24/04/2024

Chistes para adultos

La mujer está desnuda, mirándose en el espejo de la habitación.

No está feliz con lo que ve y le dice al marido:

—Me siento horrible; parezco vieja, gorda y fea. Por favor, necesito un elogio tuyo.

El marido responde:

—¡¡¡De la vista estás perfecta!!!

Una tía, a la que le olía el chocho más que a nadie en el mundo por lo que no podía tener relaciones sexuales ya que aunque estaba buenísima todos los tíos salían corriendo a la hora de entrar a matar. Decide ir ginecólogo para que le de una solución.

—Bueno, doctor… ¿qué tal las pruebas? —pregunta impaciente.

—Pues verá usted… Esto ni es operable, ni tiene medicación posible, ni echándose diez botes de desodorante todos los días, ni lavándoselo con agua bendita; a usted le olerá así toda la vida, así que le recomiendo que encuentre a alguien que carezca del sentido del olfato —le informa el médico.

—Bueno, bueno… pues a ver si hay suerte —dice ella resignada.

Al cabo de cuatro años, estaba cenando con un hombre, y este le confiesa que no tiene nada de olfato.

—iMadre mía, a éste sí que me lo follo! —pensó ella. Total, que se van para su casa y empiezan a desnudarse.

El tío se dispone a practicarle el cunnilingus, y al ratito le dice:

—Oye, a ti te huele el coño un montón, ¿verdad?

—Pues… Sí… Pero., ¿cómo lo has sabido, si no tienes olfato? —pregunta ella avergonzada.

—¡¡Coño, asquerosa, porque me están llorando los ojos!!

Un vaquero encuentra un indio acostado a la orilla del camino con la oreja pegada a la tierra. Curioso por esta costumbre india le pregunta qué pasa. El indio le contesta:

—Carreta grande, cuatro ruedas, cuatro caballos, carreta llevar hombre blanco, rifle en brazos; al lado hombre blanco, mujer bonita, pelo largo, mujer llevar niño recién nacido en brazos.

El vaquero sorprendido le comenta:

—¡Caramba! ya había oído hablar de la habilidad de los indios para detectar si vienen caballos o carretas con solo pegar el oído a la tierra, pero usted me ha sorprendido ¿Cómo es que puede dar tantos detalles con solo pegar su oído a la tierra?

—Es que… ¡acaba de pasarme por encima!

En un examen de necropsia, el profesor le pregunta al alumno :

—¿Cuál ha sido la causa de la muerte de ese individuo? El alumno se pone a examinar el cuerpo y ve un cadáver con numerosas puñaladas en el tórax. Después de unos instantes, responde:

—Ha muerto de muerte natural.

El profesor exclama:

—¿Cómo qué de muerte natural? ¿Usted no ha visto las puñaladas?

El alumno le responde:

—Hombre, es que con esas puñaladas lo natural es que se muera.

Esto son cinco skinheads que se encuentran a un moro y le dicen:

—Te damos un dado; si sacas del 1 al 5, te hinchamos a palos.

—Y… ¿si saco un 6? —pregunta el pobre.

—Pues como en el parchís… vuelves a tirar.

Están un hombre y su mujer en la cama. Y él le dice a ella:

—María, cierra la ventana.

—No Pepe, ciérrala tú —responde ella.

—Venga María, ciérrala ya —insiste él.

—Que no Pepe, que estoy muy a gusto, ciérrala tú —dice ella.

—Vamos a hacer una cosa, vamos a quedarnos callados y el primero que hable se levanta y cierra la ventana —propone él.

—Vale Pepe, estoy de acuerdo —aprueba ella.

Están media hora callados y no se oye nada, pero entonces se cuela un negro por la ventana y sigue sin oírse nada. Al cabo de una hora se oye a la mujer que dice:

—¡Pepe, Pepe que me folla!

—Pues levántate y cierra la ventana que a mí me ha dado dos veces por culo y aguante callado.

Sube un hombrecito al ascensor y en el interior había un negro enorme. Después de un breve silencio que a nuestro pequeño hombre le pareció una eternidad, se escuchó la voz áspera del negro:

—Mido 2,05 metros de altura, 155 kilogramos de peso, pene de 33 centímetros, testículos de 200 gramos cada uno. Soy cubano, mucho gusto, Dante la Huerta.

