Inventos que facilitaron las cosas a las mujeres
LA COMPRESA
Ante de las compresas había que recurrir a cosas insospechadas para esos días del mes que odian ellas y odian ellos, excepto los hematofilicos que aman la sangre. Hubo mujeres que se sentaban sobre un saquito de harina, las menos, básicamente porque la harina era cara. Las egipcias usaban tampones que servían a la vez para no quedarse embarazada y para las reglas abundantes. Loas asirios utilizaban esponjas naturales. Pero todo cambio cuando la empresa norteamericana Kimberly-Clark en el año 1921 invento una venda perforada de forma aleatoria, por unos sitios no, los extremos, y por el centro si. La empresa estaba ubicada en Nenaah, Wisconsin. Como su material principal era el algodón, cotton en inglés la empresa se llamó Kotex. Pero lo que fabricaba no era justamente practico y a un norteamericano en 1937, Earl Hass, decidió hacer un cilindro de algodón, muy parecido a los tampones que se utilizaban en la operaciones de cirugía para absorber el exceso de sangre en incisiones. Ese mismo año lo patento y creo la potente firma Tampax. Al ser un tema tan íntimo, las mujeres tuvieron reparos morales en usar el nuevo producto. Después de la II Guerra Mundial triunfó.

LA MENSTRUACIÓN EN LA CULTURA RELIGIOSA

LA FREGONA
En 1956 se inventó la fregona y en 1970 en el Diccionario de la RAE se podía leer de entrada
Criada que sirve en la cocina y friega.
La palabra tiene raíz latina, de fricare que significaba restregar, fregar. Fregar era una de las labores más ingratas de la limpieza doméstica, reservado siempre al más bajo servidor o a la criada más reciente del servicio, que restregaba el suelo. Las fregonas solían convertirse en mujeres musculadas con aspecto hombruno. El ingeniero aeronáutico y diseñador industrial, Manuel Jalón, consiguió que las mujeres dejaran de arrodillarse, con la idea de añadir unas tiras de algodón a un palo, al que originalmente denomino mopa del inglés mop que significaba estropajo. En 1960 un ingenio anónimo acoplo un escurridor al cubo y dio al conjunto el nombre de fregona.
La primera publicidad que se hizo de la fregona decía textualmente:
Lo mejor para el lumbago
Coincidió en el tiempo con el boom turístico y gracias a ello se dio a conocer por todo el mundo.

LA ASPIRADORA
La aspiradora nació por que un hombre M. R. Bisell, dueño de una tienda de objetos de porcelana tenía que limpiar la tienda a escobazos y el polvo le producía alergia. Por eso se las compuso para crear un cepillo que giraba, eso en 1876. En 1898 se presento otro artefacto, que no llamaríamos aspirador ni por asomo, que consistía en una caja de metal con una bolsa con aire comprimido en su interior que al ser expulsado lo que pretendía era dirigir el polvo hacía la caja, cosa que, por supuesto, no ocurría. Lo que hacía literalmente era expeler el aire y repartir el polvo a discreción. Se llamaba Grand Rapids.
Pero el germen estaba allí. A la presentación de lo anterior acudió Hubert Cecil Booth que había diseñado, por ejemplo, la gran noria de Blackpool en Londres y la noria gigante de Viena, que se puede ver e hizo famosa la película en la que participa Orson Wells basada en un libro de Graham Green “El tercer hombre”. Viendo el desastre de la demostración que se hizo en el Empire Music Hall creyó que lo que la máquina tenía que hacer era absorber el aire, aspirarlo. Su experimento previo fue aspirar con la fuerza de sus pulmones y por la boca, el forro del respaldo de un sillón. Se trago todo el polvo de una atacada, pero comprendió rápidamente cual era el principio a seguir.

