20/04/2024

La delincuencia sigue patrones raciales

El original es de este blog, traducido aquí y yo lo he copiado y adecuado según criterio propio. He decidido publicarlo porque me resulta curioso que, si hacemos el correspondiente trasvase de datos a España, tenemos por aquí cosas parecidas y personas que suelen hacer lo mismo. Como colofón, al final de la entrada, os dejo un vídeo, el famoso monólogo de Chris Rock que aclara la cosa un poco más. Ya os digo que si lo véis entero, lo del texto de la entrada os parecera una nimiedad comparado con lo que el actor dice en su monólogo, más si tenemos en cuenta que es negro.

Leer y comprobaréis que hay cosas que van a chirriar dentro de vuestras cabezas. A leer:

EL RELATO
Soy abogado de oficio en una gran área metropolitana del sur. Menos del 10 % de los habitantes de la zona en la que trabajo son negros, pero más del 90 % de mis clientes si lo son. El 10 % restante está formado principalmente por latinos y un número escaso de blancos. No tengo una explicación acerca del por qué, pero la delincuencia sigue patrones raciales. Los latinos, generalmente, cometen dos tipos de delito: violaciones de menores y conducir bajo los efectos del alcohol. Los negros cometen muchos crímenes violentos pero muy pocos de índole sexual. Los pocos blancos que veo cometen todo tipo de crímenes. En todos mis años como abogado de oficio he representado solamente a tres asiáticos, y uno de ellos era medio negro.

Cuando era un abogado recién salido de la universidad creía en la versión oficial de que los negros cumplen con la ley, son inteligentes y familiares, pero que al ser tan pobres se ven forzados a dedicarse a la delincuencia. El comportamiento real de los negros me resultó chocante.

Los medios siempre suavizan el comportamiento de los negros. Incluso las noticias que informaban de muchos de los crímenes con los que tuve que lidiar en los juicios, estaban sesgadas. Los telediarios omiten de manera intencionada los hechos que no favorecen al acusado, y a veces omiten los nombres que son fáciles de relacionar con personas negras. Todo esto hizo tambalearse mis ideas progresistas y tolerantes, pero me ha llevado años dejar de lado mis ilusiones y aceptar la realidad de lo que veo en el día a día. He representado a miles de negros y a sus familias, protegiendo sus derechos y defendiéndoles en los juicios. Lo que sigue son mis observaciones. Mi experiencia.

Aunque los negros son solamente un pequeño porcentaje de nuestra comunidad, el juzgado está abarrotado de ellos: los pasillos y los banquillos están repletos de acusados, familias y víctimas negras. La mayoría de los blancos con asuntos legales llegan en silencio, visten de forma apropiada y suelen ir cabizbajos. Entran y salen ─si pueden─ tan rápido como les dejan. Para los negros, el juzgado es como una fiesta. Todos parecen conocerse: cientos y cientos cada día, cotilleando, hablando alto, riendo e invadiendo los pasillos.

Cuando me designan como representante legal de un cliente me presento y le explico que soy su abogado. Le explico cómo se desarrolla el proceso penal y mi papel en el mismo y, le pregunto al cliente algunas cuestiones básicas sobre él. Llegados a este punto, puedo decir, sin miedo a equivocarme, cómo reaccionarán los defendidos. Los latinos suelen ser extremadamente educados y respetuosos. Un latino nunca me llamará por mi nombre y responderá a mis cuestiones directamente y con un respeto apropiado hacia mi posición. Los blancos muestran un nivel de respeto parecido.

Un negro nunca me llamará Sr. López, soy siempre Paco. No es raro que un negro de 19 años se dirija a mí como perro. Un negro siempre está murmurando quejas sobre aquello que le digo, y mira con desdén hacia el techo cuando, educadamente, le interrumpo para poder continuar con mi explicación. Por si fuera poco, todo lo que diga a los negros tiene que ser con un lenguaje de nivel de colegio de primaria. Si uso lenguaje estándar, normal, se enfadan porque piensan que estoy haciendo alarde de mi superioridad, de mis conocimientos.

En las fases iniciales de un caso explico el proceso a mis clientes. A menudo no tengo toda la información de los atestados policiales. Los negros son incapaces de entender que no tengo en ese momento las respuestas a todas sus preguntas, pero que las tendré en breve. Viven el aquí y el ahora y son incapaces esperar, no tiene paciencia. Normalmente, en la segunda reunión con el cliente tengo la mayoría de los atestados policiales y puedo conocer su caso a fondo.

