29/03/2024

¿Un mundo feliz?

Me considero una persona indulgenteIndulgente Del lat. indulgens, -entis. 1. adj. Inclinado a perdonar y disimular los yerros o a conceder gracias., capaz de ponerme en el lugar de los demás y comprender que las personas sin oportunidades son capaces de realizar cualquier acción con tal de sobrevivir en los peores momentos.

Desde hace algún tiempo solo me invade una tristeza extrema pues nos hemos convertido en personas que tratamos de imponer, en algunos casos creo que sin malas intenciones, criterios contrarios a los que otros tienen.

Ahora más que nunca, se ha actualizado la frase «conmigo o contra mí». Los políticos y sus partidos, el futbol y sus directivos, las religiones y sus mandatarios, las tendencias y las empresas que las sustentan, los youtubers y sus canales, los padres y sus convicciones, los periódicos y sus periodistas, los programas de televisión y sus presentadores. Resumiendo, casi todo el mundo, está tratando de arrastrar a los observadores hacía sus idearios obviando todo tipo de fundamentación basada en un [intense_tooltip title=”Razonamiento, juicio o hecho que es consecuencia lógica de lo demostrado o sucedido anteriormente.”]corolario[/intense_tooltip].

Al leer esta misiva hay que posicionarse de una forma clara:

Comunica de prensa de las editoriales ante la retirada de libros de cuentos clásicos de las estanterias de las bibliotecas

Transcripción de lo expuesto en la imagen para los que no podáis leer de forma cómoda lo que pone:

12/04/2019

Según la noticia publicada ayer en El País, una escuela pública retira de su biblioteca «200 títulos que considera «tóxicos» porque reproducen patrones sexistas», entre ellos cuentos clásicos como La Caperucita Roja.

La literatura, la infantil incluida, refleja el mundo en que se hace [los relatos], porque es el que conocen quienes la escriben y la leen. Es siempre ha habido quienes se oponen a ello, por los más variados pretextos ideológicos. Así que la lista de obras que en un momento u otro han sido censuradas es asombrosa tanto por su extensión como por la reconocida calidad literaria de los títulos que contiene.

Retirar libros que no se adaptan a pensamientos un signo de intolerancia, aunque sea con la mejor intención del mundo. Y de paternalismo: las personas debemos poder decidir qué leer y cómo pensar. Precisamente leer libros con ideas diferentes (y discutirlos) puede ayudar a crear lectores críticos. No hacerlo, por el contrario, significa criar a los escolares en una burbuja ficticia y dejarlos indefensos frente a argumentos y hechos con los que antes o después tendrán que enfrentarse.

Los cuentos populares clásicos son parte importantísima de nuestro patrimonio cultural. Ellos han contribuido a modelar nuestra manera de pensar. Prescindir de ellos, ignorarlos, implica privarnos de una gran herramienta para conocernos a nosotros mismos y a nuestro pasado.

Muchas editoriales, como no podría ser de otra manera, estamos de acuerdo en que el mundo es tanto de las mujeres como de los hombres y en que debe actuar para corregir el ancestral desequilibrio que favorece los segundos. Y pensamos que se favorece la igualdad con una luz crítica sobre la tradición mucho más que invisibilizándola, por lo que nos parece un error la censura en las bibliotecas escolares de títulos que pertenecen a nuestro acervo común. Pero actuar en favor de la igualdad implica ocultar obras que muestren el mundo bajo otros puntos de vista. En consecuencia, protestamos por la retirada de títulos de las bibliotecas escolares y nos manifestamos contra la censura de libros.

Poster del film de Clint Eastwood, La Mula (The Mule))

Hace algún tiempo se levantó una polémica por un incidente en una universidad americana que fue contestado por Clin Eastwood, para saber de que va podéis leer el artículo en este enlace. He de decir que Clin Eastwood y su pensamiento político están en un punto diametralmente opuesto al mio, pero según me ha relatado mi hija, que se ha pasado cuatro años en la universidad, lo expuesto en este artículo no está muy lejos de lo que se suele hacer en la universidades, incluso en la española.

Básicamente lo que quiero decir es que que no hay que prohibir expresar sus ideas a nadie, sea del bando político que sea. La izquierda, si fuera un poco más calmada en sus posturas hacia el pensamiento crítico de la derecha, permitiría a estos poder hablar en público tanto como quisiera, en cualquier esquina, plaza o sitio público donde se pueda crear opinión, incluso deberían incitarlos a que lo hicieran de forma vehemente, ya que, se verían expuestos en su lenguaje e ideas. Por eso considero un error que cuando alguna persona del ámbito de la derecha acude un acto público donde se le solicita para exponer sus ideas, habría que tratar de controlar a los cachorros exaltados de la izquierda que aparecen vociferando y tratando de prohibir que lo hagan, por considerar el terreno en el que va a transcurrir el acontecimiento como propio, en este caso las universidades, siendo, en realidad, zona común a todo tipo de pensamiento, incluso el contrario.

Dice el refrán que «por la boca muere el pez» y eso es lo que deberían permitir que ocurriera. Dejar que todos los políticos, sean del signo que sean, se expliquen o por lo menos lo intenten, y una vez hecho esto, instigarlos a profundizar en lo que han querido transmitir con sus palabras sin equivocos y debatiendo.

Hace breves instantes, los periodistas defensores de la derecha, ya sabemos quienes, veían mal que Pedro Sanchez no pelera con Vox, luego que fuera a un debate y no a otro y ahora ven mal que vaya a los dos. Simplemente hay que críticar toda postura del enemigo, aunque sea la correcta.

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