Una vez presentado, este le extiende la mano en actitud de saludo. El hombrecillo se desmaya. Asombrado, el negro lo toma entre sus brazos y trata de reanimarlo. Una vez que esto ocurre, le pregunta:

—¿Qué le paso amigo?

El hombrecito, sin dejar de mirar al negro con el espanto pintado en su rostro, le preguntó en un hilo de voz: —¿Me. . . puede . . . repetir . . lo . . . que . . . dijo?

—Por supuesto, amigo. Me he presentado. Le he dicho mi estatura, mi peso, la longitud de mi pene, el peso de mis testículos, mi nacionalidad, mi nombre y apellido, Dante la Huerta.

—iAy cabrón! —dice el hombrecito— iqué susto me ha dado! Había entendido «date la vuelta».

El ejército español, en su afán por poseer armas químicas como nuestros colonialistas los estadounidenses, buscan una solución por la falta de capital de que posee.

Total que así transcurría el tiempo hasta que al listo de turno se le ocurre que se podrían engordar gorrinos a base de fabada y ponerles un tapón en el culo de forma
que al quitar el tapón se calcula que el efecto puede ser igual de devastador que el napalm.

Se ponen a engordar a un gorrino como prueba piloto y tras dos años el gorrino con el tapón en el culo y a base de fabada pues imaginaros.

El gorrino era ya tan grande como un camión. Lloraba mierda y sudaba mierda. Pero de repente, se encuentran con un problema de logística ¿quien coño le quita el tapón al gorrino? Total, que al mismo listo de antes se le ocurre que se podría entrenar a un mono para que se acercara al «gorrino-bomb» y le quitara el tapón. Ambos serían soltados en campo enemigo a la vez.

Entrenan al mono piloto otro par de años mientras el gorrino ya lleva cuatro con el tapón (imaginaros cómo estaba). Cuando todo está atado y bien atado se va una delegación española a la ciudad de Salt Lake para hacer la prueba final.

Colocan al gorrino en posición y tres generales se sitúan para ver el gran momento. Uno a un kilómetro otro a quinientos metros y otro —que tenia fama de tener un par de huevos— se coloca a tan solo a cien metros de distancia.

Sueltan al mono y, como se le enseñó, localiza al «gorrino-bomba» y va corriendo a quitarle el tapón del culo. Le quitó el tapón y no se sabe a ciencia cierta que pasó después, pero el primero que recuperó la conciencia solo vio una llanura llena de mierda.

El general situado a un kilómetro fue el primero en recuperarse de la conmoción. Tenía zurraspas de fabada incrustadas por todo el cuerpo a modo de metralla. Preocupado por la suerte de sus compañeros se puso a correr hacia el epicentro en busca de sus otros dos colegas.

Encontró al que estaba a quinientos metros gracias a sus gritos de auxilio. Tenía dos metros de mierda por encima. El general se puso a escarbar apresuradamente y tras un buen rato logró sacarlo. Lo reanimaron y en cuanto se encontró con fuerzas para levantarse ambos se fueron en busca del tercero temiendo ya por su vida.

Tardaron un buen rato en localizarlo con un escáner, pero un leve sonido bajo diez metros de mierda les condujo a su localización. Se pusieron los dos a escarbar y según iban ahondando se dieron cuenta que el leve ruidillo en realidad eran carcajadas. Vaya que sí. Llegaron hasta él y vieron que el tío se está descojonando a pecho partido aun faltándole un brazo, una pierna y un pedazo de oreja.

Entonces le dice uno de los generales:

—Macho, la verdad es que tu fama de tío con huevos te la tienes bien merecida. Después de lo que te ha pasado y encima te quedan ganas de reírte.

A lo que el general responde:

—No, si creo que de esta no salgo, pero es que no se me va la imagen de la cara del mono intentando poner otra vez el tapón en el culo del cerdo.

Llega un perro a una oficina con un periódico en la boca. Cuando intentan quitárselo, pone el periódico en el suelo y señala con una pata un anuncio que dice:

—Solicitamos empleado que sepa escribir a máquina, conozca el lenguaje Visual Basic, y hable varios idiomas. Igualdad de oportunidades. No importa raza, edad o sexo.