Al contrario que la gente de otras razas, los negros nunca ven a su abogado como alguien que está ahí para ayudarles. Yo soy parte del sistema contra el que están en guerra. A menudo vierten su rabia en mí y con mucha facilidad me culpan, directamente, de cualquier cosa que salga mal en su caso.

Los negros a menudo tratan de poner zancadillas y desafían mis conocimientos legales o de los hechos del caso. A veces veo preguntas sinceras acerca de los elementos del delito o de sobre la interpretación de la sentencia, pero los negros hacen preguntas para probar mis conocimientos. Desafortunadamente, casi siempre se equivocan en su lectura e interpretación de la ley, y esto puede causar llevar a conflictos. Yo puedo explicarles la ley repetidamente y proporcionarle copias escritas de fundamentos jurídicos legales, mostrándoles, por ejemplo, del porque será condenado a 6 años de prisión, pero él seguirá pensando que una nota escrita a mano por su compañero de celda tiene valor de ley.

RIESGOS DE IR A JUICIO
La Constitución permite al acusado elegir tres caminos que serán cruciales en su caso. Puede decidir si se considera culpable o no. Puede decidir si desea tener un juicio con jurado o sin jurado. Y puede decidir si declara o permanece en silencio. Un cliente que insiste en testificar está casi siempre cometiendo un terrible error, pero no se le puede prohibir.

La mayoría de los negros son incapaces de expresarse adecuadamente en inglés. No saben conjugar los verbos. Tienen un conocimiento escaso de los tiempos verbales. Poseen un vocabulario muy limitado. No pueden hablar sin decir una palabra mal sonantes. A menudo se muestran violentos y amezantes en el estrado. Muchos, cuando testifican, muestran una falta total de empatía y son incapaces de ocultar una moralidad basada en la satisfacción de las necesidades inmediatas, las básicas. Esto suele ser un desastre, especialmente en un juicio con jurado. La mayoría de los miembros del jurado son blancos, y se horrorizan por el comportamiento de los delincuentes negros, que no poseen el menor atisbo de educación.

Los fiscales se frotan las manos cuando un acusado negro sube al estrado. Es como pescar en una bañera. Sin embargo, la defensa, por lo general, interroga a la víctima, que suele ser también negra y que, probablemente, de tan mala impresión en el estrada como la ha dado el acusado. Esto también es un regalo para la defensa, porque los miembros del jurado no pueden condenar a un acusado, incluso si piensan que es culpable, si la víctima los horroriza más que el delincuente.

La mayoría de los casos de delitos no van a juicio. A menudo, las pruebas contra el acusado son abrumadoras, y las posibilidades de condena son altas. El acusado está en mejor posición si llega a un acuerdo con el fiscal: declararse culpable de un cargo menor y obtener una sentencia más leve.

La decisión de petición de cargo menor se convierte en la fuerza de la evidencia. Cuando los negros hacen la pregunta más importante ─ ¿Vamos a ganar el juicio?─ les digo que no lo puedo saber, pero inmediatamente le describo los puntos fuertes y las debilidades de nuestro caso. Los puntos débiles suelen ser evidentes: hay cinco testigos en tu contra. O bien, hiciste una confesión tanto al detective como a tu abuela. Te pillaron en posesión de un móvil de color rosa con joyería incrustada con el nombre de la víctima del robo. Hay un video del asesino que llevaba la misma camisa que llevabas cuando te detuvieron, que tiene las palabras «In Da House» en la parte posterior, por no hablar de que tienes el mismo tatuaje de RIP Pookie 07/04/12 en el cuello que el hombre que sale en el video. Y así, todo.

Si le dices a un negro que la prueba es lo más perjudicial para su caso, te culpará. Tú no estás trabajando pa’ mí, me parece que en realidad pa’quien trabajas es pal Estao. Todos los abogados de oficio escuchamos esto demasiadas veces. Cuanto más se intenta explicar las evidencias a un negro, más se suele enfada. Tengo la firme creencia de que muchos negros no son capaces de analizar las pruebas contra ellos de manera racional, porque no pueden ver las cosas desde otra perspectiva. Simplemente no pueden entender cómo ven los jurados los hechos/pruebas del caso.

