Un poco de humor nunca viene mal y recuerden que no deben mosquearse, es solo humor, para que nos riamos todos. Es más, pueden cambiar a la gente de país, región o lo que quieran que hace la misma gracia.
─Quiero hacer el amor contigo
─Soy monja y no puedo hacer esas cosas…
La monja se va y el peluquero le dice al actor porno:
─Yo sé cómo puedes hacerle el amor a la monja…
El actor porno interesado pregunta cómo y el peluquero le dice:
─Ella todos los martes reza a la media noche en el cementerio. Si te pones una túnica y te pintas de blanco ella pensara que eres Dios y hará lo que le digas…
El martes en efecto apareció la monja y el actor porno saltó de los arbustos y le dijo:
─Hija mía, escucharé tus plegarias, pero primero tienes que hacer el amor conmigo…!
La monja contestó:
─Altísimo, está bien, pero tiene que ser por detrás porque quiero conservar la virginidad.
El actor porno se montó y después de 20 minutos de estar dándole le dice:
-Ja, ja, ja soy el actor porno…
Y la monja contesta:
-¡Ja, ja, ja! ¡Y yo soy el peluquero!
─¡Hey, soy yo compadre!
La comadre le abre y dice:
─Juan está en el baño.
Y ahí va el compadre. Entra y está el compa a toda madre en un jacuzzi. Y el compadre sorprendido dice:
─¡Pero compadre! ¿Qué es esa chingadera?
─¡Ah! ¡Como será buey compadre, es un jacuzzi!
─¡Ah, chinga! ¿Y dónde lo compró?
─Mire, llame a este número y allí se lo venden compadre.
Días después el compadre habla y les dice:
─Quiero una cosa como la de mi compadre.
─¿Y quién es su compadre?
─Juan Martínez Treviño de la Garza Zambrano y Junco, pelaos.
─¡Ah! ¿Si? ¿Y usted quiere un jacuzzi? Van a ser $2500.
─¿Qué? ¿No habrá otra cosa más barata?
─Pos una tina.
─Bueno, pos me la trae.
─Está bien, luego se la mandamos.
Pasa un mes y la tina no llega, y el compadre desesperado le habla a Juan y le pregunta ¿qué que pedo? El compadre le dice:
─Es que tiene que mandar un telegrama, compadre.
Y ahí va el compadre todo malhumorado a telégrafos y llena un telegrama donde le pone a los vendedores:
─Miren, hijos de la chingada, quiero mi pinche tina ahora mismo.
Lo entrega al despachador de telégrafos y este le dice:
─Son 500 pesos.
─¿Qué?
─Es que son muchas letras y por cada letra se cobra una buena feria.
─Está bien, haré otro.
Y el compadre pone solo una i. Una semana más tarde le hablan los de la tienda:
─Señor José Garza ¿usted nos mandó un telegrama?
─¡Si! ¿Porqué?
─Es que llevamos leyéndolo un buen rato y no lo entendemos, sólo tiene una letra.
─¿Ah si? ¿Y qué letra es?
─Una i.
─¿Y que tipo de i?
─I latina, no más.
─¡Ahí ta pendejos! ¿Y la tina onde chingaos está?
─¡Ayúdenme! ¡Me quedé dormido al sol boca arriba en la playa y ahora estoy todo quemado! ¿Qué puedo hacer?
─Esta noche, al acostarse ─le responde el médico─ unte todo su cuerpo con una crema de Aloe Vera, tómese 2 pastillas de Viagra y, lógicamente, duerma boca arriba.
─Lo del Aloe Vera y dormir boca arriba, lo entiendo, pero… ¿Para qué las 2 pastillas de Viagra?
Y el Dr. le responde:
─Para que la sábana no le toque el cuerpo.
El doctor le dice:
─Señor, es una decisión muy radical ¿lo ha comentado con su esposa e hijos?
Y el señor le contesta
─¡Sí! Votamos y quedó 17 a 2.
—¿Me ha llamado, señor?
—¿Yo?… ¡No!… ¿Por qué?
—Usted debe ser nuevo, le voy a explicar… Aquí tenemos una regla: si le provoco una erección, quiere decir que usted me ha llamado, y que usted me desea.
Sonriente la chica lo lleva a un jardín y se tumba en una toalla, invita al paisano a echarse y se deja hacer todo lo que el hombre quiera, de todas las formas posibles
y en todas las posturas imaginables.
El hombre, loco de contento y satisfecho de tanto placer, sigue explorando las delicias de aquel campo.
Entra en la sauna, se sienta e involuntariamente se le escapa un pedo.
Sonriente, de inmediato se le acerca un tipo enorme, peludo y con una erección del tamaño de un bate de béisbol:
—¿Me ha llamado, señor?