Entendiendo que el perro viene a buscar trabajo, lo llevan con el jefe de personal. Este le dice:

—A ver, ¿sabes?, nosotros teníamos en mente a alguien distinto.

—¡Guau! —dice el perro— señalando con su pata la parte del anuncio que dice igualdad de oportunidades.

—Bueno, pero es que el aspirante debe saber escribir a máquina —dice el jefe de personal.

El perro se dirige al escritorio en el que está el ordenador, se sube a una silla, y empieza a teclear con las patas. En pocos minutos sale de la impresora una carta de negocios perfectamente redactada, y sin una sola falta de ortografía.

—Está bien, pero es necesario que el aspirante conozca Visual Basic —le informa el jefe de personal.

El perro pone una pata sobre el ratón, utilizando la otra para teclear, y en pocos minutos termina una base de datos perfectamente estructurada, y sin un solo error. El jefe de personal, desesperado, le dice al perro:

—Es que sucede que el aspirante debe hablar varios idiomas.

El perro se acerca al jefe de personal, y le dice:

—Miau, miau…

Un catedrático inglés decide hacer un estudio sobre el bestialismo en el Reino Unido, así que se va a Gales y le pregunta a un pastor:

—Oiga, ¿y usted qué postura prefiere para cepillarse a sus ovejas?

—Pues la tradicional, con las patas delanteras de la oveja sobre un muro y sus patas traseras dentro de mis botas para que no se mueva —explica el hombre.

—Vaya… muy interesante.

A continuación se va a Escocia y le pregunta a otro pastor:

—Oiga, ¿y usted qué postura prefiere para cepillarse a sus ovejas?

—Pues la tradicional, con las patas delanteras de la oveja sobre un muro y sus patas traseras dentro de mis botas para que no se mueva —le responde el grajero.

—Ajam,… muy interesante.

Luego se va a Inglaterra y le pregunta a un pastor:

—Oiga, ¿y usted qué postura prefiere para cepillarse a sus ovejas?

—Hombre, la de siempre, con sus patas traseras dentro de mis botas y sus patas delanteras sobre mis hombros —le explica el inglés.

—¿Sobre sus hombros? !Qué curioso, todos los demás me han dicho que prefieren tener las patas delanteras sobre un muro! —responde el catedrático.

—iPero qué bestias! ¿Es que no empiezan besándose?

Un matrimonio va al zoo. Ya están cerrando, y casi no queda nadie cuando llegan a la jaula del gorila.

—Oye, Mary, enséñale la pierna al gorila, a ver qué hace —le dice el hombre a su mujer.

—Pero que ideas se te ocurren, hombre —contesta ella. —Que sí, que sí, que será divertido —insiste él.

Total, que la esposa le enseña la pierna al gorila, que se levanta y empieza a mirarla con curiosidad. En posteriores etapas (el chiste sería demasiado largo de escribir entero) la mujer le va enseñando la espalda, una teta, las dos tetas… y el gorila está cada vez más entusiasmado, hasta que la esposa se queda completamente desnuda, y el gorila se pone completamente histérico, rompe las barras de la jaula y salta sobre la esposa y empieza a violarla.

—¿Oye, Manolo, qué hago ahora? —pregunta desesperada.

—iBah, lo de siempre, dile que te duele la cabeza, o que tienes la regla, ya se te ocurrira algo… no te preocupes!

Un matrimonio de turistas ingleses de vacaciones por Australia vuelven indignados al hotel, y el recepcionista les pregunta:

—¿Qué les pasa? ¿No han disfrutado de su paseo por los alrededores?

Y entonces el matrimonio empieza a quejarse, por turnos:

—¿Disfrutar? ¡Esta es una tierra bárbara! Apenas nos alejamos del hotel vimos a un aborigen montando una cangura, saltando los dos juntos.

—¡La cosa más asquerosa que había visto en mi vida hasta esta tarde!

—¡Repugnante! ¡Este país está por civilizar!

—Entonces nos desviamos del camino, y vemos a una pareja de aborígenes follando con un canguro, la mujer por delante y el hombre por detrás.

—¡Salvajes! ¡Eso es lo que son! ¡Lo más soez del planeta!

