29/03/2024

De Enrique VIII para Ana Bolena

Casado desde hacía 16 años con Catalina de AragónCatalina de Aragón y CastillaCatalina de Aragón y CastillaWikipedia, que no conseguía darle un heredero, el rey había tenido varias amantes en la corte británica cuando Ana Bolena regresa a Inglaterra después de dar por concluida su educación en Francia. Enrique caerá inmediatamente rendido a los encantos de la joven, bastante culta e independiente para la época, además de hermana de hasta entonces su amante oficial, María BolenaMaría BolenaMaría BolenaWikipedia. Pero a pesar de alimentar una relación de seducción y constante provocación mediante una exaltaba correspondencia, Ana se habría resistido a los avances del rey hasta estar segura que el rey conseguía disolver su matrimonio, para poder convertirse en reina.

Desde 1525 hasta 1532, el monarca expresa en sus cartas –tanto en inglés como en francés– un amor ardiente, reiterando de forma vehemente la necesidad que tenía del afecto por la mujer que tardó siete años en conquistar.

Este amor cambió la historia: para conseguir casarse con la mujer que tanto deseaba, el rey rompió con la Iglesia Católica, creando la Iglesia anglicanaIglesia de InglaterraLa Iglesia de Inglaterra (en inglés, Church of England), también llamada la Iglesia anglicana, es la Iglesia protestante mayoritaria en Inglaterra y actúa como «madre» y «primera antigüedad» de la Comunión anglicana. Es también Iglesia-miembro fundadora de la Comunión de Porvoo y origen del anglicanismo. Wikipedia. Ana fue coronada reina de Inglaterra el día 1 de junio de 1533, pero la convivencia del matrimonio, la presión para que le diese un heredero cuanto antes y el temperamento autoritario del monarca acabarían por reservarle un destino aún más trágico del que sufrió su antecesora, despojada de sus títulos y hasta de sus aposentos. Ana sería decapitada en la plaza pública después de haber sido acusada de incesto con su hermano, adulterio y alta traición.

Aquí os dejo la carta de amor, una de las intensas sin guarradas, para que después os hagáis la idea de que cualquier cosa que pueda pasar, pasará. Ya lo dicen los viejos literatos: las palabras se las lleva el viento.

Carta n° 4

       Mi señora y amiga, mi corazón y mi persona nos rendimos ante vos, suplicándoos que siga y favoreciéndonos con vuestro amor que, a causa de la distancia, vuestro afecto por ambos no disminuya: pues sería una gran pena aumentar nuestro dolor, en el que la ausencia ya provoca el suficiente y mucho más de lo que nunca creí poder sentir, recordándonos a que el principio de astronomía según el cual, cuanto más largos son los días, más distante está el sol y, sin embargo, más calienta. Así sucede con nuestro amor, que pese a la ausencia que mantenemos, incrementa no obstante su fervor, al menos por mi parte, si bien deseo suceda igualmente por la vuestra, asegurándoos que por mi lado el dolor de la ausencia ya es demasiado grande para mí; y cuando pienso en que mi sufrimiento aún no hará sino aumentar, me resulta casi intolerable, salvo por la firme esperanza de poder mantener vuestro inalterable afecto hacia mí, y para recordároslo , en vista de que no puedo estar presente en persona os envío el objeto más cercano posible, a saber, mi retrato montado en un brazalete, con todo el objeto que ya conoces, deseando poder estar en su lugar, si así nos complace.

Escrito de mano de vuestro leal servidor y amigo,

H. R.

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