28/03/2024

Una historia sobre mosquitos y la humanidad

En 1698, cinco barcos zarparon de Escocia, llevando un cargamento de mercancías de comercio fino, incluyendo pelucas, calcetines y mantas de lana, peines de nácar, Biblias y veinticinco mil pares de zapatos de cuero. Había incluso una imprenta, con la que los mil doscientos colonos a bordo planeaban gestionar un futuro ocupado con contratos y tratados. Para hacer espacio para los lujos, las raciones habituales para la comida y la agricultura se redujeron a la mitad. El destino de los barcos era la región del Darién de Panamáregión del DariénRegión del Darién, donde la Compañía de EscociaCompañia de Escocia - Proyecto DariénEl Proyecto Darién fue una tentativa fracasada por parte del Reino de Escocia de establecer a una colonia llamada «Nueva Caledonia» en el istmo de Panamá en los años 1690. Es parte de la colonización escocesa de América. La Compañía Escocesa de Comercio a África y las Indias, (en inglés Company of Scotland Trading to Africa and the Indies) también llamada Compañía de Darién o simplemente Compañía de Escocia, fue una compañía privilegiada creada por el Parlamento de Escocia en 1695. esperaba crear un centro de comercio que sirviera de puente al istmo IstmoNombre masculino. Franja alargada y estrecha de terreno que une dos continentes, dos partes diferenciadas de un continente, o una península y un continente. y uniera los grandes océanos del mundo, a la vez que elevaba las perspectivas económicas de un reino obstinadamente independiente que acababa de luchar contra años de hambruna. El plan fue muy popular en el desesperado país, atrayendo a una cantidad ingente de inversores, desde miembros del Parlamento nacional hasta agricultores pobres; se ha estimado que entre una cuarta parte y la mitad de todo el dinero que circulaba en Escocia en ese momento seguía los vientos alisiosVientos alisiosLos vientos alisios son aquellos que soplan entre los trópicos. Estos vientos parten de zonas subtropicales de alta presión con rumbo a regiones ecuatoriales de baja presión: por la rotación del planeta, los vientos alisios se desvían hacia el oeste por el efecto Coriolis. hacia Panamá.

Mosquito picando humano
Mosquito hembra picando y rebosante, observar gota de sangre sobrante, de alimento para sus huevos

La expedición se encontró con la ruina. Los colonos, enfermos de fiebre amarillaFiebre amarillaLa fiebre amarilla o vómito negro (también llamada plaga americana) es una enfermedad infecciosa zoonótica viral aguda causada por el virus de la fiebre amarilla transmitida por mosquitos de los géneros Aedes y Haemagogus. Es endémica en áreas subtropicales y tropicales de Sudamérica y África. Su presentación clínica es variada, fluctuando desde una enfermedad febril leve y autolimitada (lo más frecuente) hasta una enfermedad hemorrágica y hepática grave (con un 50 % de letalidad). La palabra amarillo del nombre se refiere a los signos de ictericia que afecta a los pacientes enfermos severamente. Existe una vacuna efectiva, pero no se conoce cura por lo que cuando personas no vacunadas la contraen solo se les puede proporcionar tratamiento sintomático. y de cepas de paludismo para las que sus cuerpos no estaban preparados, comenzaron a morir a un ritmo de una docena por día. «Las palabras que se repiten hasta producir nauseas en los diarios, cartas y relatos de los colonos escoceses son: mosquitos, fiebre, agua y muerte”, escribe el historiador Timothy C. WinegardTimothy C. WinegardTimothy C. Winegard en su nuevo y extenso libro, «El mosquito: Una historia humana de nuestro depredador más mortal» (Dutton). Después de seis meses, con casi la mitad de su número desaparecido, los supervivientes ─excepto aquellos demasiado débiles para moverse, que fueron dejados atrás en la costa─ volvieron a sus barcos y huyeron hacia el norte. Aun así, siguieron muriendo en grandes cantidades, siendo muchos de sus cuerpos arrojados por la borda. Cuando una misión de socorro llegó a Darién, solo encontraron las pelucas, los peines, los zapatos y nada de la ambición que había salido de Escocia. También se encontraron la imprenta abandonada en la vacía y desierta playa.

Pero, escribe Winegard, la expedición tuvo algunos resultados duraderos: la abrumadora deuda del fracaso llevó a los reacios escoceses a aceptar por fin una oferta de unificación de Inglaterra. Los mosquitos de Darién llevaron, por una ruta inesperada, al nacimiento de Gran Bretaña.

