




En 1907 llegó un traslado para Nicolás que lo libero. Primero fue destinado a Cádiz y luego a Madrid. Propició la ruptura del matrimonio, aunque seguían casados formalmente. Los hijos quedaron en protectoras manos de su madre. El padre pasó a ser un personaje ausente, que abandono a la familia, un vividor y mujeriego, y que se unió a una mujer más joven, una maestra, Agustina Aldana, con lo que a partir de ahora viviría en pecado. Para el adolescente Frasquito Franco, con catorce o quince años, fue un terrible desgarro personal. En esas mismas fechas ingresaría en la Academia Militar de Toledo, en cuya rigurosa educación militarista, exaltación nacionalista y rabiosa hostilidad al mundo civil encauzaría sus frustraciones.
El resentimiento hacia su padre, por las ideas libertinas y liberales, nunca dejó de estar en la mente de Franco. En contraste, mitificó a su madre, crisol de todas las virtudes morales y religiosas. Su padre era expresión de la España corrupta, de aquellos políticos liberales que la llevaron al desastre colonial de 1898 y que traicionaron a lo más sano de la nación: el Ejército español. Su madre, en cambio, lo era de la España tradicional, heroica, católica, austera, disciplinada, modelo de virtudes y santidad.
Tras la ruptura familiar, Francisco se distanció aún más de su padre. Se refugió en su madre y ambos compartieron el trauma de tener un padre y esposo golfo. A diferencia de sus hermanos y otros nietos, apenas tuvo contactos con su padre, a quien nunca le perdonó la traición. El progenitor tampoco tenía ninguna simpatía por su hijo y no dudaba en descalificarle públicamente si surgía la ocasión, llamándole inepto e ignorante y resentido por perseguir a la masonería, sociedad que, afirmaba, estaba llena de hombres cultos e ilustres, no como el mentecato de su hijo.
Su madre, Pilar, murió en Madrid en 1934 y en la esquela los hijos excluyeron al nombre del padre, Nicolás. Franco impidió que su padre accediese al domicilio familiar a dar el pésame y solo pudo asistir, de lejos, a la inhumación de sus restos en el cementerio. Lo que no pudo evitar fue encontrarse con él ante el notario, cuando se leyó el testamento de Pilar. En este encuentro intercambiaron unos saludos simples y protocolarios. Desde este momento Nicolás era un simple viudo y podía ir con cualquier mujer. Al poco se casó con Agustina civilmente. Pero su hijo siguió sin perdonarle y más cuando volvió durante los veranos a la casa de Ferrol con su nueva mujer, exhibiéndose con toda naturalidad, aun sabiendo lo famosos que ya eran sus hijos y sin importarle los comentarios de la buena sociedad. Pero Francisco se vengó cuando, en 1937, en plena Guerra Civil, Franco anuló los matrimonios civiles hechos bajo la República, lo que devolvía a la nueva esposa de su padre a la condición de vulgar «querida».
Por supuesto la «querida» de Nicolás, Agustina Aldana, siempre fue para toda la familia, y en especial para Francisco Franco, una simple meretriz, y como tal la trató. Cuando Nicolás Franco murió en Madrid en 1942, su cadáver le fue arrebatado a Agustina, a la que ni se le dejó asistir al funeral. Luego «reconcilió» a sus padres enterrando a Nicolás con su madre en el cementerio de la Almudena, pero sin acudir él ni al velatorio ni al sepelio.

Su vida en Marruecos era solitaria y aburrida. Era un bicho raro, con pocos amigos. La mayor parte de la oficialidad destinada en África, que estaba siempre en constante riesgo, se refugiaba en las juergas de Ceuta, Melilla o las ciudades peninsulares. Era normal acudir a prostíbulos, a tabernas para beber y fumar, o a casinos en donde practicar juegos de azar, blasfemar y reír. Según el código de valores de la época, todos estos comportamientos no solo eran lícitos sino que incluso estaban vistos como muestras de virilidad y medio de desahogo de unos militares que, al fin y al cabo, cualquier día podían morir en combate.
Pues bien, a Franco no se le veía frecuentar los lupanaresLupanarDel lat. lupānar, -āris. → 1. m. mancebía (‖ casa de prostitución). , tabernas ni casas de juego. Su vida era casi monacalMonacalDel lat. tardío monachālis. → 1. adj. Perteneciente o relativo a los monjes o a las monjas. y el tiempo libre lo aprovechaba con algunas lecturas y paseos. Es obvio que aborrecía aquella manera de vivir y de divertirse, que era la que había practicado su padre. De esta manera seguía siendo fiel a su madre, que continuaba en Ferrol, y renegando de su padre, que vivía en pecado en Madrid.
Cuando Franco ascendió a comandante por méritos de guerra, en 1917, fue destinado por un tiempo a Oviedo, Asturias. Allí, en una romería, conoció a la que sería su única novia y, posteriormente, su esposa, María del Carmen PoloMaría del Carmen Polo y Martínez-ValdésWikipedia y Martínez-Valdés. Contaba con quince años y estaba interna en un colegio de monjas, primero en las ursulinas y luego en las salesas. Había nacido en 1902, aunque luego se hizo correr otra fecha, la de 1900, para hacerla mayor y que la diferencia de edad entre ambos no fuese tan grande. Era de una familia acomodada, muy conservadora y profundamente religiosa. Ella misma contó que de las veintidós niñas que eran en la clase, catorce tomaron los hábitos posteriormente. Había quedado huérfana de madre a los once años, por lo que su educación y la de sus dos hermanos pequeños quedó en manos de institutrices y de las monjas.
El primer contacto impresionó a Franco. Era como su madre: recatada, discreta, esbelta, profundamente religiosa, altiva y distante, de una buena posición social y con un innegable toque aristocrático, sin duda el tipo de mujer con la que se debía casar y formar una familia tradicional. Sin embargo ella no estaba nada convencida, podía y debía aspirar a más que a un simple oficial y, además, como decía su padre, casarse con un militar era tan arriesgado como casarse con un torero, pues cualquier día podía morir. Por otra parte tenían el objetivo de casarla con alguien importante de la aristocracia local, con cierto patrimonio. Franco y su familia eran muy poco para una Polo, y el padre de Carmen veía en él a un cazadotes y un aventurero con poco futuro.
Pero el joven oficial siguió insistiendo y le mandaba cartas al internado de Oviedo, que eran requisadas por las monjas y enviadas a su tía. Para vencer la resistencia familiar e impresionarla, comenzó a ir cada mañana, a las siete, a la misa de las salesas para verla desde lejos. No era normal ver a un militar joven y de éxito frecuentar tanto las iglesias, y las mismas monjas se impresionaron. Poco a poco la joven Carmen también se sintió interesada en él y, con la cómplice participación de algunos amigos, comenzaron a pasarse algunas notas y trabar unos encuentros inocentes. Por su parte, las pretensiones del joven Franco encontraron respaldo en los ambientes conservadores de Oviedo. Había participado en la represión de la huelga revolucionariaHuelga general en España de 1917La huelga general en España de 1917 o huelga general revolucionaria de 1917 se refiere a la huelga general —considerada por su carácter una huelga general revolucionaria— que tuvo lugar en España el mes de agosto de 1917. Fue convocada por la UGT (socialista) y el Partido Socialista Obrero Español, y en algunos lugares fue apoyada por la CNT (anarcosindicalista). La huelga general tuvo lugar en el contexto histórico de la crisis de 1917, durante el reinado de Alfonso XIII y el gobierno de Eduardo Dato. Wikipedia de agosto de 1917 y cultivaba la amistad de los más distinguidos conservadores, por no decir reaccionarios, de la ciudad, que hablaron en su favor y le hicieron más aceptable para la familia Polo.