—¡¿Yo?! ¡No! ¿Por qué?
—Usted debe ser nuevo aquí. Le voy a explicar, tenemos una regla que dice que si se tira un pedo, significa que me ha llamado, que usted me desea.
Dicho esto, el gigantón voltea a nuestro amigo, lo pone a cuatro patas y se lo ensarta de todas las formas posibles. Luego se marcha. El novicio, con mucha dificultad porque tiene el culo hecho trizas, se dirige como puede a la oficina del club. Una recepcionista lo saluda muy sonriente:
—¿Puedo ayudarlo, señor?
—Le devuelvo su llave y su tarjeta, puede quedarse con los 5000 pesos de cuota inicial
—¡Pero señor, usted tan solo ha estado aquí un par de horas y solamente ha visto dos de nuestras instalaciones!
—¡Escúcheme, guapa!─ replica el tipo, mirando fijamente a la recepcionista
─Tengo ya 58 años, a duras penas tengo una erección a la semana, pero me tiro como unos 15 pedos al día. ¡Asi No me salen las cuentas!
─Hombre! ¿Qué tal el fin de semana? ¿Habías ido a la playa no?
─Pues sí, fui a la playa con mi mujer y los niños. Y no vas a creer lo que me pasó. Pues resulta que fui a dar un paseo por la ria, donde se ponen los pescadores. Iba yo comiéndome un bocadillo de chorizo y observé que los peces se tiraban a las migas que caían al agua. Pues nada, que ni corto ni perezoso, metí el chorizo en el agua y viene un besugo, que no sé qué hacía ahí, le pega un mordisco al chorizo, tiré de él y lo saqué del agua. ¡Macho, no veas que besugo! ¡20 kg lo menos, oye!
─ ¡Coño! Vaya pedazo de bicho, ¿no?
─Pues como lo oyes. ¿Y tú qué tal, el fin de semana?
─Calla, no me hables, ¡que estoy metido en un lío tremendo!
─ ¡Coño! ¿Qué pasó?
─Pues nada, que me fui a cazar. Estuve todo el día por el monte, y nada. Oye, es que ni una pieza. Total, que cuando estaba de vuelta al Land-Rover, veo que cerca de la carretera aparece un ciervo. Casi sin pensarlo le apunto y lo dejo seco.
─Anda, la leche, ¡qué suerte! ¿Oye, pero no estamos en veda?
─Coño, claro que estamos en veda. Ahí empezó el lío. Y lo malo es que cuando me acerqué, resulta que era una cierva, y estaba embarazada.
─ ¡Coño! ¿Y qué hiciste?
─ ¡Pues que voy a hacer! Cogí una pala del coche y me puse a cavar un agujero para enterrar a la cierva.
─ ¡Míralo que pillín!
─No, calla, calla, que resulta que cuando ya estaba acabando el agujero, ¡resulta que aparece el guarda!
─ ¡Ostia! ¡Qué multa, macho!
─ ¡Que multa, ni qué carajo! Cabreado como estaba, no se me ocurrió otra cosa que coger la escopeta, y le pegué dos tiros, macho
─ ¡Ay, ay, ay! ¡A la cárcel, manolo!
─ ¡Chsss! ¿Quieres hablar más bajo, ostia?
Hablando en tono más bajito ─A la cárcel, Manolo, a la puta cárcel vas a ir, por burro y asesino.
─Que no, capullo, ¿no ves que tenía hecho un hoyo? Pues nada, con enterrar al guarda con el ciervo, se acabó el problema.
─ ¡No me jodas, Manolo!
─ ¡Chsss! Sí hombre, lo malo fue que cuando estaba metiendo al guarda en el agujero, apareció una pareja de la Guardia Civil.
─ ¡Ah! ¡Ostia, Manolo! (¡ostia, Manolo, que hiciste!)
─Coño, ¡qué voy a hacer! ¿Qué quieres, que me metan en la cárcel? ¡Les pegué cuatro tiros a los dos! Total, con hacer más grande el agujero…
─ ¡Ah! ¡A la cárcel para toda la puta vida!
─ ¡Chsss! ¿Quieres hablar más bajo, capullo? Lo peor es que cuando estaba agrandando el agujero, se acercó por la carretera un autobús, y al ver el coche se paró. Joder, Federico, un autobús lleno de turistas ingleses ¿te lo puedes creer?
─ ¡Ay, Ay! ¡No me jodas, Manolo! ¡Ostia, no me jodas! Ay, la madre que te parió ¿qué le hiciste a los turistas?
─Mira jodido, ya le estás quitando kilos a tu puto besugo, o me cargo a todos los ingleses ahora mismo.