Esta incapacidad para ver las cosas desde la perspectiva de la otra persona ayuda a explicar por qué hay tantos delincuentes negros. No comprenden el dolor que infligen a los demás. Uno de mis clientes acusados por robo es un ejemplo perfecto. Él, y otros dos acusados, entraron en una pequeña tienda regentada por dos jóvenes mujeres. Los tres hombres llevaban la cara tapada. Sacaron las pistolas y encerraron a las mujeres en un cuarto trasero. Un de ellos golpeó con la pistola a una de las chicas. Un segundo atracador se puso encima, sobre la segunda chica mientras que el tercer hombre vaciaba la caja registradora. Todo esto estaba grabado en vídeo.

Mi cliente fue el que golpeó a la chica. Cuando me preguntó, ¿Cuáles son nuestras posibilidades en el juicio?, Le dije, No muy buenas. De inmediato se puso furioso, levantó la voz, y me acusó de trabajar para la acusación. Le pregunté que cómo pensaba que un jurado iba a reaccionar al video. No les importa, dijo. Le dije que el jurado probablemente se sentiría muy identificado con estas dos mujeres y que estarían enfadados con él por maltratarlas. Le pregunté si se sentía mal por haber golpeado y aterrorizado a las mujeres. Me dijo lo que sospechaba ─lo que demasiados negros dicen sobre el sufrimiento de los demás─: ¿Y a mi qué me importa? Ella no es yo. No es un pariente. Ni siquiera la conozco.

NO HAY PADRES
Como abogado de oficio he aprendido muchas cosas acerca de las personas. Una de ellas es que los acusados no suelen tener padres tal y como lo entendemos. En el más que improbable caso de que un negro al menos conozca el nombre de su padre, lo ve sólo como una persona lejana con la que no tiene absolutamente ningún vínculo. Cuando un cliente es sentenciado, a menudo pido misericordia basándome en que el acusado no tenía padre y nunca tuvo una oportunidad en la vida. He localizado a menudo al padre del hombre ─en la cárcel─ y lo he llevado a la audiencia de la sentencia para corroborar y testificar que nunca conoció a su hijo y que nunca movió un dedo para ayudarlo. A menudo, esta es la primera vez que mi cliente ha estado con su padre. Estas reuniones no son especialmente emotivas.

Muchos acusados negros no tienen ni siquiera madres que se preocupen por ellos. Muchos son criados por sus abuelas después de que el Estado les quite la custodia de los hijos a la madre adolescente que pasan de ellos. Muchas de estas madres y abuelas son mentalmente inestables, y están absolutamente desconectadas de la realidad a las que se enfrentan en los tribunales y en la vida misma. Una abuela de 47 años de edad negará que su nieto tenga vínculos con bandas a pesar de que su frente esté tatuada con un signo o lema de una banda. Cuando señalo esto, siempre de la forma más amable y comprensiva que puedo, me gritan. Cuando las mujeres negras comienzan a gritar, invocan el nombre de Jesús y gritan soeces, todo en la misma frase.

Las mujeres negras tienen fe en Dios, pero tienen una comprensión distorsionada acerca de la función del poder de Dios. No rezan para conseguir fuerza o coraje. Rezan para que los resultados de sus actos sean olvidados, por la satisfacción de las necesidades inmediatas. Una de mis clientas era una negra que rezaba, reuniéndose en círculo con sus cómplices, para pedir protección divina contra la policía antes de ponerse en marcha para cometer un delito.

Las madres y abuelas rezan en los pasillos de los juzgados, no por la justicia sino por la absolución. Cuando les explico que la evidencia de que su querido hijo asesinó al encargado de la tienda es abrumadora, y que él debería aceptar el acuerdo más que favorable que le ofrecen, que yo he negociado con el fiscal, me dirán que va a ir a juicio y que tendrá al Señor de su parte. Me dicen que hablan a Dios todos los días y que él les aseguró que el joven será absuelto.

Las madres y abuelas no parecen ser capaces de imaginar y entender las consecuencias de ir a juicio y perder. A algunas ─y esto es una realidad impactante que me costó mucho tiempo asimilar─ no les importa lo que suceda con el cliente, el familiar en cuestión, pero si es importante que parezca que sí les importa. Esto significa darse muchos golpes en el pecho mostrando indignación e insistiendo en ir a juicio a pesar de las terribles pruebas en su contra. Se niegan a escuchar a la única persona ─yo─ que tiene el conocimiento suficiente para hacer la mejor recomendación. Suelen perder el interés pronto por el caso, y suelen dejar de aparecer después de la tercera o cuarta vista del juicio. Este el momento en el que es más fácil para mí e intentó convencer de nuevo al cliente para que actúe en su propio interés y acepte un acuerdo de culpabilidad.