En 1920, sin embargo, le surgió a Franco la posibilidad de asumir el segundo mando de la LegiónLegión EspañolaWikipedia, recién creada. Dudó, por su reciente noviazgo. Pero la ambición de Franco veía una clara posibilidad de promoción en aceptar el cargo, y supo convencer a su novia Carmen de que se aviniese a esperarle durante la aventura legionaria de África. La Legión era una fuerza de choque que utilizaba métodos tan sanguinarios como los moros del norte de MarruecosMarruecos
Wikipedia, pero eso a Franco no le importó ni le produjo ningún problema de conciencia. Para alcanzar la gloria no se debían tener escrúpulos.
Cada vez que iba de permiso a ver a su novia en Oviedo, la prensa local se hacía eco y la aristocracia ovetense le abría los salones. Sin embargo sus ansias de poder se vieron truncadas cuando fue relegado del mando de la Legión, al que aspiraba, sin conseguir ser ascendido a teniente coronel. Molesto, pidió el traslado a Oviedo a finales de 1922, cosa que le fue concedida. De camino hacia Oviedo pasó por Madrid en el mes de enero de 1923. El rey le concedió la Medalla MilitarMedalla Militar (España)Wikipedia y le nombró gentilhombre de palacio, un título honorífico pero que significaba que el monarca le incorporaba a su círculo de militares selectos, valientes y de confianza. Cuando llegó en marzo todo Oviedo le esperaba como un héroe y le hicieron grandes y variados homenajes. El noviazgo era ya oficial y fijaron la fecha de la boda para junio. Sin embargo un serio revés en Marruecos provocó la muerte del jefe de la Legión a principios de ese mes. Fue un golpe de suerte pues Franco fue llamado a toda prisa a comandar la unidad, ascendiendo a teniente coronel. Los novios tuvieron que aplazar la boda, pero sabían que era una excelente promoción profesional que la pareja no podía dejar pasar. En loor de multitudes partió para África, fijando su boda para el próximo permiso.

El enlace tuvo lugar el 22 de octubre de 1923 en Oviedo. Carmen tenía veintiún años y Franco treinta. El rey actuó como padrino oficial del novio. Franco entró en el templo del brazo de su amada madre. El general gobernador militar de Oviedo hizo lo mismo con la novia, quien entró en la iglesia bajo palioPalio →Del lat. pallium «capa», «colgadura». → Especie de dosel colocado sobre cuatro o más varas largas, bajo el cual se lleva procesionalmente el Santísimo Sacramento, o una imagen, y que es usado también por el papa, algunos prelados y algún jefe de Estado. ----------------------------- Recibir bajo palio, o con, palio → locs. verbs. U. para significar la demostración que solo se hace con el sumo pontífice, jefes de Estado, emperadores, reyes y prelados cuando entran en una ciudad o villa de sus dominios o en los templos. real, rememorando una vieja tradición medieval. El enlace fue todo un acontecimiento social cubierto por toda la prensa de la época. La madre de Franco y la recién casada Carmen se cayeron estupendamente, pues eran casi una copia una de otra. Sin duda ese factor había sido determinante para Franco, que ahora encontraría un refugio permanente en su «nueva madre». Por fin, parecía superar el trauma de una infancia dislocada por el abandono del padre.
Poco tiempo después la pareja partió hacia Ceuta, pasando por Madrid, en donde saludaron al rey y comieron con él y la reina. Esta luego diría que Franco era tímido y callado y que de Carmen no se acordaba en absoluto.
Poco después, con treinta y dos años, Franco ascendió a coronel y se mantuvo al mando de la Legión. En febrero de 1926 el salto es ya a general de brigada, algo que la propaganda franquista exaltará a bombo y platillo, denominándole «el general más joven del mundo». Su ascenso le suponía dejar África, algo maravilloso para Carmen, e instalarse en la península. Al mismo tiempo saboreó el placer de la fama y los halagos, a lo que se acostumbraría de un modo muy pernicioso durante el resto de su vida. En verano de ese año se trasladó a Asturias. Su padre estaba a punto de morir y tras el fallecimiento decidió quedarse en su tierra para, en septiembre, dar a luz a su única hija, María del CarmenMaría del Carmen Franco y PoloWikipedia Franco y Polo, familiarmente llamada Nenuca y más tarde Carmencita. Obviamente la niña se convirtió en el centro de atención de sus padres, pasando a ser totalmente mimada. Franco confesó, tiempo después, que enloqueció de alegría al saber de su nacimiento y que le hubiese gustado tener más hijos, algo que también corroboró su esposa Carmen.
La familia ya estaba instalada en Madrid. Franco comandaba la brigada más importante del Ejército y habitaban una lujosa vivienda en el centro de la capital. Carmen había recibido una sustanciosa herencia de su padre, que le permitió costear aquella casa y su decoración. Allí saboreó cientos de veces los besamanos, las tertulias, los homenajes, el placer de rodearse de aduladores, de sentirse el centro de lo más selecto de la sociedad más conservadora y tradicional. Desde sus salones fue ayudando a incrementar el prestigio de su marido y lanzando la idea, sutil pero constante, de que su Paco estaba llamado a hacer algo grande para el país. Poco después, en 1928, fue destinado a la dirección de la Academia de Infantería de Zaragoza. Carmen, con sus sumisas nuevas amigas (eran las esposas de los jefes y oficiales que estaban bajo el mando de su marido) sabía montar una especie de pequeña corte en cada nuevo hogar. Allí conocieron a Ramón Serrano SuñerRamón Serrano SuñerWikipedia---------------------- El cuñadísimo de Franco, brillante abogado, que luego se casaría con la hermana pequeña de Carmen Polo, Zita, quedando emparentado con Franco como cuñados. En abril de 1931 se proclamó la Segunda RepúblicaSegunda República españolaLa Segunda República española fue el régimen democrático que existió en España entre el 14 de abril de 1931, fecha de su proclamación, en sustitución de la monarquía de Alfonso XIII, y el 1 de abril de 1939, fecha del final de la Guerra Civil, que dio paso a la dictadura franquista. Wikipedia
y la Academia de Zaragoza fue cerrada. De repente se encontraron sin destino, expulsados de su pequeña corte. Franco lloró en su discurso de despedida y tanto él como Carmen se mostraron furiosos con la medida dictada por el jefe del nuevo gobierno, Manuel AzañaManuel Azaña Díaz
Wikipedia. Su cese era algo obvio, pues Franco siempre se había caracterizado por su apoyo a la monarquía. Sin embargo se lo tomaron como una afrenta personal y ella comentaba lo ingratos que eran aquellos políticos republicanos con su esposo, aquel que tanto prestigio y valor tenía y que tanto había hecho por España. Al estar sin destino pasaron ocho meses residiendo en la casa de Carmen en Oviedo. Era como una humillación volver a su tierra, de donde salió casada con un héroe que no paró de ascender y a la que ahora volvía siendo la esposa de un caído en desgracia.

No obstante, en febrero de 1932 Franco volvió al mando y fue destinado como gobernador militar de La Coruña y luego, en 1933, de Baleares, con residencia en Palma de Mallorca. Eran buenos destinos y en ellos reanudaron sus contactos sociales, pero el matrimonio los consideraba insuficientes para los méritos de él. Un año más tarde Franco sufría el golpe de la muerte de su venerada madre. A partir de ese momento su esposa Carmen sería a la vez su madre y su esposa, su refugio casi exclusivo, la persona que más influencia ejercería sobre él en todos los aspectos. Ejemplo de esto es que, a partir de ese momento, el general adoptó las costumbres beatas de su esposa, con matutina misa diaria incluida, y muchas veces también con rosario vespertino. No es que antes Franco no asistiese a los cultos católicos, ni mucho menos, pero la pérdida emocional de ese año le hizo entregarse espiritualmente a su mujer y hacer suyas todas sus más que devotas prácticas religiosas. A partir de ahora, lo mismo que Felipe IIFelipe II de EspañaWikipedia, el matrimonio estaría rodeado de confesores y capellanes. Años después, en la Guerra Civil, se haría con la macabra reliquia de la mano incorruptaMano incorrupta de Santa Teresa de Jesús
Wikipedia de Santa Teresa, que guardaría siempre en su mesilla de noche, y que llevaría consigo a cualquier viaje. Solo tras su muerte su viuda devolvería a las carmelitas la preciada reliquia.