—¡Un escándalo! ¡Tener que tolerar semejante grosería! ¡Deleznable!

—Y ya creíamos que lo habíamos visto todo, cuando volvemos al hotel y vemos a un viejo maori con una sola pierna que está metiendo su miembro en un agujero en un árbol ¡Hasta qué extremos llega la depravación en esta tierra dejada de la mano de Dios!

Entonces el recepcionista intenta calmarles:

—Bueno, pero comprendan que siendo viejo y con una sola pierna es muy difícil atrapar un canguro.

Una niña va paseando por el prado con un toro como una montaña de alto. Un hombre, sorprendido ante la vista, se le acerca a la niña y le pregunta:

—¿Dónde vas con ese toro tan grande?

—A cubrir a la vaca.

—¿Y no podía ir tu padre?

—¡No señor, tiene que ser el toro!

—¿Oye, y cómo te lo pasaste en África?

—Jo, fatal, porque un gorila salvaje me violó en la selva.

—iJoder! ¿Pero eso tiene que ser horrible, no?

—Pues imagínate, ahora ni me llama, ni me escribe, ni nada.

Dos amigos ven a un perro que se está lamiendo los cojo- nes.

—iCómo me gustaría poder hacer eso mismo! —dice uno de ellos.

—Bueno, ¿pero antes intimarías un poco con el perro?

Un ventrílocuo se quiere retirar del mundo del espectáculo y comprarse una granja. Va a ver una y, mientras el granjero se la esta enseñando, decide gastarle una broma, y cuando pasan al lado del caballo, dice:

—Este tío está gordo como una foca, me destroza cada vez que se me sube.

El granjero se queda colorado y sorprendidísimo, pero como es de pueblo se cree que el que ha hablado es el caballo, así que le sigue enseñando la granja al ventrílocuo. Al pasar junto a los cerdos, dice:

—A ver si le vendes la granja a este tipo, porque hueles mal y no te aguantamos más.

El granjero le sigue enseñando la granja y los alrededores, y de repente, le dice al ventrílocuo:

—Ahora vamos a ver a la cabra, pero no crea nada de lo que le diga, porque es una mentirosa incorregible.

—Pero, chico —le pregunta un hombre a un amigo—, viviendo con tu mujer y con su hermana gemela, ¿cómo logras identificarlas?

—Meto un dedo en las bragas de la que quiero identificar y la que se abre de piernas, gimiendo de gusto, es mi cuñada.

La semana pasada llevé a unos amigos a un restaurante, noté que el camarero que nos atendía llevaba una cuchara en el bolsillo de su camisa. Me pareció algo extraño, pero lo tomé como algo casual. Sin embargo, cuando el encargado de la mesa nos trajo el agua y los cubiertos, pude notar que él también tenía un cuchara en el bolsillo de la camisa. Miré entonces alrededor del salón y vi que todos los camareros y camareras, encargados, etc. llevaban una cuchara en sus bolsillos. Cuando el camarero regresó a tomar nota del pedido le pregunté:

—¿Por qué llevan ustedes una cuchara en el bolsillo?

—Bueno —explicó— los dueños contrataron a una consultora, expertos en eficiencia, con objeto de revisar nuestros procesos. Despues de muchos meses de análisis estadísticos, concluyeron que a los clientes se les caía la cuchara un 73 % más frecuentemente que los otros cubiertos. Eso representa una frecuencia de caídas de tres cucharas por hora. Si nuestro personal se prepara para cubrir esta contingencia, podríamos reducir el número de viajes a la cocina y ahorrar 1,5 horas/camarero por turno.

En el momento que terminamos de hablar un sonido metálico se escuchó en la mesa de atrás. Rápidamente el camarero reemplazó la cuchara caída por la que llevaba en el bolsillo y dijo:

—Cogeré otra cuchara cuando vaya a la cocina en lugar de hacer un viaje extra para buscarla ahora.

Yo estaba realmente impresionado. El camarero continúo tomando nota de nuestro pedido. Mientras mis invitados ordenaban, continúe observando a mi alrededor. Fue entonces cuando observé, con el rabillo del ojo, una fina cuerda que colgaba de la bragueta del camarero. Rápidamente recorrí el salón para asegurarme que todo el personal masculino llevaba la misma cuerda negra colgando de sus braguetas. Mi curiosidad fue mayor entonces y, antes de que se retirara, pregunté al camarero:

—Perdóneme, pero…. ¿Por qué tiene esa cuerda justo ahí?

