El dispositivo intrauterino debe ser introducido y extraído del útero por un profesional de la salud, normalmente un ginecólogo. El DIU permanece en el útero continuamente mientras que no se desee el embarazo. Dependiendo del tipo de DIU puede tener una permanencia y duración entre 3 y 12 años (el modelo de cobre T 380A es eficaz hasta por 14 años).
En la antigüedad, el hombre no conseguía unir dos conceptos: tener sexo con coito incluido y que de allí iba a nacer un ser humano. Los celtas pensaban que hasta el agua que corría por una corriente podía dejar preñada a una mujer, y los egipcios ya practicaban el escaqueo con la excusa de que la mujer podía quedarse preñada de otras maneras, no solo con la relación con el hombre. Las jóvenes griegas, por ejemplo, no decían que se habían quedado preñadas de un hombre físico, del barquero, el pastor, el filósofo o el carpintero, no, eran más poéticas. Les comentaban a sus padres que habían sido fertilizadas por un dios con forma humana. Los padres se alegraban porque el yerno podía ser cualquier persona, apurándome mucho, hasta un Cristiano Ronaldo o un Jesús Vázquez.
Aristóteles, un señor avanzado para su tiempo, pensó que lo que era lo que conocemos como semenSemenWikipedia consistía en unos hombrecillos o humúnculos con cabeza, pies, manos, dientes, pelos que nadando en el líquido seminal alcanzaban la matriz y allí adquirían el tamaño de un recién nacido. En 1492, fecha insigne porque ocurrieron dos cosas tremendas a uno y otro lado del océano, aquí el nombramiento de Torquemada como Gran Inquisidor y en América la llegada de Colón que jodió a los indígenas, aunque, por otra parte, si los llegan a descubrir los ingleses no hubiera quedado ni la muestra, todavía, volviendo al relato original, se pensaba lo de los hombrecillos ranas en el semen. Pero tampoco es que hayamos avanzado mucho, más de 600 años después, en pleno siglo XX, las muchachas huían de la brisa, no fuera a ser que se quedaran encintas. Cosa que en la actualidad ocurre con algunas tribus aborígenes de Australia y ciertas tribus africanas, donde las mujeres que no se quedan embarazadas corren libres por la sabana a ver si el viento las posee.
En ciertas tribus de Papúa Nueva Guinea la preñez viene dada por un fantasma que posee a las mujeres cuando estás se bañan. Las nativas australianas, cuando yacían con los hombres blancos, si por un casual se quedaban embarazadas y parían un mestizo, se excusaban diciendo que el color era a causa de haber comido harina de europeo. Entonces los nativos lo ven con naturalidad y adoptan a esos niños como hijos propios. En Groenlandia se pensaba que la Luna podía fecundar, a principios del siglo XX aún. Las mujeres bretonas, vecinas de las galesas y británicas, huían despavoridas de los rayos de la Luna, por lo que ya sabemos. En la India, las mujeres se protegen del sol por la misma razón, evitar embarazos no deseados.
Durante miles de años, la única forma de evitar quedarse embarazada era el famoso y aún usado coitus interruptus o marcha atrásEs un método de contracepción en el cual una pareja tiene relaciones sexuales, pero el pene es retirado prematuramente y el semen es eyaculado fuera de la vagina, o no es eyaculado y es retenido dentro del cuerpo., el pecado bíblico de Onán.