En 1934 la suerte volvió a sonreír a la pareja. La derecha había tomado el poder y no escondía que Franco era uno de sus generales favoritos. Rápidamente le ascendieron a general de división y, en octubre, coordinó desde Madrid la represión que el Ejército hizo de la huelga revolucionariaRevolución de Asturias de 1934La Revolución de Asturias fue una insurrección obrera ocurrida en Asturias en el mes de octubre de 1934 que formaba parte de la huelga general revolucionaria organizada por los socialistas en toda España conocida con el nombre de Revolución de octubre de 1934 y que solo arraigó completamente en Asturias. Fue duramente reprimida por el gobierno radical-cedista de Alejandro Lerroux, contra el que se había lanzado la insurrección por haber dado entrada en el gobierno a tres ministros de la CEDA, recurriendo, por decisión del general Franco, que dirigió las operaciones militares desde Madrid, a las tropas coloniales marroquíes —los regulares del Ejército de África— y a la Legión procedente del Marruecos español. Wikipedia de los mineros asturianos. Fue una acción muy personal para su mujer Carmen y para la buena sociedad ovetense, siempre temerosa de aquellos mineros tan subversivos, capaces de manejar dinamita. En 1935 fue nuevamente condecorado, nombrado jefe de todo el Ejército de Marruecos y luego ascendido a jefe del Estado Mayor. Carmen y Paco estaban emocionados, pues su carrera militar se había relanzado. Sin embargo, otra vez la democracia se empeñaba en poner dificultades a su promoción social. En febrero de 1936 ganó las elecciones la izquierda del Frente PopularFrente Popular (España)El Frente Popular fue una coalición electoral española creada en enero de 1936 por los principales partidos de izquierda. El 16 de febrero consiguió ganar las últimas elecciones de la Segunda República antes del golpe de Estado que desencadenaría la Guerra Civil. El Frente Popular no se presentó en Cataluña, donde una coalición equivalente llamada Front dEsquerres, nucleada en torno a Esquerra Republicana de Catalunya, tomó su lugar. En Valencia también tomó el nombre de Front dEsquerres. Wikipedia. Manuel Azaña volvió al poder y, como era de esperar, desplazó de los puestos clave a aquellos militares abiertamente derechistas, como era Franco. En esos meses ya había en marcha varias conspiraciones, y si bien Franco no se había comprometido con ninguna, estaba al tanto de todas.


Hay que reconocer que la medida era lógica. Una tía de Carmen, muy unida a ella murió de un ataque cardíaco tras ser interrogada por unos milicianos anarquistas. Este suceso aún provocó más odio en Carmen hacia todo lo izquierdista y republicano. En este aspecto compartiría el odio, no ya político sino personal, con su marido, azuzándole todavía más en su política represiva o, como mínimo, no haciendo nada o casi nada para atenuarla.
Ante tal condición divina, Carmen insistió en aquello que había pasado el día de su boda y que tanto le gustó: a partir de ahora la pareja entraría siempre bajo palio en las iglesias, como lo habían hecho los antiguos reyes. También por indicación suya, los medios comenzaron a referirse a ella como «La Señora» y como tal, dándose tremendos aires de poder, comenzó a comportarse. En uno de esos actos, en la Universidad de Salamanca, tuvo que defender a Unamuno, al que cobijó en su coche oficial, de la bestia que era el antiguo jefe de los legionarios Millán AstrayJosé Millán-Astray y TerrerosWikipedia, cuyos guardaespaldas amenazaban con pegar al viejo profesor por un comentario anti belicista. Sin embargo este acto noble con el venerable anciano fue una excepción en su trayectoria. Lo cierto es que, por otra parte, Carmen odiaba al viejo legionario por sus modos rudos y groseros y su actitud mujeriega… todo lo contrario del santo de su marido. Le gustó dejarle con un palmo en las narices y salvar de su rabia a UnamunoMiguel de Unamuno y Jugo
Wikipedia.
CURIOSIDADES DEL MUNDO DEL ARTE Y DE LA CIENCIA
Ante los miles de sentencias de muerte que Franco firmó desde el principio de la guerra, a Carmen no se le conoce más que pasividad, cuando no absoluto respaldo a la cruel carnicería. Es evidente que ella compartía todos sus planes políticos y experiencias diarias del poder, por lo que estaba al tanto de toda la dimensión que alcanzaban los fusilamientos. Muchas eran las esposas o madres que acudían a ella para que intercediese ante su marido por sus hombres presos a punto de ser ejecutados. Sin embargo no se le conocen más mediaciones para que anulase alguna de ellas que el caso del hijo de una prima suya que estaba preso en la cárcel de León, si bien esta pobre mujer tuvo que esperar horas, suplicar y llorar hasta obtener una milagrosa carta liberadora del Caudillo. Este hecho refleja que Carmen sí que hubiese podido influir hacia la indulgencia en su marido mucho más de lo que lo hizo. No se le conocen disputas por estos temas, ni peticiones de clemencia. Apoyaba la represión, la mano dura. Sin duda tenía un corazón de piedra.
Instalada junto a «su» Paco pasó a ser no solo consejera, sino protectora y supervisora de su marido en casi todos los temas. Cierto es que en alguna ocasión en la que se entrometía demasiado podía recibir un «calla, que de eso no sabes». Pero por lo general ella sabía muy bien de qué, cómo y dónde opinar para ser escuchada. Su posición la aprovechó para desplazar en lo posible al hermano mayor de Franco, Nicolás Franco Nicolás Franco BahamondeWikipedia, de las esferas del poder. Éste, que actuaba como número dos virtual del nuevo régimen, era odiado por Carmen. Era fanfarrón, vividor, nada clerical, bastante parecido en carácter y maneras al «adúltero» de su suegro. Por otra parte, la mujer de Nicolás, más simpática y guapa que Carmen, despertaba en ella unos celos que difícilmente podía disimular. Parece que en más de una ocasión hubo algún momento incómodo cuando se referían a «la señora de Franco». Había dos, una más poderosa, pero otra más simpática y atractiva.
Para desplazar a su cuñado Nicolás y su mujer, convenció a su marido de que su hermana pequeña, ZitaRamona «Zita» Polo y Martínez ValdésRamona «Zita» Polo y Martínez Valdés (24 de julio de 1907 - 21 de febrero de 1993) fue la esposa de Ramón Serrano Suñer, hermana de Carmen Polo y cuñada de Francisco Franco. Nació en Oviedo, Asturias el 24 de julio de 1907. Sus padres fueron Felipe Polo y Flórez (1860-1926), abogado natural de Palencia, con propiedades considerables y ascendencia carlista, y Ramona Martínez-Valdés y Martínez-Valdés (1870-1914), perteneciente a una ilustre familia de San Cucao, parroquia del concejo asturiano de Llanera. Se casó con el cuñado del caudillo, Ramón Serrano Suñer. Murió el 21 de febrero de 1993 en Madrid a los 85 años. y su marido, Ramón Serrano Suñer, se instalasen con ellos. El brillante abogado, joven, guapo, con excelente oratoria, fue un buen contrapeso para Nicolás, y la maniobra de «desplazamiento» dio resultado. La obsesión protectora hacia su marido se plasmaba, por otra parte, de un modo cruel. Franco tenía en su primo PacónFrancisco Franco Salgado-Araújo
Wikipedia un fiel ayudante y secretario. Cuando fue ascendido a coronel pidió ser destinado al frente y dejar de lado las tareas administrativas, lo que le fue concedido. Sin embargo ello le pareció a Carmen una traición personal a su marido, y no dudó en acusar a Pacón de solo aspirar a ir al frente para poder ascender y así intentar hacer sombra al jefe del Estado. Horas después, y tras las convenientes y convincentes conversaciones con su marido, se anulaba el destino en primera línea y se dejaba al pobre primo a la servil disposición del Caudillo. Había devuelto la oveja descarriada al redil.