Una parte esencial del problema es que las jóvenes negras de clase baja empiezan a tener hijos a los 15 años de edad. Siguen quedándose embarazadas constantemente, con diferentes hombres, negros también, muchas de ellas hasta cinco o seis. Estas mujeres no van a la escuela. No trabajan. No tienen vergüenza alguna de vivir del dinero público. Planifican toda su vida en base a la expectativa de que siempre van a conseguir dinero gratis, sin tener que trabajar. No observo esto entre los blancos, latinos, o en cualquier otra raza o pueblo.

Los negros que tengo como clientes tampoco trabajan. Reciben pagas por incapacidad, por un problema mental o de una dolencia física mínima e incluso inexistente. No pagan nada: ni la vivienda (la abuela vive de pagas y él vive con ella), ni la comida (la abuela y la madre del bebé comparten con él), ni la manutención de los hijos. Cuando me entero de que mi acusado de 19 años de edad no trabaja ni estudia, le pregunto: ¿Qué haces en todo el día? Entonces me sonríe y me dice: Ya sabes, solamente me estoy relajando. Estos hombres viven en una cultura sin expectativas, sin exigencias y no se sienten avergonzados por ello.

Si le dices a un negro que se vista adecuadamente para el juicio sin darle las oportunas instrucciones, vendrá con ropa inapropiada lo más seguro. Representé a una mujer que estaba siendo juzgada por un delito de drogas, llevaba una gorra de béisbol con una hoja de marihuana bordada. También representé a un hombre que llevaba una camisa en la que se leía las leyes son para gilipollas justo en la audiencia para conseguir la libertad condicional. Nuestra oficina ofrece trajes, camisas, corbatas y vestidos para los clientes en los juicios con jurado. A menudo, se necesita todo un equipo de abogados para persuadir a un negro de que lleve una camisa y corbata en lugar de los colores de las bandas callejeras.

De vez en cuando los medios informan de que, aunque los negros son el 12&bsp;% de la población, forman el 40 % de la población reclusa. Esto se supone que es un ultraje, un trato injusto hacia los negros por parte del sistema penal. Lo que los medios de comunicación sólo insinúan es otra realidad asombrosa: la reincidencia. Los negros son detenidos y condenados una y otra vez. Es típico para un negro tener cinco condenas por delitos graves antes de cumplir los 30 años. Este tipo de antecedentes es poco frecuente entre los blancos y los latinos, y probablemente aún más raro entre los asiáticos.

Hubo un tiempo en nuestra oficina que estaba buscando un lema que definiese nuestra filosofía. Alguien dijo bromeando que debería ser: ¿Acaso no merecemos todos una duodécima oportunidad?

Soy progresista. Creo que los que son capaces de generar riqueza tienen el deber moral de proporcionar alimentos básicos, alojamiento y atención médica para aquellos que no puedan valerse por sí mismos. Creo que tenemos este deber, incluso, hacia aquellos que pueden cuidar de sí mismos, pero no lo hacen. Esta visión del mundo requiere compasión y la voluntad de actuar en base a ella.

Mi experiencia me ha enseñado que vivimos en una nación en la que es más probable que un jurado condene a un acusado negro que ha cometido un crimen contra un blanco. Incluso el más torpe de los negros lo sabe. Habría muchísimos más delitos de negros hacia blancos si esto no fuera tan obvio.

Sin embargo, mi experiencia me ha enseñado también que los negros son diferentes a todo el resto de las personas. No pueden razonar bien. No pueden comunicarse adecuadamente. No pueden controlar sus impulsos de la misma forma. Son una amenaza para todos los que se cruzan en su camino, ya sean negros o no, por igual.

No sé la solución a este problema. Lo que sé es que no es está bien engañar al público. Sean cuales sean las soluciones que buscamos, deben basarse en la verdad en lugar de lo que deseamos que fuese la verdad. En cuanto a mí, voy a seguir con mi deber de proteger los derechos de todos los que me necesitan.

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