Todo el mundo, incluso los niños pequeños, parece saber intuitivamente que el color rojo significa «stop» y el verde «adelante». Hoy en día, puede que demos por sentado los semáforos ─o que los maldigamos por ralentizarnos─, pero los semáforos fueron un importante invento que vinculó para siempre estos colores con el movimiento.
Se puede ver una placa conmemorativa del invento de Knight en 12 Bridge Street, Westminster, el edificio de la esquina cerca de donde se erigieron los semáforos originales. La ministra de Carreteras y Seguridad Vial, la baronesa Helene Valerie HaymanHelene Valerie HaymanWikipedia, que descubrió la placa el 4 de marzo de 1998.
Como medida preventiva, muchas ciudades y poblaciones grandes, erigieron torres de tráfico en las intersecciones más concurridas, pero eran hilarantemente rudimentarias en comparación con los semáforos modernos, en los que los agentes de tráfico señalaban manualmente el tráfico que se aproximaba mediante el parpadeo de luces de diferentes colores. Pronto quedó claro que había que estandarizar las normas de tráfico para que los conductores supieran siempre qué color significaba «stop» y qué color significaba «adelante», y a la hora de elegir los colores, los agentes de tráfico siguieron el ejemplo de los ferrocarriles, que originalmente tenían luces blancas para «adelante», luces verdes para «precaución» y luces amarillas para «stop», pero por aquel entonces habían adoptado la máxima moderna de los colores después de que la caída de las lentes demostrara el desastre que suponía utilizar luces blancas para «adelante». El rojo no tenía la sensación de «seguir», ya que era el color de la sangre y el pánico, así que se rehizo todo el esquema.

Al final, el método más eficaz para automatizar los semáforos fue ponerlos en marcha con un temporizador. El inconveniente de este sistema, por supuesto, es que a veces los coches tienen que esperar a que el semáforo se ponga en verde cuando no hay otros coches en la dirección contraria, pero era la mejor solución. En 1935, la Administración Federal de Carreteras adoptó oficialmente los semáforos en rojo, amarillo y verde como norma para todas las carreteras del país.

Un espectáculo
Inauguración de los discos luminosos
Gran regocijo del público
Anoche fueron inauguradas las señales luminosas que para regular el tránsito se han colocado en la calle de Alcalá.
Como la Prensa anunció la hora, en los sitios donde la innovación estaba instalada el elemento popular madrileño, deseoso siempre de hacer alarde de su inagotable buen humor, sin perjuicio de aceptar la nueva postura que la civilización nos trae a la corte, corrió a costa de ella un juergazo de esos que en Madrid son clásicos.
A las ocho de la noche las aceras de la calle de Alcalá, en las inmediaciones de la iglesia de San José, estaban invadidas por un gentío enorme, que en aquel sitio estratégico disponíase a ver funcionar los aparatos y a bromear de largo a costa de los incidentes que determinara la flamante innovación.
Comenzar el funcionamiento de las señales e iniciarse el chisporroteo de chistes y risas fue todo uno, acentuándose la juega cuando surgía alguna pequeña confusión entre guardias y conductores de vehículos. Por ejemplo, si al aparecer la señal amarilla algún transeúnte cometía la «locura» de bajar de la acera, un grito general le advertía humorísticamente que se jugaba la vida. El transeúnte, azorado, retrocedía o buscaba a saltos un andén como quien en un naufragio busca una tabla salvadora.
Madrid, en fin, aprovechó la circunstancia para desatar su optimismo y para derrochar el buen humor en él característico, que, con admiración y sonrisa, comentó toda España.
El alcalde, acompañado del señor Abarca, jefe de estos servicios y de la Guardia Municipal, recorrió los trayectos de las señales luminosas.
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