Alemanes, campos de concentración y mosquitos como arma de guerra
Los nazis hicieron experimentos utilizando los mosquitos como vector de contagio biológico

El libro de Winegard ofrece un catálogo de historias inesperadas. Resulta que, si buscas las palabras «mosquitos», «fiebre», «agua» y «muerte» se repiten hasta la saciedad a lo largo de toda la historia de la humanidad. E incluso antes: Winegard sugiere que, cuando el asteroide chocó contra la TierraCráter de ChicxulubCráter de Chicxulub, los dinosaurios ya estaban en declive por las enfermedades transmitidas por los mosquitos. La malaria arrasó con el África prehistórica hasta el punto de que la gente desarrolló glóbulos rojos en forma de hozAnemia de células falciformesAnemia de células falciformes para sobrevivir a ella. La enfermedad mató a los antiguos griegos y romanos ─así como a los pueblos que trataron de conquistarlos─, desempeñando un papel importante en el resultado de sus guerras. HipócratesHipócratesHipócrates asoció el aumento del paludismo a finales del verano con la Canis MaiorCanis MaiorCanis Maior (Estrella perro) , llamando a la época de la enfermedad los «días perro del verano». En el 94 a.C., el historiador chino Sima QianSima QianSima Qian escribió: «En la zona al sur del Yangtsé la tierra es baja y el clima húmedo; los varones adultos mueren jóvenes». En el siglo III, las epidemias de paludismo ayudaron a la gente en la creencia de una pequeña y muy perseguida fe que enfatizaba la curación y el cuidado de los enfermos, impulsando al cristianismo a una religión que alteraba el mundo.

Winegard encuentra descripciones en primera persona de la muerte y el sufrimiento causado por enfermedades transmitidas por mosquitos en muchas épocas. Florence NightingaleFlorence NightingaleFlorence Nightingale llamó a los pantanos pontinos Lagunas PontinasLas Lagunas Pontinas (Agri Pontini; Agro Pontino en italiano) es una antigua zona de marisma en la región del Lacio en Italia central, al sureste de Roma, dentro de la provincia de Latina. Se trata de una llanura de anchura variable entre los primeros relieves apeninos de los montes Lepinos y Ausonios y el mar de 16 a 26 kilómetros, y extendiéndose de noroeste al sureste desde Velletri a Terracina junto al mar Tirreno, del que están separadas por dunas de arena. El límite norte estaría en el medio curso del río Astura y los primeros relieves de los montes Albanos (Colli Albani). El área tiene una extensión de aproximadamente 775 km². La romana Vía Apia cruza las marismas. , cerca de Roma, «el Valle de la Sombra de la Muerte»; un misionero alemán que visitaba el sur de los Estados Unidos escribió que era «en la primavera un paraíso, en el verano un infierno y en el otoño un hospital»; un maya superviviente de las epidemias posteriores a Colón recordó que «” Enorme era el hedor de la muerte”. Todos nosotros éramos así. ¡Nacimos para morir!». Y aun así los seres humanos vivieron y murieron a pesar de las enfermedades transmitidas por mosquitos durante miles de años sin entender cuál era el método de transmisión. No fue hasta finales del siglo XIX que se estableció científicamente que los mosquitos transmitían la malaria. Hasta ese momento, la teoría del miasma, que sostenía que las fiebres viajaban de forma independiente, a través de ambientes fétidos, se impuso, reflejada en la propia palabra «malaria»: pensábamos que éramos las víctimas del «mal aire». Que estos pequeños insectos que pican/muerden puedan estar afectando nuestras vidas tan profundamente mucho más allá de lo imaginable.

Winegard está particularmente interesado en las guerras y conquistas, y sostiene que, durante gran parte de la historia militar, las muertes causadas por mosquitos superaron con creces, y fueron más decisivas, incluso, que las muertes en batalla. El paludismo tiene muchas cepas, de mortalidad variable, pero las tasas de supervivencia son más bajas para las personas que encuentran nuevas variedades a las que no están «acostumbradas», a las que no han ganado inmunidad. Como resultado, el paludismo endémico ha actuado a menudo no sólo como una maldición local sino también como una extraña especie de protector. Quince siglos antes de que los escoceses trataran de colonizar Panamá, los romanos trataron de colonizarlos a ellos, y fue frustrado por una cepa de malaria local escocesa que se calcula que mató a la mitad de los ochenta mil soldados romanos enviados. Las cepas endémicas diezmaron las fuerzas de Aníbal mientras se abrían camino a través de Italia, alejaron a los ejércitos de Gengis Khan del sur de Europa, impidieron que los cruzados europeos conquistaran la Tierra Santa (el paludismo mató a más de un tercio de ellos) y se pusieron del lado de los colonos norteamericanos y los revolucionarios latinoamericanos en sus rebeliones contra los ejércitos traídos desde el lejano continente gobernante.