El esquema mental de Carmen era muy sencillo. Dios estaba interviniendo para salvar a España a través de su marido, Paco. Ella debía velar para que la intercesión divina no fuese alterada por nada ni por nadie. Y, cómo no, los buenos españoles debían agradecer en todo momento ese milagro que se estaba obrando, lo que se debía concretar en gratitud para ella y su marido. Él y ella, como su esposa, se lo merecían todo por su esfuerzo y sacrificio. Lo cierto es que Carmen, como nadie, contribuyó a que Franco se acabase viendo a sí mismo como un cruzado, como una especie de reencarnación de Felipe II, creyéndose sus propias mentiras.
Ya en esos años de la guerra comenzó a aceptar con descaro y falsa humildad regalos ostentosos, que se hacían simplemente por compromiso, y que harían sonrojar a cualquiera. Y más cuando agitaban tanto su condición de cristianos, en aquellos momentos de tanta hambre y penuria. Por ejemplo, ante la admiración de un cuadro que tenía el médico de su marido en su casa, el galeno le preguntó si le gustaba y si lo quería, dicho como una simple fórmula de cortesía; su sorpresa fue mayúscula cuando ella le tomó la palabra y dijo que mandaría a buscarlo. En noviembre de 1937 no tuvo recato en aceptar una enorme finca cerca de Madrid, en El Escorial, que les regaló un noble como agradecimiento por salvar a España. Un año después, lo mismo ocurrió con una casa señorial de Galicia, el Pazo de Meirás, que fue adquirido con una suscripción popular más o menos obligatoria. La mansión fue restaurada con el dinero público y, a partir de entonces, sería el principal lugar de veraneo de la familia.
La Guerra Civil victoriosa le había endurecido el corazón, se había vuelto avariciosa y orgullosa hasta límites insospechados y, por supuesto, había levantado una barrera infranqueable, material y espiritual, entre ella y su círculo de amistades por una parte, y el pueblo, al que creía que su marido había salvado de la perdición, por otra. Sin embargo seguía con su misa, rosario y confesión diarios, con un confesor y capellán para ella y otro para su marido. Igual que los antiguos reyes de España del siglo XVII. Los actos de caridad a los que asistía eran todos de cartón piedra, pura comedia, y de su bolsillo apenas salió ningún donativo… todo salía de los fondos del Estado… Al fin y al cabo los Franco y el Estado eran lo mismo y el Estado, propiedad de los Franco.
En cualquier caso, lo que es evidente es que doña Carmen cumplió con su papel de dama caritativa en un país devastado por la guerra en la forma y costumbre que se hacía entonces. Desde una posición de distancia y lejanía, pero nunca metiéndose hasta el fondo en los problemas tremendos que tenían planteados las mujeres en un país en el que se fomentaba la sumisión femenina al hombre, su papel único de ama de casa, su rol de reposo del guerrero, su falta de ambiciones profesionales y su no intervención en cuestiones políticas.
Visitas a hogares para niños desamparados, inauguraciones de comedores sociales organizados por la Sección Femenina de Falange, que dirigía la hermana de su fundador, Pilar Primo de RiveraMaría del Pilar Primo de Rivera y Sáenz de HerediaWikipedia, conciertos cuya recaudación se destinaba a obras de beneficencia, eran los actos a los que acudía con frecuencia la esposa del jefe del Estado.

Todas las vísperas de las fiestas de Navidad, se montaban recitales benéficos en los que actuaban los artistas de la época, como Carmen SevillaCarmen Sevilla → María del Carmen García GalisteoWikipedia, Lola FloresLola Flores
Wikipedia, Lucero TenaLucero Tena → María de la Luz Tena Álvarez
Wikipedia y otros, en un teatro de la Gran Vía madrileña. Doña Carmen, arreglada con esmero y luciendo un atuendo en el que no faltaban el sombrero, el collar de perlas de tres vueltas, el abrigo de pieles y todos los complementos obligados según la moda de la época, presidía desde el palco de autoridades la gala en la que además de esos otros artistas siempre estaba presente un cantante que era el favorito de «la Señora»: RaphaelRaphael → Miguel Rafael Martos Sánchez
Wikipedia. El artista jienense hacía las delicias de la esposa de Franco en esos saraos en los que ejercía encantada su papel de primera dama, a la manera de otros países extranjeros.

