por Una señora que ha muerto recientemente, llega a las puertas del cielo, donde San Pedro la está esperando.
—Buenos días, mi queridísima amiga. Antes de que te acomodes, vamos a ofrecerte opciones. Para que no te quedes con las ganas de saber «y si hubiera elegido…». Aquí tenemos por costumbre ofrecer 24 horas en el infierno y 24 horas en el cielo. Para que puedas elegir con fundamento.
La mujer encantada de poder tener una idea clara de los dos sitios, se deja acompañar hasta el ascensor para descender a los infiernos. Durante un breve periodo de tiempo bajan con una música preciosa por acompañamiento y cuando se abren las puertas, una vez ya en el infierno, se encuentra con gran sorpresa que está ante un campo de golf precioso, verde, ideal, que a lo lejos se observa un club y delante del mismo hay un grupo de personas, que conforme se va acercando y observa con detenimiento sus rostros, consigue identificar a todas sus buenas amigas. Van vestidas con trajes preciosos y todas llevan una manicura y unos vestidos ideales. Hasta la piel parecen tener tersa y rejuvenecida. No las recordaba así.
Todas corren hacia ella, la saludan, la abrazan, la besan. Recuerdan buenos tiempos y viejas historias. Rememoran confidencias de otros momentos. Deciden, ya que están allí, jugar unos hoyos. En ese momento hace acto de presencia el Diablo mismo en persona, que resulta ser un ser amable, atento y dispuesto a compartir contigo sus experiencias y momentos. Luego deciden ir a cenar aún restaurante del club en la que como plato principal sirven Langosta y cualquier manjar que desees con solo pedirlo. Todo es posible. Después de una cena maravillosa y una sobremesa encantadora, se cumple el tiempo y debe regresar al ascensor para subir con San Pedro al cielo.
Ha llegado el momento de pasar sus 24 horas en el cielo. Pasa todo su tiempo relajada, cantando y saltando de nube en nube. Se le acerca Dios, que es un ser con empaque, serio y formal, que la saluda amablemente. Está muy relajada y Dios le ha transmitido tranquilidad y sosiego, además de confianza. Y en un momento han pasado las 24 horas.
—Ahora, mi buena señora, después de pasar 24 horas en ambos sitios, ha llegado el momento de que decida —, le comenta San Pedro.
—Pues verá usted —le dice la señora. —Aunque lo he pasado muy bien y muy tranquila aquí en el cielo, creo que me lo pase mucho mejor en el infierno. Así que elijo el infierno.
—Perfecto —le comenta San Pedro. —¿Es su elección final, verdad?
—Si —asevera ella.
La coge del brazo, la lleva hasta el ascensor y deja que marche a su destino.
Cuando se detiene el ascensor, se abren las puertas y lo que encuentra delante de ella es un desierto yermoYermo, maDel lat. tardío erĕmus, por erēmus, y este del gr. ἔρημος érēmos. → 1. adj. inhabitado. Apl. a lugar, u. t. c. s. m. → 2. adj. No cultivado. Apl. a terreno, u. t. c. s. m. solo con basura, desperdicios y podredumbre. Sus amigas están vestidas con harapos y se dedican a mirar entre los restos desperdigados para poder comer. Se le acerca el diablo, que es un señor con barba sucia canosa, con gafas y que habla un tanto raro, como siseando y la saluda. Ella lo mira y le pregunta:
─Ayer estuve aquí mismo y todo era verde, un campo de golf precioso, con un club maravilloso donde daban de comer divinamente. Con mis amigas, que son esas señoras que ve usted, baile y disfrute mucho. Pero ahora todos es lúgubre LúgubreDel lat. lugŭbris. → 1. adj. fúnebre (‖ muy triste). → 2. adj. Sombrío, profundamente triste., nadie parece feliz, ellas parecen pobres y descontentas. ¿Qué es lo que ha pasado?
—¡Ay! Mi buena shhheñora —le comenta el diablo —, ayer eshhhtabamoshhh en campaña. Pero hoy, ya ha elegido y votado por noshhtroshhh.