No fue hasta el 3500 a. de C. que se buscaron soluciones alternativas. En China se aconsejaba a la mujer, finos estos chinos, que bebieran una cantidad determinada de mercurio calentado en aceite para envenenar al feto, cosa que por supuesto solía acabar con la vida de la madre. No era un método contraconceptivo, sino más bien un método abortivo, aunque más bien parece un asesinato en diferido. Los primeros DIUS de los que se tiene constancia eran cáscara de cítricos y siglos más tarde, Hipócrates recomendaba introducir cáscaras de almendra. Las señoras egipcias, antes de acostarse con un hombre, introducían en su vagina una mezcla de excremento de cocodrilo y miel, vamos lo que viene siendo dulce y ¿salado?, puajjj. Pero por lo visto funcionaba: la miel con su viscosidad atrapaba el esperma y la acidez del excremento de cocodrilo mataba a los espermatozoides. Parece ser que fue el primer espermicida de la historia. En unos papiros, el de Petri (1850) y el de Ebers (± 1500 a. C.) se refleja este y otros métodos que por lo menos resultan curiosos:
Eran tan famosos y parecían que eran efectivos que en tiempos de Cristo se seguían utilizando. Por ejemplo, los camelleros, los dueños de camellos, introducían huesos de albérchigoAlbérchigoDel ár. hisp. *albéršiq, y este del gr. περσικόν persikón; propiamente «persa». → 1. m. Fruto del alberchiguero, de carne recia, jugosa y de color amarillo muy subido, y cuya piel, amarillenta también, tiene una mancha sonrosada muy encendida por la parte donde más le da el sol. Es de tamaño vario, aunque por lo general de unos seis centímetros de diámetro. en el cuello del útero de las camellas.
El ser humano utilizó objetos de artesanía y materiales de todo tipo como el vidrio, el marfil, la madera y el ébano, la plata y el oro y el platino incrustado de diamantes que se introducían en la cavidad uterina con resultados muy variables. Como vemos, los dispositivos, considerados como una técnica moderna, constituyen en realidad algo cuyo origen se remonta a tiempos muy antiguos.
Entre las mujeres de la vida, licenciosas, de vida disipada o prostitutas, era común la introducción hilachas de tela o hilos de pergamino en el útero. También se suelen usar líquidos de diferente acidez: zumo de limón, vinagre o plantas y especias como el perejil y la mostaza. También soluciones salinas y jabonosas. Pero el DIU o barrera contraceptiva se usaba desde el siglo IV a. C. como una simple corteza de granada. En Roma tenemos el testimonio de Sorano de ÉfesoSorano de ÉfesoSorano de Éfeso (98-138 d. C.) fue un médico griego, ejerció su profesión en Alejandría y luego en Roma, fue uno de los principales representantes de la escuela metódica y autor de la primera biografía conocida de Hipócrates. Sus tratados sobre las enfermedades de la mujer le llevaron a ser considerado uno de los padres de la ginecología. Wikipedia, ginecólogo griego del siglo III a. de C. que aconsejaba:
En Persia las mujeres empapaban esponjas con una mezcla de alcohol y otras sustancias parecidas como la quinina o el yodo y eran introducidas en la vagina antes del acto. Será por ello que era tan intenso el comercio de esponjas en esta época.
La cosa comenzó a cambiar en el año 1860 cuando el doctor Foot creo el método del capuchón cervical, aunque cayo rápidamente en el olvido. Poco después, el doctor Kafka puso de oda los dedales de celuloide, plata, oro o platino, hasta la aparición del caucho que se afianzo en el mercado. Los antecedentes de los dispositivos modernos fueron los pesarios colocados en el cuello del útero. El primer dispositivo intrauterino diseñado especifica mente para la anticoncepción, fue un anillo de fibra de gusano de seda, descrito por Ritcher, médico alemán.
Pero sin duda, el descrito por Mesinga en 1882, el doctor alemán Wilhelm P. J. Mesinga que consistía en una semi circunferencia de forma hueca, pesario oclusivo o «capuchón holandés» que adquirió gran fama en el período entre guerras y cuya publicidad explicaba:
Poco después apareció el preservativo femenino, un objeto de caucho, el diafragma. Pero en 1984 surgió otra vez la antigua esponjita siria con un ingrediente adicional: el monoxynolEl Nonoxinol-9, algunas veces abreviado como N-9, es un agente que forma parte de la familia de los nonoxinoles y se utiliza como ingrediente en diversos productos cosméticos y de limpieza, pero es también ampliamente usado en anticonceptivos por sus propiedades espermicidas..