Convencida de ser la guardiana espiritual de la pureza de su marido, comenzó a seleccionar las amistades, relaciones, visitas y demás contactos al margen de los estrictamente políticos, las gentes que «convenía» que visitasen o no El Pardo. Entre otros, vetó a aquellos que, a sus ojos, habían caído en desgracia por algún comportamiento poco religioso, algún chisme o broma que ella consideraba de mal gusto. Sin sentido del humor ninguno, no soportaba ningún chiste sobre su marido, aunque fuese bienintencionado y procedente de amigos leales a toda prueba. Si eso llegaba a sus oídos, al chistoso le suponía ser excluido del círculo social. Por supuesto no toleraba ningún desliz amatorio de cualquier político o militar próximo, e incluso vigilaba y opinaba sobre la conveniencia de sus noviazgos y matrimonios, por más legítimos que fuesen. Si querían seguir siendo del círculo del poder o de amistad, o renunciaban al amorío, o lo regularizaban casándose, o se reconciliaba el matrimonio. Su marido, por supuesto, le hacía caso en todo.
En la caída política fulminante de Serrano Suñer, no solo del gobierno, sino de las actividades políticas y del círculo de amistades de Franco, fue decisiva Carmen Polo. No le habían hecho gracia las limitaciones a su grandeza que, tras la guerra, le había impuesto. Tampoco le gustaba que no fuese lo adulador que ella consideraba que debía ser, tanto hacia ella como hacia el Caudillo. No podía soportar que fuese inteligente e intelectual. De hecho los nazis veían en Serrano un líder mucho más fiel, serio y competente que Franco, que en palabras clarividentes de Joseph GoebbelsPaul Joseph GoebbelsWikipedia ------------------------------------------------------------------ Los 11 principios de la propaganda nazi era: «Un beato fanático. Permite que España esté prácticamente gobernada no por él, sino por su mujer y su padre confesor». Fuera de España Serrano también comenzaba a ser considerado como el verdadero hombre fuerte del régimen, un brillante abogado, el auténtico estadista; noticias y comentarios que Carmen hacía llegar rápidamente a oídos de su marido. En una conversación con el ministro de Exteriores de MussoliniBenito Mussolini → Benito Amilcare Andrea Mussolini
Wikipedia, el conde Ciano, Serrano Suñer parece que le comentó que Franco estaba rodeado de incompetentes aduladores y que su esposa, Carmen, era una fanática religiosa y que ejercía una mala influencia en su marido. Es fácil suponer que estos comentarios llegasen a El Pardo, donde vieron el peligro real de que Serrano eclipsase a los Franco.
Pero aún más decisiva en su odio a su cuñado será su afición por las mujeres. Eso no se podía consentir, cuando, además, la engañada era su propia hermana Zita, que asumía resignada y discretamente la infidelidad. Pero además, la amante era cuñada de una íntima amiga de Carmen Polo, con la cual alternaba varias veces a la semana y que vivía en el mismo edificio que su hermana Zita y Serrano Suñer. Esta amiga, Pura Huétor, era una chismosa que se dedicaba a actuar de altavoz de todos los asuntos de faldas de Serrano y a informar a Carmen de todo. El escándalo alcanzó niveles aún más altos cuando nació una niña de la mujer del oficial, que muchos atribuyeron a la relación adúltera. Efectivamente, así lo era, y el asunto se descubrió años después cuando la muchacha en cuestión, Carmen Díez de RiveraCarmen Díez de Rivera y de IcazaWikipedia, se enamoró de un hijo de Serrano y les tuvieron que advertir, poco antes de casarse, de que la relación no podía culminar porque eran hermanos. El resultado fue que en septiembre de 1942 Serrano Suñer salió para siempre del mundo político y de las relaciones personales de los Franco y, lo que es más grave, con su esposa Zita incluida. El odio a su cuñado Carmen lo trasladó, incomprensiblemente, a su hermana. En el fondo también la culpaba por no haber sabido retener a su marido.
Que a doña Carmen le gustaban las joyas es algo que no tiene discusión, pero que esa afición por las alhajas sobrepasaba lo normal para convertirse en una auténtica obsesión por coleccionarlas y adornarse de forma excesiva con ellas es algo que sus detractores siempre han subrayado y sus partidarios han tratado de minimizar.
Sobre esta afición a las joyas de la Señora hay una oscura leyenda que incluye el rumor de que, en su época, los joyeros de Madrid hicieron un acuerdo sindicado para costear entre todos las pérdidas que suponían los regalos o donaciones que se hacían obligatoriamente a la primera dama en las frecuentes visitas a sus establecimientos. Al parecer, una de las íntimas amigas de doña Carmen, Pura Huétor, se pasaba por adelantado a ver a los joyeros y les dejaba caer la conveniencia de que obsequiaran o rebajaran sensiblemente el precio de las piezas que gustaran a la mujer de Franco, como detalle a una persona de tan alta posición.
Los propietarios de las elegantes tiendas frecuentadas por doña Carmen, los Aldao o los Pérez Fernández, nunca han confirmado esos rumores, pero sí han hablado de esos trapicheos abiertamente algunos de los allegados del propio jefe del Estado. Es el caso del general Franco Salgado-Araujo, quien en su libro Mis conversaciones privadas con Franco alude a la marquesa de Huétor en términos muy críticos por «las trapisondas que dicha señora hace con joyeros y comerciantes para conseguir que hagan regalos a la señora de S. E.».
Lo que está claro y nítido, porque para eso están las fotografías y reportajes de la época, es la costumbre de la mujer de Franco de ir habitualmente muy enjoyada, con su eterno collar de perlas de varias vueltas de muy buen tamaño y de excelente calidad que le hizo acreedora del apodo de «la Collares». En su atuendo tampoco faltaban los pendientes, con frecuencia también de perlas, a juego con el collar que usaba siempre, los anillos de piedras preciosas encajados en los dedos de sus largas y finas manos, las pulseras que cubrían sus delicadas muñecas y relojes de alta gama de materiales preciosos. Eso, en el día a día, porque en las ocasiones especiales, la ostentación era muy superior, al lucir ella y su hija tiaras espectaculares que no tenían nada que envidiar a las que lucían reinas y princesas e incluso los marajás indios y sus esposas, las maharanís, en fiestas dignas de «Las mil y una noches». Y todo ello en una época de la historia de España en la que la población tenía que contentarse con los escasos alimentos que se repartían por medio de las cartillas de racionamiento, que ni siquiera estaban al alcance de todos los ciudadanos.
Todo el que quiera ver y comprobar cómo eran las joyas de la Señora y las que más tarde lució su hija Carmencita no tiene más que buscar en la red las imágenes de doña Carmen Polo en las cenas oficiales que se celebraron en el Palacio Real, con motivo de alguna de las escasas visitas de los jefes de Estado que se arriesgaban a venir a Madrid y a aparecer junto al dictador. O en la boda de Carmencita con el marqués de Villaverde, en la que la hija de Franco lució una diadema de brillantes y perlas espectacular, más propia de una princesa de sangre real que de la hija de un general que ascendió a la Jefatura del Estado de un régimen autoritario mediante un ilegal y violento golpe de Estado. Tampoco hay que pasar por alto la diadema de esmeraldas y brillantes que regaló la Señora a su nieta mayor, Mary Carmen, con motivo de su boda con Alfonso de BorbónAlfonso de Borbón y Dampierre → Alfonso Jaime Marcelino Manuel Víctor María de Borbón y DampierreWikipedia, en la que su abuela combinó de forma peculiar el atuendo clásico de peineta y mantillaMantilla
La mantilla es una prenda femenina popular en España y los países hispanos en general. A partir del antiguo manto, con el que tradicionalmente se cubría la mujer, evolucionó hasta convertirse en un elegante tocado de blonda (encaje realizado con hilo de seda), chantilly o tul. Es habitual en procesiones de Semana Santa, en las corridas de toros y otros eventos castizos, además de ser prenda ceremonial de las «madrinas» en bautizos y bodas. A menudo se complementa con una peineta. Wikipedia con una tiara de piedras preciosas digna de la mismísima emperatriz de China.

El nieto mayor de doña Carmen, Francis, defiende a su abuela en el libro recientemente escrito sobre el Caudillo La naturaleza de Franco. Y lo hace con firmeza para desterrar lo que él cree ser solo prejuicios.
La percepción que hoy tienen los españoles de Carmen Polo no puede ser más errónea. Los medios se han encargado de propagar una serie de clichés que considero terriblemente injustos. Además de la collares, expoliadora de joyerías, a menudo la retratan como un ser intrigante.
Una afirmación la de Francis que contrasta con lo que cuenta en su libro acerca de la firme negativa de su abuelo, el Generalísimo, a que su esposa cambiara varias de las valiosas alhajas que había recibido con motivo de sus bodas de oro por un diamante al que ya le había echado el ojo en una de sus joyerías favoritas, que estaba valorado en unos 8 o 9 millones de pesetas (48 080 → 54 091 euros). Para efectuar el trueque, la Señora pidió a su esposo el dinero que había que poner, además de entregar las otras piezas regaladas, dado el alto valor de la piedra preciosa. El dictador, que no era precisamente despilfarrador en temas de dinero, se lo negó con una frase ciertamente ilustrativa: «¿Cómo se te ocurre comprarte una cosa así? Nosotros no tenemos posición para comprarnos ese diamante». A doña Carmen, la objeción de su marido le frustró el capricho de aumentar su colección de alhajas con un solitario de gran tamaño y valor.
Jimmy GiménezJimmy Giménez-Arnau → Joaquín José Víctor Bernardo Giménez-Arnau Puente

En aquel cajón, había una mezcla desordenada de joyas: collares, diademas, pendientes, guirnaldas, broches, camafeos y todo con lo que sueña un cazador de fortuna. De seguido, tras cerrar este cajón, se abrió otro en el otro lado de la habitación y volvieron los destellos de perlas, aguamarinas, brillantes, diamantes, oros y platas…, allí reposaba parte de la colección privada de la Señora, que, de seguro, habría enloquecido al joyero más equilibrado.
Era pública y notoria la afición desmedida de la esposa de Franco por las alhajas, cualquiera que deseaba obtener una licencia o un permiso para instalar cualquier tipo de negocio sabía que había que complacer a la Señora para tener en ella una aliada que le apoyara en su demanda.
Así que, si es cierta la descripción de la cueva del tesoro de Giménez-Arnau y no fruto de su imaginación, hay que deducir que la afición por las joyas de la mujer de Franco no es una quimera inventada por sus detractores, como dice su nieto Francis, sino una realidad que supera lo imaginado por cualquier autor de ficción.
El historiador gallego Carlos Fernández SantanderCarlos Fernández SantanderWikipedia, autor de una completísima biografía crítica de Francisco Franco, relató a la autora cómo era el modus operandiModus operandiLoc. lat.; literalmente «modo de obrar». → 1. m. Manera especial de actuar o trabajar para alcanzar el fin propuesto. de la Señora.