—La eficiencia de la cual le hablé, encontró que también podíamos ahorrar tiempo en el baño —respondió el camarero.

—¿Cómo es eso? —pregunté.

—Mire atando este hilo fino a la punta de…, usted ya sabe, podemos sacarla sobre el mingitorio sin tocarnos y de esa forma eliminar la necesidad de lavarnos las manos, recortando el tiempo consumido en el baño en un 75 % —le explicó el camarero.

—Qué bien, eso tiene sentido, pero…. si la cuerda le ayuda a sacarla. ¿Cómo la vuelve a guardar? —insistí.

—Bueno —susurró—, yo no se como lo hacen los otros, pero yo uso la cuchara.

Dos amigos, totalmente locos, van por la calle y le dice uno al otro:

—Tío, la vida es una mierda.

Y otro le contesta:

—Pues tú sí que tienes un montón de vida detrás de la oreja.

Están tres amigos muy borrachos a las tantas de la madrugada cuando ven una casa que es un puticlub. Deciden pues, terminar la juerga de putas. Al entrar, les recibe una especie de mayordomo y los amigos dicen que quieren pasar la noche con tres titis. El hombre les indica que, lamentablemente, sólo hay dos chicas en la casa. Como solución, les dice que, si a uno de ellos no le importa, podría follar con una muñeca hinchable. Uno de los amigos está en un estado etílico deplorable y no se entera de nada, por lo que los otros dos amigos, los muy putas, le dicen al encargado que su amigo, que apenas se mantenía despierto, no se enterará de nada y, por tanto, que se quede con la muñeca.

A la mañana siguiente, los tres se encuentran en el salón. El primer de ellos le pregunta al otro que qué tal. Y este le contesta:

—Uf, de maravilla. Era una madurita que sabía hasta latín. Me ha dejado como nuevo. ¿Y tú, qué tal?

—Joder, cojonudo. Una chavalita tierna, joven y más buena que el pan. Apenas si he dormido de tanto follar.

Entonces, apenas aguantándose la risa, los dos amigos le pregunta al tercero (el de la muñeca hinchable) que qué tal le ha ido, a lo que contesta:

—iBah! fatal tíos. La mía era una bruja. Le mordí una teta, se tiró un pedo y salió volando por la ventana.

Van dos amigos en coche por la carretera y se encuentran con un motorista inconsciente tirado en la cuneta. Uno de ellos se pone un poco nervioso y comenta:

—Y no llevamos móvil para avisar a una ambulancia, ni nada, ¿qué podemos hacer?

El otro le toma el pulso al motorista y comprueba que está vivo, así que le dice a su amigo:

—Mira, voy a buscar ayuda y tú te quedas con él. No se te ocurra quitarle el casco, ni girarle la cabeza; mantenlo el posición decúbito supino, pero si vomita, lo pones decúbito lateral para que no se asfixie; si no, no lo muevas por si se ha dado dañado la espalda. Si empieza a tener convulsiones, te quitas el cinturón y se lo pones entre los dientes, sujetando la lengua en su sitio para que no se la trague. Eso sí, si ves que deja de respirar, entonces le subes la visera del casco y le haces la reanimación cardiorrespiratoria. Y si se despierta le dices que se esté quieto, que ya llega la ambulancia. Pero si no pasa nada de lo que te he dicho, no lo muevas y sobre todo no le quites el casco, ¿eh? ánimo, que enseguida vuelvo.

Se va y cuando vuelve a la media hora, se encuentra al amigo dándole por culo al motorista.

—¿Pero, Paco, qué coño estás haciendo?

—¡Que me he liado, quillo, que me he liado!

Dos amigos se encuentran, uno de ellos tiene la cara llena de arañazos, así que el otro, sorprendido, le pregunta qué es lo que le paso.

—Nada —responde el otro— fue al salir de casa que resbalé en el jardín.

—Pero si vives en un dúplex —le dice el primero.

—¡Ah!… no… fue al caerme de la moto —le responde algo confuso.

