20/04/2024

¿Cómo murió Rasputín?

rasptin_admiradoresGrigori Ifamovich Rasputín provenía de un pequeño pueblo de Siberia. Su padre era ladrón de caballos, destreza que heredó y ejerció durante su díscola juventud. Lucía en la frente una gran cicatriz que daba fe de ello, pues era fruto de sus encontronazos con los campesinos víctimas de sus hurtos.

Huyendo de las pesquisas policiales y ávido de sensaciones, a los treinta años decide abandonar a su esposa y a sus tres hijos e iniciar una nueva existencia convirtiéndose en staretzs, trotamundos mendicante que ejerce como santón curalotodo, un místico que pese a no haber sido nombrado sacerdote ha visto la verdadera luz divina. Dotado de una imponente apariencia física su cuerpo es musculoso y fornido. Su aspecto es desaliñado y sucio pero lo compensa con una imponente apariencia física, con su cuerpo fornido y musculoso. Además, ejerce un magnetismo innegable concentrado en su penetrante mirada y en sus subyugantes palabras, que seducen de manera imperativa y contundente.

A fines de 1903 Rasputín llega a San Petersburgo precedido de cierta fama como profeta y sanador. La sociedad rusa de aquella época se halla sumida en un ambiente de misticismo que propicia su acogida. Su exótico aspecto le abre rápidamente las puertas de la corte, donde, pese a su humilde origen, sabe desenvolverse con facilidad y destreza. La gran duquesa Militza, aficionada a las ciencias ocultas, le presenta a Ana Vyrubova, amiga íntima de la emperatriz, quien le introduce en la corte.

Se desconoce a ciencia cierta cómo consigue el favor de los zares. Se afirma que fue su poder sanador, en la persona del pequeño zarevitz, enfermo de hemofilia, lo que le valió los favores de la zarina. Es evidente que impresionó y conquistó al zar y a su esposa, que vieron en él un puente con la verdadera Rusia, un enlace directo con el país profundo que les permitía saltarse a los vociferantes y molestos políticos de la Duma. En noviembre de 1905 Nicolás escribía en su diario: «Hemos conocido a un siervo de Dios, Grigori, de la provincia de Tobolsk». El poder que ejerce sobre Nicolás II, de manos de la emperatriz es innegable. «El zar reina pero Rasputín gobierna», se decía. Pero realmente que paso después para que acabará como acabo.

El asesinato de Grigori Rasputín en 1916 sigue rodeado de una nebulosa de misterio. Monje de pacotilla, sucio, melenudo libertino, amante de las orgías y las borracheras, sin embargo amigo de la zarina y consejero directo del zar Nicolás II poco antes de que comenzará la Revolución rusa en 1917. Pero de todas las que hay por ahí dando vueltas, ¿cuál es la versión verdadera sobre su muerte?

En la década de 1920 se pudo ver una demanda en Londres, ante el Supremo presidido por el juez Avory. Era por una película que realizó la Metro-Goldwyn-Mayer en la que Rasputin aparecía como amante de la princesa Yusupov; por supuesto el demandante era su esposo el príncipe Yusupov. Ambos dos príncipes negaban clamorosamente lo que se veía en la pantalla. Sir Patrick Hastings, abogado del príncipe relata todo el juicio en unas memorias publicadas en 1949.

Los príncipes al acudir a declarar causaron muy buena impresión lo que deja en duda y desplumaron a la productora una cantidad disparatada, de 25.000 libras de aquel momento. Posteriormente, en Inglaterra, cuando la Revolución rusa acabo exitosamente, el príncipe Yusupov declaró a una pregunta de Hastings:

Si, yo maté a Rasputín. Era mi deber, así que acabe con él.

La zarina, preocupada por la salud de su hijo, enfermo de hemofilia, enfermedad hereditaria que se caracteriza por un defecto de la coagulación de la sangre debido a la falta de uno de los factores que intervienen en ella y que se manifiesta por una persistencia de las hemorragias, confiaba en Rasputin ciegamente, esto ayudo a que una serie de aristócratas rusos desconfiaran del criterio de su alteza. Y ante la posibilidad de que el falso monje consiguiera una deriva desafortunada en las decisiones de la princesa, decidieron asesinarlo en diciembre de 1916. Parece que tenían claro que la empresa iba a ser difícil. Las supersticiones decían que Rasputin era inmune a los venenos y a las balas. Comenzaron invitándolo a una fiesta de las que el alcohol era el principal aliciente.