Negros tratados de los picores del mosquito después de llegar de África
Revisión de un esclavo negro ante posibles enfermedades para ponerlo en venta

Los estrategas militares, desde Saladino hasta los nazis, usaron mosquitos como armas de guerra directas. En Walcheren, Napoleón abrió una brecha en los diques para crear una inundación salobre ─la consiguiente epidemia de malaria mató a cuatro mil soldados ingleses─ y declaró: «Debemos oponernos a los ingleses nada más que con la fiebre, que muy pronto los devorará a todos». A menudo el paludismo se cobró el precio en ambos lados. Empujó a los protestantes ingleses a la Irlanda católica, preparando el terreno para los problemas de siglos después. Pero Oliver CromwellOliver CromwellOliver Cromwell, el inglés que conquistó Irlanda, murió de malaria en 1658, ya que en lugar de tomar quininaQuininaQuinina, el único tratamiento conocido, lo rechazó por asociarlo con sus descubridores católicos, convirtiéndolo en víctima tanto de la parasitosis como del sectarismo.

La conquista más dramática de los mosquitos se produjo cuando las viejas enfermedades se encontraron con un nuevo continente. Cuando ColónCristóbal ColónCristóbal Colón llegó al Nuevo Mundo, los mosquitos de allí eran molestos, pero no portaban enfermedades. (Winegard atribuye esto a las diferentes prácticas agrícolas que exportamos: mucho menos cultivo y perturbación de los ecosistemas naturales, y menos contacto directo con los animales a través de la cría. La sífilis fue tal vez la única enfermedad que viajó de Colombia hacia el este). Pero la sangre de los recién llegados, y los mosquitos que se cruzaron con sus barcos, lo cambiaron todo. Apenas veintidós años después de que Colón pisara La Española, un censo reveló que la población local taína había disminuido de entre cinco y ocho millones de personas a sólo veintiséis mil. Junto con la viruela y la gripe, las enfermedades transmitidas por mosquitos provocaron, según la estimación de Winegard, la muerte de noventa y cinco millones de habitantes indígenas de las Américas, de una población antes del contacto de unos cien millones.

Para los colonizadores, que se propagaron con mayor lentitud que las enfermedades que traían, se trataba de muertes en gran parte invisibles, que ayudaron a crear el mito pernicioso de un continente vacío y una muestra de que su destino manifiesto era llenarlo. Un raro relato de un marinero español abandonado, que se dirigió de Florida a Ciudad de México en 1536, describió haber visto a los nativos «tan picados por mosquitos que se podría pensar que tenían la enfermedad de San Lázaro el Leproso… Nos entristeció enormemente ver lo fértil que era la tierra, y muy hermosa, y muy llena de manantiales y ríos, y ver todos los lugares desiertos y pueblos quemados, y la gente tan delgada y enferma».  En el siglo XVII, las pérdidas fueron tan grandes que un explorador francés las consideró una justificación para el racismo: «Parece visible que Dios desea que cedan su lugar a nuevos pueblos». A medida que los recién llegados despejaron la tierra para sus propios fines, también crearon hábitats frescos para los mosquitos, permitiendo que sus poblaciones se disparasen.

El mosquito tigre es vector de algunas enfermedades
El famoso, odiado y peligroso mosquito tigre

Las mismas muertes impulsaron entonces el desarrollo de la trata de esclavos entre continentes (y la llegada, con los primeros esclavos africanos, del parásito del paludismo particularmente virulento, Plasmodium falciparumPlasmodium falciparumPlasmodium falciparum, que también diezmó a los europeos recién llegados). La sombría historia se relata claramente en los precios pagados por los esclavos en los siglos XVII y XVIII: un esclavo autóctono, con probabilidades de morir de una enfermedad importada, costaba menos que un sirviente europeo también vulnerable, que costaba menos que un esclavo importado directamente de África. Los más caros de todos eran los africanos que habían pasado suficiente tiempo en América para demostrar su resistencia a esta mezcla de enfermedades.

