29/03/2024

Un poco de ayuda para superarte a ti mismo

Vivía preocupado un científico por los problemas que agobian al mundo, y se propuso un día encontrar la solución para disminuirlos. Pasaba días encerrado en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de siete años, invadió su laboratorio decidido a ayudarlo en su trabajo. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que se fuera a jugar a otro lado y viendo que el niño no se iba, busco algo para poder entretenerlo.

De repente vio un mapamundi en una revista, y con una tijera recorto el mapa en varios pedazos. También le dio un rollo de cinta adhesiva diciéndole al niño:

—Como a ti te gustan los rompecabezas, entonces voy a darte el mundo para que lo puedas arreglar. Aquí tienes el mundo todo roto y destrozado. Mira como puedes arreglarlo.

El científico calculó que al niño le llevaría días para arreglar el mapa hecho pedazos.

Algunas horas después, escucho la voz del hijo que le llamaba felizmente:

—¡Padre, padre, logre arreglar el mundo!

Al principio el padre no dio crédito a las palabras del hijo. Pensó que a la edad de su hijo seria imposible arreglar un mapa que jamás había visto.

Entonces, el científico levanto sus ojos para ver el trabajo realizado por su hijo, seguro que vería un trabajo digno de un niño. Sin embargo, para su sorpresa, el mapa estaba completamente armado. Todos los pedazos habían sido colocados en su sitio.

¿Cómo es posible? ¿Cómo el niño había sido capaz? Se preguntaba el padre

—¿Cómo lo conseguiste?, si tú no sabias como era el mundo ¿Cómo lo lograste hijo?

El niño respondió:

—Padre, yo no sé como es el mundo, pero cuando arrancaste la hoja de la revista para que lo recortara, al hacerlo pedazos, mire que en la otra cara de la hoja había la figura de un hombre. Cuando tú me diste el mundo para arreglarlo, yo lo intente, pero no pude. Entonces me acordé del hombre, le di vuelta a los pedazos y empecé a arreglar al hombre que yo si sabía como era. Cuando termine de arreglar la figura del hombre, le di vuelta a la hoja y descubrí que también había arreglado el mundo.

tio super superado personamente

Un campesino, que pasaba por tener muchas dificultades en su vida, poseía algunos caballos para que lo ayudaran en los trabajos de su pequeña hacienda.

Un día, su capataz le dio la noticia de que uno de los caballos había caído en un viejo pozo abandonado. El pozo era muy profundo y sería extremadamente difícil sacar el caballo de allí.

El campesino fue rápidamente hasta el lugar del accidente, y evaluó la situación, asegurándose que el animal no se había lastimado. Pero, por la dificultad y el alto precio para sacarlo del fondo del pozo, creyó que no valía la pena invertir en la operación de rescate.

Tomó, entonces, la difícil decisión: decidió que el capataz sacrificase al animal llenando de tierra el pozo hasta dejarlo enterrado, allí mismo. Y así se hizo.

Los empleados, mandados por el capataz, comenzaron a arrojar tierra dentro del pozo de forma que cubriera al caballo.

Pero, a medida que la tierra caía sobre el animal, este se la sacudía y se iba acumulando en el fondo, posibilitando al caballo ir subiendo. Los hombres se dieron cuenta que el caballo no se dejaría enterrar, sino al contrario, estaba subiendo hasta que finalmente, consiguió salir.
Otra versión

Se cuenta de cierto campesino que tenía una mula ya vieja. En un lamentable descuido, la mula cayó en un pozo que había en la finca. El campesino oyó los bramidos del animal, y corrió para ver lo que ocurría. Le dio pena ver a su fiel servidora en esa condición, pero después de analizar cuidadosamente la situación, creyó que no había modo de salvar al pobre animal, y que más valía sepultarla en el mismo pozo.

El campesino llamó a sus vecinos y les contó lo que estaba ocurriendo y los alistó para que le ayudaran a enterrar la mula en el pozo para que no continuara sufriendo.

Al principio, la mula se puso histérica. Pero a medida que el campesino y sus vecinos continuaban paleando tierra sobre sus lomos, una idea vino a su mente. A la mula se le ocurrió que cada vez que una pala de tierra cayera sobre sus lomos, ella se sacudiría esa tierra.

Eso fue lo que hizo la mula palazo tras palazo. ¡SACÚDETE Y LEVANTA! Sacúdete y levanta. ¡Sacúdete y levanta! Repetía la mula para alentarse a sí misma.

No importaba cuan dolorosos fueran los golpes de la tierra y las piedras sobre su lomo, o lo tormentoso de la situación, la mula luchó contra el pánico, y continuó sacudiéndose y levantándose.

A sus pies se fue elevando de nivel el piso. Los hombres sorprendidos captaron la estrategia de la mula, y eso los alentó a continuar paleando. Poco a poco se pudo llegar hasta el punto en que la mula cansada y abatida pudo salir de un brinco de las paredes de aquel pozo. La tierra que parecía que la enterraría, se convirtió en su bendición, todo por la manera en la que ella enfrentó la adversidad.

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