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Cuando Rasputin acudió raudo y veloz al lugar, la orquesta estaba tocando pero no para entretenerlo, era para ocultar el posible ruido que se produciría en el forcejeo de la lucha. Le ofrecieron pasteles, a los que era muy aficionado, con el único inconveniente para su salud de estar «borrachos» de cianuro en cantidad suficiente para dejar K.O. a un caballo. Pero él como si nada, se lo comió todos y siguió a lo suyo: fiesta. Yusupov ante tanta normalidad decide darle más motivos para morir y le vacía todos los tiros de su revólver. Pero en vez de morir, se dedica a dar vueltas por la estancia resoplando y arrasando con todo a su paso. Cuando cae finalmente al suelo, el príncipe lo remata a golpes con una barra de metal. Todos a una lo cogieron y tiraron el cadáver al rio Neva que en esa época del año suele estar congelado. Pero cuando encontraron el cuerpo y lo sacaron del río, encontraron agua en sus pulmones, lo que supone que no murió después del veneno, los tiros y la paliza, sino ahogado en las aguas congeladas. Todo esto me recuerda a esta escena de Peter Sellers en El guateque.

¿Pero fueron ciertas las declaraciones de Yusupov? Brian Moynahan, periodista e historiador que ha investigado en profundidad los documentos que sobre el juicio y muerte de Rasputin hay, lo relata con pequeños matices.

Cuando acudió a la fiesta el monje fue recibido por prostitutas. No tardaron cuatro horas en acabar con él, sino tan solo dos. Y cuando se terminó el trabajo unos cuantos hombres enmascarados salieron de la fiesta transportando un cuerpo que fue arrojado al río. En la autopsia no se encontraron vestigios de veneno, lo que indica que fue tiroteado nada más.

El príncipe que murió en 1967 mantuvo siempre la certeza de su versión que siempre contaba de la misma manera con leves retoques. Y dejo dicho:

Los papeles demuestran que la supuesta invulnerabilidad era un mito. Los que lo mataron, adornaron la narración, no han conseguido más nada que perpetuarle.
GRIGORI IFAMOVICH
(en ruso Григо́рий Ефи́мович Распу́тин; 9 de enero/ 21 de enero de 1869 ─ 17 de diciembre/ 30 de diciembre de 1916) fue un místico ruso con una gran influencia en los últimos días de la Dinastía Romanov. Rasputín es la transcripción al español procedente de la francesa, aunque más acorde con la pronunciación en ruso es la forma Rasputin. También fue conocido como «el Monje Loco».

Os dejo con algunas de sus frases o máximas, no lo tengo claro aún:

  • ¡Antes de que podamos arrepentirnos, tenemos que pecar.
  • Me besas, te besó Dios. Tú te acuestas conmigo, tú te acuestas con él.
  • Usted siempre va a fracasar, porque su alma está muerta.
  • Dios ha visto tus lágrimas y escuchó sus oraciones. No temas, el niño no va a morir.
  • Un pedazo de pan es más precioso para el hombre que una montaña de diamantes y oro, Amén.
  • Llegará un tiempo en que el sol llorará sobre la Tierra y sus lágrimas caerán como chispas de fuego que abrasarán las plantas y quemarán a los hombres.
  • Y cuando los dos fuegos sean apagados, un tercer fuego quemará las cenizas. Pocos hombres y pocas cosas quedarán; pero lo que quede deberá ser sometido a una nueva purificación, antes de entrar en el nuevo paraíso terrestre.
Esta es la última carta de Rasputín en la que se predicen algunas cosas con certeza desconcertante:
Escribo esta carta, la última, que quedará tras de mí en San Petersburgo. Tengo la premonición de que moriré antes del 1 de enero (1917). Le escribo al pueblo ruso, a Papa (el Zar Nicolás), a Mama (la Zarina Alejandra) y sus hijos, a toda la Patria Rusia, aquello que ellos deben saber y comprender. Si he de morir por la mano de gente ordinaria, especialmente por mis hermanos -los campesinos rusos- entonces tú, Zar de Rusia, no has de preocuparte por tus hijos: ellos gobernarán Rusia por los siguientes 100 años.

Pero si he de morir por la mano de los nobles y los aristócratas, si son ellos quienes rieguen mi sangre, y mi muerte queda en sus manos, entonces 25 años pasarán antes de que puedan lavar mi sangre de sus almas. Ellos tendrán que abandonar Rusia; los hermanos matarán a sus hermanos, las personas se matarán y odiarán unas a otras. En 25 años no quedará una gota de sangre noble en Rusia. Zar de las tierras rusas, si tú escuchas la campana funeraria a la muerte de Grigori y sabes que uno de tus parientes es culpable por mi muerte, entonces te digo que ningún miembro de tu familia, de tus hijos y parientes, vivirá más de 2 años. Y si viven rogarán a Dios la muerte, pues verán la desgracia y la vergüenza de la tierra rusa, la llegada del anticristo, la pestilencia, la pobreza: serán profanados los templos y escupirán en los santuarios donde todos se volverán cadáveres. Tres veces 25 años los bandidos de negro, sirvientes del anticristo (Hitler), destruirán el pueblo ruso y a la fe ortodoxa. Y la tierra rusa perecerá. Y yo pereceré, es más, yo ya he muerto, no estoy más entre los vivos. Reza, se fuerte, piensa en tu familia bendecida.

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