«Muchos regalos que le hacían a doña Carmen los regalaba a su vez a familias que celebraban una boda y así cumplía con ellas sin gastar ni un duro. Uno de los regalos que habitualmente hacía Franco era una pitillera con el escudo de los dragones que empezó siendo de plata y después, por ahorro, pasó a ser de alpaca. Eran muy tacaños, ─añade Fernández Santander, quien precisa─ Franco era muy austero consigo mismo, pero el resto de las personas que le rodeaban vivían de otra manera muy cerca de él. A doña Carmen le gustaba regatear cuando iba de compras, algo que no era muy digno en una persona de su nivel».
El propio historiador, sin embargo, afirma que se ha exagerado a veces sobre el afán de la Señora por obtener regalos valiosos sin pagarlos.«Doña Carmen tenía fama de aprovechada a la que le gustaba el lujo y el dinero.» Pero, por ejemplo, cuando iba a la Real Fábrica de SargadelosReal Fábrica de SargadelosLa cerámica de Sargadelos es una famosa cerámica elaborada en Sargadelos (en el municipio lucense de Cervo, Galicia, España). La primera fábrica (Real Fábrica de Sargadelos) fue creada a principios del siglo XIX por Antonio Raimundo Ibáñez y tras varias generaciones acabó cerrando en 1875. A partir de mediados del siglo XX una nueva iniciativa cerámica en Sargadelos, basada en coloraciones en tonos azulados, forma parte de un grupo de empresas del sector, el grupo Sargadelos —al que pertenece igualmente la cerámica de Castro-Sada— gracias al impulso del ceramista Isaac Díaz Pardo. Wikipedia, porque era una fanática de la cerámica de Castro, sobre todo de la antigua, siempre pagaba lo que compraba allí. El responsable de la fábrica, ubicada cerca de Meirás, Isaac Díaz Pardo siempre defendió el comportamiento de doña Carmen cuando iba a su tienda y aseguró que abonaba el importe de las piezas que se llevaba. Una actitud que sorprende de alguna manera, ya que a su padre le dieron el paseo y lo fusilaron los franquistas a principios de la Guerra Civil, exactamente el 18 de agosto de 1936, el mismo día que mataron a Lorca».
La única persona que quita importancia a la desmesurada afición de Carmen Polo por las alhajas es Mayte Spínola:
El ansia acaparadora de doña Carmen no solo era de juguetes, sino de todo tipo de productos. Cualquier nuevo electrodoméstico, vehículo, coche, motocicleta, utensilio de cocina, vajilla que llegaba a España, o que era producido por primera vez, se enviaba a El Pardo como regalo y muestra de eterna gratitud. Igualmente llegaron a sus manos centenares de bandejas de plata grabadas. Eran tantas las que recibía como obsequio que, al final, pidió que no se las grabasen para poderlas cambiar por algún otro objeto de su gusto. La Señora los iba amontonando en sus almacenes, desechando la mayoría y aprovechándolos, a su vez, cuando debía hacer algún regalo, pero siempre con una mezquindad asombrosa para su riqueza y para el botín que había acumulado. Nunca gastó un duro de su patrimonio personal, y a los hombres amigos de su esposo, que habían estado a su lado fielmente durante décadas, les despachaba con unas botellas de vino (a veces picado), un exprimidor, un televisor, una cajetilla de cigarrillos o cualquier otra tontería que daría vergüenza a cualquier persona con un mínimo poder adquisitivo. En aquella España de los Franco, corría como reguero de pólvora la versión de que la visita de Doña Carmen a una joyería constituía un disgusto para los propietarios, porque elegía aquello que le gustaba y luego pedía que le enviaran la factura. La historia decía que pocos se animaban a hacerlo, y que como consecuencia de esa situación los empresarios cerraban sus locales cuando sabían que la señora iba a estar en la ciudad o creaban una especie de seguro financiado por las principales joyerías, quienes de esta manera dividían las pérdidas.
Respecto de la discusión sobre si Carmen Polo pagaba o no sus cuentas, Jaime Peñafiel opina que

En cada viaje, a su marido se le nombraba alcalde honorífico y perpetuo de tal o cual localidad y recibía la medalla de oro de la ciudad, de la provincia, del pueblo, de tal o cual entidad. Eran condecoraciones que habían costado dinero y que, en muchas ocasiones, se habían acuñado con el propósito concreto de obsequiar al Caudillo con un recuerdo cariñoso. Pues bien, viendo los miles de medallas que iba acumulando, «La Señora» mandó fundirlas y convertirlas en lingotes de oro. Era una manera más cómoda de guardar el cariño de todos los lugares de España que había visitado la pareja. Se estima que Franco y su esposa recibieron o adquirieron a precios irrisorios unas quince grandes propiedades, entre palacios, casas solariegas, fincas o bloques de pisos. También que el valor de los regalos que fueron acumulando ascendió a varios millones de pesetas de la época.
En una ocasión, mientras el matrimonio Franco asistía a un concierto dirigido por Ataúlfo ArgentaAtaúlfo Argenta MazaWikipedia, a doña Carmen se le rompió el collar y todas las perlas fueron rebotando por el suelo del palco con un sonido atronador. El concierto se tuvo que interrumpir mientras todos los cortesanos allí presentes buscaban desesperadamente las cuentas del collar en el suelo del palco. Demostrando una maravillosa sensibilidad musical, Franco, después del incidente, solo hizo una pregunta al famoso director de orquesta: ¿cómo podía dirigir a tantos músicos a la vez con aquel palito tan corto?
Vivía como una reina y pedía que como tal se la tratase. Iba a los mejores médicos y dentistas, recibía los mejores y más caros tratamientos y, por supuesto, nadie se atrevía a cobrarle. Ella lo consideraba normal; estaba por encima de esos asuntos materiales y ni siquiera lo agradecía o, como mucho, enviaba una fotografía dedicada. Si alguien se atrevía a exigir el pago de los servicios, había que hacerlo enviando la factura a El Pardo. Por supuesto se pagaba, con fondos del Estado, claro, pero quien lo hacía se arriesgaba a perder cierta clientela selecta o a sufrir una inspección de Hacienda. En cambio, siendo «generoso» el profesional podía disfrutar de las complicidades del poder y del Estado.