Se podrían hacer cálculos similares sobre los dueños de esclavos. En el Caribe, un misionero francés del siglo XVIII observó que el número de muertos de los colonizadores europeos correspondía al mismo tiempo que una fuerza colonizadora había tenido que acostumbrarse al «aire nuevo», es decir, a la fiebre amarilla y a cepas desconocidas de paludismo: «De diez hombres que van a las islas» de una nación determinada, «mueren cuatro ingleses, tres franceses, tres holandeses, tres daneses y un español». Las naciones caribeñas actuales reflejan estas tasas de mortalidad: las colonizadas por los ingleses, los holandeses y los franceses tienden a tener poblaciones mayoritariamente de ascendencia africana; sólo las antiguas colonias españolas tienen poblaciones importantes descendientes de europeos.

En total, Winegard estima que los mosquitos han matado a más personas que cualquier otra causa individual: 52 000 millones de personas, casi la mitad de todos los seres humanos que han vivido alguna vez. Los llama «nuestro depredador más puntero», «el destructor de mundos» y «el agente final del cambio histórico».

Mosquitos como vectores
Tres clases de mosquitos que ejercen de vectores de contagio

Hay una larga tradición de libros de historia que profesan explicar el mundo a través de factores singulares: la sal o el bacalao o el color azul. «El Mosquito» sufre de la necesaria miopía de géneros (además de algunos escritos floridos, repeticiones y digresiones a través de películas de éxito y el cúmulo de resúmenes sobre la civilización occidental). Winegard señala que los romanos ricos construyeron sus casas en las cimas de las colinas para escapar de los mosquitos, y dice que la moda ha continuado hasta el presente, con las casas estadounidenses en las colinas que se venden con un notable margen de beneficio. «Añade el mercado inmobiliario a la cartera de influencia del mosquito», concluye, ignorando otras posibles razones de esta preferencia. Su argumento de que los mosquitos son responsables de la Carta Magna y, por tanto, de la democracia moderna es una cascada de contingencias: el fracaso del asedio de Luis VII a Damasco durante la temporada de paludismo de 1148 provocó su separación de Eleanor de AquitaniaLeonor de AquitaniaLeonor de Aquitania, lo que la llevó a casarse con Enrique II de InglaterraEnrique II de InglaterraEnrique II de Inglaterra, lo que dio lugar al nacimiento del Rey JuanJuan I de InglaterraJuan I de Inglaterra, que se enfrentó a sus barones. Winegard no necesita estas tramas de complicado seguimiento para persuadirnos de la influencia oculta que los mosquitos han tenido en la formación de la historia y la creación del mundo que conocemos hoy en día.

En estos días de insecticidas y pantanos drenados, los que vivimos en el rico y templado mundo, nos hemos acostumbrado al lujo de no pensar mucho en los mosquitos y los riesgos que conllevan. Pero los insectos siguen matando a más de ochocientas mil personas al año, principalmente en África. El recordatorio de Winegard de su enorme potencial de destrucción es oportuno para todos nosotros. La globalización está ayudando a propagar una nueva generación de enfermedades transmitidas por mosquitos que antes estaban confinadas en los trópicos, como el dengue, quizás con mil años de antigüedad, y el chikungunyaChikunguñaChikunguña y el ZikaZIKAVirus del Zika, ambos identificados por primera vez en los seres humanos tan solo desde 1952. Mientras tanto, el cambio climático está expandiendo dramáticamente los rangos en los que los mosquitos y las enfermedades que portan pueden prosperar. Un estudio reciente estimó que, en los próximos cincuenta años, mil millones más de personas podrían estar expuestas a infecciones transmitidas por mosquitos que en la actualidad.

Siglos más tarde, es fácil leer el relato de la fallida colonia escocesa de Panamá como una farsa: toda esa lana abandonada en los trópicos, la imprenta en la playa vacía, un asalto de puro optimismo que se hunde contra una realidad mortal. Pero nosotros, los modernos, también somos culpables de creer que nuestras esperanzas y nuestra tecnología nos eximirán de alguna manera del funcionamiento del mundo natural. Todo el tiempo que la humanidad ha existido, el mosquito ha sido la prueba de que no lo somos.

Publicado en la edición impresa de la edición del 5 y 12 de agosto de 2019, con el título «Buzz Off». Brooke Jarvis es escritora colaboradora del Times Magazine y del California Sunday Magazine.

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