se queja de un fuerte dolor en el codo y un amigo le comenta:

─Hay una computadora en la farmacia que puede diagnosticar cualquier cosa, mucho más rápido y mucho más barato que un doctor. Pones una muestra de tu orina y la computadora te diagnostica tu problema y te sugiere que hacer. Además, solo cuesta un euro.

El hombre llenó un frasco con orina y fue a la farmacia. Encontró la computadora y piso la muestra de orina dentro de la máquina. Después depositó el euro en la ranura. La computadora comenzó a hacer ruidos, a encender y a apagar varias luces y, después de una pequeña pausa, por una ranura salió un papel que decía:

  1. Usted tiene codo de tenista.
  2. Frote su brazo con agua caliente y sal.
  3. No haga esfuerzos físicos considerables.
  4. En dos semanas va a estar mucho mejor.

Más tarde decidió probar si la computadora podía ser engañada. Mezcló agua del grifo, un poco de caca del perro, un poco de orina de la hija y su mujery, para terminar, se masturbó y puso su semen en la extraña mezcla. Fue a la farmacia, se dirigió a la computadora y le puso la mezcla, además de euro. Después de los sonidos y las luces de rigor, la máquina imprimió el siguiente análisis:

  1. Su agua es demasiado impura, cómprese un purificador.
  2. Su perro tiene parásitos, llévelo al veterinario.
  3. Su hija se droga, intérnela en un centro de desintoxicación.
  4. Su esposa está embarazada y no es suyo, consiga un abogado.
  5. Y si no deja de masturbarse, no se le va a curar nunca el codo.
¿QUÉ HA DICHO?
Sube un hombrecito al ascensor y dentro de este se hallaba un negro enorme. Después de un corto silencio, que se hizo eterno, se escucha la voz áspera del negro:

─ Mido 2,05 metros de altura, 155 kilogramos de puro músculo, un pene de 33 centímetros, cada testículo me pesa 200 gramos, soy cubano, mucho gusto, Dante La Huerta.

Entonces extiende la mano en actitud de saludo. El hombrecillo se desmaya. Asombrado, el negro lo toma entre sus brazos y trata de reanimarlo.

─¿Qué le paso, mi amigo?

El hombrecito, sin dejar de mirar al negro, con cara de terror en su rostro, le preguntó con un hilito de voz:

—¿Me… puede…repetir… lo…que… ha…dicho?

—Por supuesto, amigo. Me he presentado. Le he dicho mi estatura, mi peso, mi longitud de mi pene, el peso de mis testículos, mi nacionalidad, mi nombre y apellido: Dante La Huerta.

—¡Ay, cabrón! —dice el hombrecito— ¡¡¡qué susto me ha dado!!! Había entendido «date la vuelta».

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