19/04/2024

La niña llorona, el padre consolador y el olvido

Primero hay que ver este video. Lo cierto que el divertido, el tío es un puntazo y la escena es enternecedora.


La pregunta que yo me hago es ¿qué pasa con los otros niños?

Nada, no pasa nada.

La hija de ese hombre es pequeña, sólo tiene dos años, y le ha dado un ataque de pánico escénico que hace que nada funcione. Todo el mundo está pendiente del llanto incontrolado de la pequeña. El padre, en un arrebato paterno filial, hace lo que buenamente puede para arreglar el entuerto. Y lo consigue. Consigue que su hija deje de llorar y ya nadie haga caso a los demás niños y todo el mundo babee con su actuación.

La duda que me planteo es, saltándonos el hecho de que son niños y trasladándolo al mundo adulto, si debemos permitir que un inútil, en este caso la niña llorona, trastoque todo el trabajo de los demás componentes del grupo que sí lo están haciendo bien. Estamos creando una sociedad extraña en la que se premia al inútil que hace algo y no se tiene en cuenta al que hace lo que tiene que hacer y, además, lo hace bien.

Recuerdo cuando, en mis tiempos de estudiante, llegaba a casa con las notas. No es que fuera Einstein, pero trabajaba duro y sacaba buenas notas. Recibía de mis padres la típica caricia perruna consistente en dos golpecitos en la parte superior del cráneo.

Sin embargo, mi hermano, que era un puto flojo redomado, que no aprobaba ni siquiera el patio, hasta llegué a pensar que traía más suspensos que asignatura tenía, en el momento que aprobaba alguna asignatura se producía una eclosión de felicidad que inundaba el hogar de esperanza y alegría. Allí estaba yo con mi boletín de notas en una esquina mientras observaba como mi hermano era felicitado y zarandeado, así como premiado por haber sacado un puto cinco en religión o en gimnasia.

Para comprobar que lo que estoy diciendo es tal y como lo expongo, intenta, mentalmente, sin ir a ver el video, cuántas niñas y niños había en la actuación. No tienes ni pajarolera idea. Ese hombre ha captado tanto la atención que se ha vuelto viral. Pues así ocurre en casi todos los órdenes de la vida cotidiana. Todo se ha llenado de fuegos artificiales y de efectos especiales inútiles que tapan lo verdaderamente importante. Tanto que un poco más y agradecemos a esa niña que se haya comportado así para poder ver el espectáculo ofrecido por su padre.

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