29/03/2024

Jaime I, el rey que escribió su propia Crónica

Las crónicas de Jaume IJaime I de Aragón el ConquistadorJaime I de Aragón el ConquistadorWikipedia nos han valido para tener constancia de como fue su vida y carácter. Cuenta como en el sitio de El PuigEl Puig de SantamariaEl PuigWikipedia, se paso toda la noche sin poder dormir dando vueltas, pues había llegado a sus oídos que algunos de sus caballeros no querían continuar batallando y pensaban abandonarlo al día siguiente:

Nos revolvimos en la cama más de cien veces, poniéndonos ya de un lado, ya de otro, y sudando como si estuviésemos en un baño…

Detalle de la escultura de Jaume I que hay cerca de la Casa Grande de Castellón.

Cuando puso sitio en Valencia, una flecha lanzada por un ballestero infiel, le atravesó el casco de cuero que siempre llevaba puesto y se le clavo en la frente. Él mismo nos cuenta su reacción:

No fue la voluntad de Dios que nos pasase de parte a parte, pero se nos clavo más de la mitad, de modo que, en el arrebato de cólera que nos causó la herida, con nuestra propia mano dimos al arma tal tirón que la quebramos. Mientras tanto, chorreaba la sangre por el rostro; tanta, que tuvimos que enjugarla con un pedazo de cendalCendalTela de seda o lino muy fina y transparente. que llevábamos. Y con todo íbamos riendo para que no desmayase el ejército, y así nos entramos en nuestra tienda. Se nos entumeció, desde luego la cara y se nos hincharon los ojos de tal manera que estuvimos cinco días sin ver por el ojo a cuyo lado habíamos recibido la herida. Más pronto se calmo la hinchazón. Montamos otra vez a caballo, para que todos recobrasen el ánimo.

Consiguió conquistar la que parecía inexpugnable, la fortaleza de PeñíscolaPeñíscolaSituación de Peñiscola en EspañaWikipedia en 1225. Incluso a los moros impresiono el verlo al frente de su ejército. El alcaide de la fortificación había explicado que no tenía miedo a nada, ni a nadie y que si Jaume era tan valiente que lo demostrara viniendo a retarlo. Y Jaume acepto el reto. Con un ejército de 10 000 soldados y tan solo seis jinetes viajando en tan solo, según palabras del propio rey, «dos jornadas y una misa», para llegar desde Teruel a las playas de Peñíscola. Cuando los pobladores de la fortaleza lo vieron a pie de castillo, con su apostura, su casco y su altura, los musulmanes comentaron:

Senyor, queréslo tu axí? E nos lo queremos, ens fiaremos en tu e dartenos lo castello en la tu fe.
Y sin presentar batalla, le entregaron la fortaleza de Peñíscola.

La fortaleza de Peñíscola actualmente

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