También el alto clero peligraba si se atrevía a contradecir las ansias de grandeza de doña Carmen. Una celebración religiosa en Sevilla tenía que culminarse con un banquete en el Palacio ArzobispalPalacio arzobispal de SevillaEl palacio arzobispal de Sevilla es la residencia oficial del arzobispo titular de la Archidiócesis de Sevilla (España), correspondiendo este cargo desde el año 2021 a José Ángel Saiz Meneses. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1969. Wikipedia. Según el protocolo, una mesa debía estar presidida por Franco y otra por el cardenal arzobispo Pedro SeguraPedro Segura y SáenzWikipedia, pero el Caudillo insistió que esta última lo había de estar por su mujer… como si fuesen un rey y una reina. El cardenal se opuso y el banquete no se celebró. «La Señora» nunca se lo perdonó y el cardenal acabó perdiendo su diócesis.
En primavera de 1950 la boda de su hija volvería a utilizarla como trampolín social. Un médico andaluz, Cristóbal Martínez-BordiúCristóbal Martínez-Bordiú y OrtegaWikipedia, miembro de la aristocracia menor y de familia casi arruinada, cortejó a Carmencita. Los Franco veían en él lo que era, un cazadotes sin muchos méritos y con fama de mujeriego, pero su hija se encaprichó de él y la familia cedió. Una vez más se desató el boato más disparatado. El novio iba disfrazado de opereta, nada más y nada menos que de caballero del Santo Sepulcro. Hubo ochocientos invitados y los regalos llovieron a miles, muchos de ellos provenientes de entidades públicas, o lo que es lo mismo, del dinero público, compitiendo los ministerios y entidades para hacer un mejor o más lujoso regalo. Evidentemente, en aquella finca particular en que los Franco habían convertido España, el destacarse con un regalo suponía luego obtener fácilmente cualquier permiso o licencia para negocios más o menos turbios. Era, ni más ni menos, que el tráfico de influencias llevado a forma de entender el funcionamiento del Estado. Y en ese tinglado doña Carmen jugaba el papel principal como distribuidora de prebendas, negocios y cargos. A estos últimos su esposo se negaba muchas veces, pero con los años fue cediendo cada vez más a los caprichos de su esposa. De sobra era sabido que tener a doña Carmen de parte de uno era tener la mitad del objetivo asegurado.
En ese mismo otoño logró obtener una audiencia con el papa Pío XIIPío XII → Eugenio Maria Giuseppe Giovanni PacelliWikipedia: el colmo del éxtasis religioso. Allí acudió con su hija y su yerno, anunciando que donaba dos mil pares de zapatos a los católicos necesitados. Sin embargo todo era mentira. Los zapatos eran de un fabricante amigo de la familia, no suyos. Era el reino de la apariencia y la cursilería. Le encantaba presidir mesas petitorias de la Cruz Roja o de la lucha contra el cáncer, o lo que fuese, siempre acompañada de ilustres amigas de las clases altas. Disfrutaba al hacerse fotos, mientras el coro de aduladores iba lanzando, con toda la ostentación posible, a las bandejas de plata billetes de mil pesetas bien vistosos. Igualmente le gustaba en Navidades visitar centros de beneficencia, haciendo alarde de caridad, y dar donaciones o limosnas que rara vez procedían de su patrimonio personal o el de su marido, sino del presupuesto del Estado. Todo era fachada, apariencia, falsedad… pero ella pensaba que era modelo de virtudes y que con su comportamiento ejercía un acto de moralidad pública que todo el mundo debía emular.
Su hija le dio siete nietos que sin duda fueron amados e igual de consentidos por sus abuelos, pero también apartados del resto de los niños de España, no fuera que se contaminasen. En una ocasión, en el día de Reyes se les hizo una fiesta particular. No se podían mezclar con el populacho. ¡Solo faltaría!, y se decidió organizar una cabalgata de Reyes Magos solo para ellos. Para eso doña Carmen no dudó en «invitar» a todos los niños del pueblo de El Pardo, en donde estaba ubicado el palacio, y a los hijos de los escoltas de su marido, para que disfrazados de pastorcillos fuesen cantando villancicos acompañando a las carrozas de los Reyes Magos. Tras pasar por el pueblo repartiendo caramelos (donados por empresarios del sector), la cabalgata se detuvo graciosamente bajo el balcón principal del palacio, a donde sus majestades subieron en una grúa llevando a los nietos del Caudillo decenas y decenas de los más novedosos juguetes (que también eran regalos de los jugueteros de España). Tras el emotivo acto, recogido con todo detalle por la prensa gráfica, la comitiva fue despedida llevándose los niños que habían participado en la representación un mísero puñado de caramelos como regalo… ¡Pero habían tenido el honor de participar en aquel acto tan entrañable de los Franco!

La televisión fue una revolución. Franco la veía a todas horas con interés, pero ella lo hacía con un ánimo abiertamente censor. Vigilaba constantemente si aparecía un escote demasiado atrevido, o unos hombros demasiado desnudos, y llamaba directamente a los estudios para indicar que, inmediatamente, alguna prenda cubriese aquellos excesos de desnudez. También lo hacía con las fotos de las revistas, que sufrían el cierre por varios meses, multas y hasta castigos penales. Pero sus comentarios censores no solo se ceñían a temas sexuales; también opinaba sobre los programas en general, las películas emitidas y los locutores, siendo todas sus indicaciones seguidas al pie de la letra. Era la guardiana de la pureza y la ortodoxia, por lo que a la censura oficial se añadía la que La Señora dictaba. Años más tarde, en plena decadencia física del dictador, ella asumiría cada vez más las riendas del poder y con «efectos retroactivos», pues cuando le fallaba la memoria a su marido sobre alguna persona ella le decía: «Sí, Paco, es aquel a quien le dimos tal cargo». Nadie se podía acercar a su Paco sin antes pasar por su cedazo, y menos si era portador de malas noticias que pudiesen darle un disgusto. En ese caso «mataba» al mensajero, diciendo que mentía o que era un traidor. Evidentemente entraba en colisión con aquellos que consideraban que debían mantener a Franco al corriente de lo que pasaba en el país. El resultado fue una combinación de fanatismo, anclaje en ideas caducas y aislamiento que hizo que el dictador y su entorno más íntimo no se enterasen de la verdadera evolución que estaba experimentando España. Por supuesto a ella no le importó ponerse en contra a los viejos amigos de su marido, aquellos curtidos militares que veían en ella a una arpía manipuladora que escondía a Franco la realidad del país. Incluso le aisló de su familia carnal; su hermana Pilar se quejó después de que su cuñada le había hecho volcarse más en la familia de ella que en la suya propia y que a la propia Pilar le costaba mucho hablar alguna vez con su hermano a solas, fuera de la vigilante presencia de La Señora.