—Pero si la vendiste hace un año —le comenta.

—¡Ah!… si… ya, no, fue mi mujer, que se le fueron las manos responde algo nervioso.

Pero si estás divorciado de hace más de dos años —le recuerda.

– Bueno, ¡vale ya!, ¡el gato es mío y me lo follo cuando quiero! ¿vale?

Le dice un amigo a otro:

—Me he comprado un casco que lo aguanta todo…

El otro coge un martillo pilón de esos que se usan para tirar paredes y le da en la cabeza con toda sus fuerzas. Al del casco le empiezan a salir los sesos por la nariz y le dice el otro:

—Suénate los mocos que te voy a dar otra vez.

Iñaki, de Azpeitia, estaba concursando en «¿Quién quiere ser millonario?», y hacia el final del programa estaba ganando 500 000 euros.

—Lo has hecho muy bien hasta ahora —le dice presentador —pero para la última pregunta por un millón de euros solo te queda el comodín de la llamada. Es una pregunta muy difícil… ¿quieres continuar?

«Aurrera» —dice Iñaki— vamos allá.

—¿Cuál de las siguientes aves NO construye su propio nido? —pregunta el presentador:

A → Gorrión

B →Tordo

C → Urraca

D → Cuco

—Joder, no tengo ni idea —dice Iñaki— así que usaré el comodín de la llamada para hablar con mi amigo Patxi en Azpeitia.

Iñaki hace la llamada y le repite la pregunta.

—Aupi Iñaki, si fácil fácil ya es, la hostia —dijo Patxi— El Cuco es…

—¿Y estás seguro o así así? —le dice el presentador.

—Estar lo estoy, ayvalahostia.

Iñaki colgó el teléfono y le dijo al presentador:

—Voy a poner la «D» el cuco.

—¿Es tu última respuesta? —insiste el presentador.

—Aúpa que sí —le responde Iñaki.

—¿Seguro, no querrá cambiarla?, mire que puede perder 500.000 euros, aún puede plantarse, ¿qué responde? —insiste el presentador poniendo cada vez más nervioso a Iñaki.

—Marca la D el cuco ya de una puta vez —le grita visiblemente enfadado.

Hay una larga, …, larga pausa, y entonces el presentador grita:

—¡Cuco es la respuesta correctal! ¡Iñaki, ha ganado un millón de euros!

La noche siguiente Iñaki y Patxi están celebrándolo en el Batzoki de Azpeitia.

—Dime Patxi, ¿como cojones sabías que el cuco no construye su propio nido? —pregunta a su amigo.

—¡Joder! Porque vive en un reloj, ahí va la hostia.

Un hombre se quejaba de un fuerte dolor en el codo y un amigo le dice:

—Hay una computadora en la farmacia que puede diagnosticar cualquier cosa, mucho más rápido y más barato que un doctor. Pones una muestra de tu orina y la computadora te diagnostica tu problema y te sugiere qué hacer. Además, sólo cuesta un euro.

El hombre llenó un frasco con orina y fue a la farmacia. Encontró la computadora y puso la muestra de orina dentro de la máquina. Después depositó el euro en la ranura. La computadora comenzó a hacer ruidos, a encender y apagar varias luces y, después de una pequeña pausa, por una ranura salió un papel que decía:

1. Usted tiene codo de tenista.

2. Frote su brazo con agua caliente y sal.

3. No haga esfuerzos físicos considerables.

4. En dos semanas va a estar mucho mejor.

Más tarde, decidió probar si la computadora podía ser engañada. Mezcló agua del grifo, un poco de caca del perro, un poco de orina de la hija y su mujer y, para terminar, se masturbó y puso su semen en la extraña mezcla. Fue a la farmacia, se dirigió a la computadora y le puso la mezcla, además del euro. Después de los sonidos y luces de rigor, la máquina imprimió el siguiente análisis:

1. Su agua es demasiado impura, cómprese un purificador.

2. Su perro tiene parásitos, déle vitaminas

3. Su hija se droga, intérnela en un centro de desintoxicación.

4. Su esposa está embarazada y no es suyo, consiga un abogado.

5. Y si no deja de masturbarse, no se le va a curar nunca el codo.

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