Las antiguas aspiradoras eran armatoste enormes que para cumplir su función eran accionadas por personas que manejaban un enorme fuelle. Otros utilizaban una barredora que como filtro usaba agua. Ya viene de antiguo lo de sin filtro. Pero lo que hizo posible nuestro invento fue la electricidad. La primera que realmente aspiraba, la diseño Murray Spengler, de Ohio. Lo que invento fue una aspiradora de dimensiones descomunales que tenía que ser transportada en un carro de caballos o en un vehículo a motor, en el interior de los cuales estaba todo lo necesario: una bomba, una cámara para el polvo, el motor. Las mangueras era introducida por las ventanas de las casas y los operarios aspiraban. Era poco práctico, pero funcionaba
Como podéis observar, en un principio no se había pensado en que cada familia tuviera una. Los clientes eran los dueños de grandes locales públicos; el primer encargo realmente importante fue aspirar el polvo de la enorme alfombra que estaba en la Abadía de Westminster para que pudiera pisarla con gallardía el rey Eduardo VII cuando lo coronaran, en 1901. Pero tuvo más usos, algunos muy curiosos, como el de aspirar el suelo del Crystal Palace de Londres durante la I Guerra Mundial. Allí se encontraba situado el hospital donde estaban los enfermos de tifus exantemático. Se pensaba que se contagiaba por el polvillo en suspensión. Pues bien, se llevaron hasta allí 15 aspiradoras que trabajaron día y noche para extraer 36 camiones de polvo y que por casualidades de la vida, parece que hicieron que la epidemia cesara. Aspiraron suelos, techos, vigas, paredes, todo. Lo que se consiguió es fama y reconocimiento para este invento.
Pero la realmente práctica fue la Modelo O, comercializada en 1908 y posterior la Baby Daisy. Se acabo dar de palos a las alfombras.
LA LAVADORA
En la Roma clásica las mujeres lavaban la ropa en lavanderías publicas ubicadas junto a los caminos a la entrada de los pueblo. La ropa se pisaba en tanques como la uva en los lagares. Lo normal era embadurnarla de barro que servia como rascador y luego restregarla contra las piedras del rio. Luego apareció la tabla de lavar contra la que se frotaba enérgicamente. Una tina de madera triunfo en la Edad Media: una tina se llenaba de agua caliente con jabón en la que con unas palas se meneaban constantemente. En 1677, John Hoskins escribió a Robert Hooke lo siguiente:
Tiene el caballero Hoskins un procedimiento para lavar las telas finas, y es meterlas dentro de una bolsa de cordel de fusta sujeta por un extremo y retorcida por una rueda y cilindros sujeto por otro extremo. Gracias a ello las telas más sutiles se lavan al retorcerlas sin que se dañen.
Hay que tener en cuenta que en aquellos años la gente solía oler mal. La higiene, como todos sabemos en la Edad Media era una de las cosas que menos se tenían en cuenta. Además la condición de las telas hacía que no se lavaran para no destrozarlas. Las señoras regalaban a sus sirvientas los trajes que ya no podían usar por la peste. Total la nueva usuaria olía como la vestimenta: fatal. Ya en 1691 un ingeniero británico, John Tyzacke invento una cosa que se asemejaba a una lavadora industrial. Unos calderos gigantes llenos de agua hirviendo servían para desprender la inmundicia de las telas, mientras dos rudos hombres con sendas palas removían el contenido. Posteriormente se mecanizaron las palas. Aunque no se había relacionado la suciedad con las enfermedades el nuevo invento había conseguido dos cosas básicas:
- la ropa tardaba más tiempo en heder.
- el contacto con los tejidos recién lavados era agradable y suave.
A finales del siglo XIX se pensó en colocar la ropa dentro de una caja de madera y darle vueltas con una manivela. En eso estaba Hamilton Smith, que creo la primera lavadora de tambor giratorio. Era un tambor hexagonal que movía la ropa metida en agua. En 1884, William Thomas le añadió la posibilidad de calentar en agua mediante una llama alimentada con gas. Sería la primera lavadora que usaba agua caliente. La publicidad decía:
Su funcionamiento es tan sencillo que hasta un niño puede lavar seis sábanas en quince minutos; las ropas queda más blanca con esta máquina que con cualquier otra, y ademas, duran más del doble.
El caso es que no había competencia. Ya en 1906 se le aplicó un motor, gracias a Alba J. Fisher y en 1914 se comenzaron a fabricar las primeras lavadoras eléctricas. Los motores estaban al descubierto y es bien sabido que agua y electricidad no son buenas compañeras. Por eso las señoras de los hogares les tenían un respeto más que merecido. Ya en 1920 apareció el tambor mecánico y así la lavadora tal y como la conocemos. Luego alguien creo el centrifugado, después la programación y los ciclos de lavado, después la lavadora horizontal, la vertical estrecha. Y siguen apareciendo artilugios extraños que añaden oxigeno al lavado, los súper motores que exprimen la ropa que parece que no se ha mojado. Y más que queda por venir.