Bien distinta era la situación de las mujeres de posguerra. Hasta mayo de 1975 debían tener la autorización del marido para poder trabajar, para sacar el pasaporte, comprar un automóvil, tener una cuenta bancaria. Y el esposo podía cobrar el sueldo del trabajo de su mujer. Si bien ya en los años sesenta, en la mayoría de los casos, los esposos no se aprovechaban de la legislación en ese sentido, lo cierto es que existía y se podía aplicar. Estas situaciones eran toda una definición del lugar que tenía reservado el franquismo para la mujer.
La dirigente de la Juventud Socialista Soraya Vega explica que:
Hubo dos elementos que fueron fundamentales para cambiar la situación de la mujer y las características de la sociedad: el comienzo del bienestar económico después de muchos años de posguerra llenos de necesidades y carencias, y la llegada de los turistas, que sirvieron para conectar a los españoles con el resto del mundo, con otras costumbres, con otra moral. La incorporación de cerca de un millón y medio de mujeres al mundo laboral entre 1968 y 1975 significó un cambio radical en el papel femenino en el hogar.
La nieta mayor del matrimonio Franco, también llamada Carmen, se casó con Alfonso de Borbón, primo hermano del príncipe Juan Carlos y nieto del último rey español, Alfonso XIII. La cosa estuvo rodeada de un clima conspirativo porque Doña Carmen hizo todo lo que estuvo a su alcance para que el relevo de su marido en la jefatura del Estado fuese Alfonso y no el designado Juan Carlos. También impulsaban la idea la madre de la novia y su padre, el Marqués de Villaverde, con el doble objetivo de continuar con el régimen sin Franco y de que la familia ingresara en el ámbito regio.
La boda siguió la línea de boato y derroche de la presentación en sociedad de Nenuca y su posterior casamiento. Se intentó darle un perfil monárquico, sobre todo cuando Doña Carmen, ante los dos mil invitados, se inclinaba repetidamente frente a la pareja llamándoles altezas sin que les correspondiera el título. La operación fracasó: Franco no aceptó las presiones y mantuvo a Juan Carlos como su sucesor en la jefatura del Estado con el título de rey.
Cuenta Peñafiel que para la época en la que Doña Carmen pretendía evitar que Juan Carlos fuera el heredero de su marido organizó un té con las esposas de los ministros.
Carmen Domingo señala que:
El objetivo era —explica Losada— lograr entrar definitivamente en la realeza, pues ella pasaría a ser la abuela de una reina, su nieta, lo que colmaba sus aspiraciones personales. Y por otra parte, asegurar que, tras la muerte de su marido —que cada vez se veía más inminente—, el régimen siguiese siendo fiel a los principios del 18 de julio de 1936 y, de paso, salvaguardar los intereses personales de las clases dirigentes franquistas.
«Fue evidente —dice Preston— que ese grupo que estaba en El Pardo, manejado en cierto sentido por el yerno, por un lado no quería arriesgar la transición a un monarca que temía podría ser un demócrata». Este sector fracasó y, «sin eso, yo creo que la transición de España podría haber sido mucho más sangrienta». Ése fue uno de los motivos por los que ese grupo acariciaba la idea de que Franco fuera inmortal, o sea, la idea de que muriese Franco. Y eso se nota cuando Arias Navarro da la noticia y está llorando. Veían caer todo su mundo.
España no era nazi, como dicen. España era franquista —asegura Carmen Domingo—, porque el ego de Carmen Polo fue lo más claro. Hemos conseguido que España, un país borbónico, sea ahora un país franquista. Para alguien que aspira a este tipo de cosas, debe ser como el delirium tremensDelirium tremensPsicosis tóxica asociada al alcoholismo crónico que se caracteriza por alucinaciones, temblores y agitación; se debe a una privación brusca del alcohol y forma parte del síndrome de abstinencia de esta sustancia..

Hitler pretendía erigir un imperio de mil años y destruir a los comunistas, sus enemigos ideológicos y territoriales. Mussolini, quien de joven había tenido ideales socialistas, creyó que podía reconstruir el Imperio romano. Stalin apostaba por la revolución mundial y el triunfo universal del comunismo. ¿Qué buscaba Franco? Lo cierto es que, aunque aparecía como el heredero de los Reyes Católicos y hacía alardes neoimperiales, en realidad quizá buscaba demostrar que todo el mundo se había equivocado con él. A su padre maltratador, que le castigaba y humillaba; a aquellos que se burlaban de él por su estatura y su voz; a los que lo llamaban Franquito o el Comandantín, como lo denominaban burlonamente en Oviedo, a todos ellos buscaba enrostrarles que era el mejor.
Poco después de las últimas ejecuciones franquistas, la salud del dictador se deterioró irreversiblemente y entró en agonía. Estuvieron a su lado su mujer, su hija y su yerno, quienes nada pudieron hacer para prolongarle la vida a pesar de que le mantuvieron enchufado a todo tipo de máquinas. En esos últimos días su hija le ayudó a redactar el testamento, pero después, ya viendo que el sufrimiento era tremendo y el final inevitable, las dos mujeres de Franco, su esposa y su hija, aceptaron lo irremediable y lo desconectaron. Murió el 20 de noviembre de 1975 en la clínica de La Paz, el hospital que él había creado y del que se sentía particularmente orgulloso.

Un símbolo de aquellos años es el Valle de los Caídos, la gigantesca basílica que Franco mandó construir después de la guerra. Es verdaderamente enorme; para que se hagan una idea, la cruz mide ciento cincuenta metros. El Caudillo dispuso que se hiciera como un memento de los muertos de la guerra civil, incluyendo los dos bandos, el republicano y el franquista, pero con una particularidad: sólo podían ser enterrados los republicanos que fueran católicos.
El Valle de los Caídos está en las montañas de Madrid, a sesenta kilómetros de la ciudad, en una zona muy difícil para construir. De hecho, se demoró desde 1940 hasta 1958. Fue levantado por prisioneros de guerra, quienes se presentaban como voluntarios para trabajar porque por cada día de trabajo aquí redimían seis días de condena, y además se permitía que la familia viniera y estuviera en los alrededores. De hecho, durante la construcción se levantaron muchas chabolitas en las que vivían las familias de los presos. Están enterrados treinta y tres mil soldados de ambos bandos y además el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, y Francisco Franco.
Después de la muerte del dictador, Doña Carmen se dedicó a organizar el empaquetado y la distribución entre sus propiedades de los objetos que había en El Pardo. De allí partieron camiones y camiones cargados hasta el tope, que nadie supervisó y en los que quizá se haya producido un saqueo del patrimonio nacional. A los cuatro meses de quedarse viuda Doña Carmen abandonó El Pardo, y lo hizo llorando con amargas lágrimas. Se fue a vivir a un piso bajo en el centro de Madrid, donde continuó su rutina: siguió siendo tacaña —excepto con sus nietas— y muy religiosa. Dicen que nunca llegó a asumir ni comprender qué había pasado para que en tan poco tiempo su mundo se hubiera derrumbado de esa manera.
Para Losada, «sólo le quedaba actuar ahora como la perfecta viuda guardiana de la memoria de su marido. Sin embargo, continuó viviendo como una vieja amargada, quejándose de la ingratitud que, según ella, la rodeaba por todas partes… Le habían quitado El Pardo, el coche oficial, parte de la escolta, ya no se inclinaban ante su presencia, no se reconocían los méritos y sacrificios del anterior jefe del Estado, ya no la temían ni respetaban como antes… De vez en cuando se dejaba ver en las reuniones o asambleas de la extrema derecha, gozando de los aplausos y de los gritos de ‘Franco, Franco’, rememorando los viejos laureles».
Carmen Polo desde 1975 hasta el día de su muerte, en febrero de 1988, ya con el Gobierno socialista en el poder cobraba as siguientes cantidades:
- 179 999 pesetas (1081,81 €) por ser viuda de jefe de Estado.
- 47 969 pesetas (288,29 €) de pensión por ley especial del 8/76.
- 75 930 pesetas (456,34 €) de pensión por viuda de capitán general.
- 66 640 pesetas (400,51 €)por la Cruz Laureada de San Fernando.
- 53 312 pesetas (320,41 €) por dos medallas militares individuales.
- 40 110 pesetas (241,06 €) de gratificación militar en concepto de cierre de escalas.
Éstos son los hechos contrastados. En primer lugar, Carmen Polo, tras recibir la herencia, en su declaración de hacienda de 1977 dijo poseer 89 millones de pesetas (534 900 €) patrimonio inmobiliario (humilde valoración notarial de las fincas citadas) y unos ingresos en metálico de poco más de 9 millones de pesetas (54 091 €). En segundo lugar, faltan referencias concretas sobre la fortuna personal del general en sus archivos privados, esas cincuenta cajas de documentos que jamás vieron la luz plenamente y que la familia sigue teniendo a buen recaudo. A duras penas, el legajo número 29 bis depositado en la Fundación Nacional Francisco Franco, consigna un Balance de bienes, fechado en junio de 1961 y firmado por su secretario particular Felipe Polo, que consta de «23 millones de pesetas (138 232 €); la mitad invertida en bienes inmuebles y la otra mitad en cuentas bancarias». Los demás terrenos, fincas, joyas y obras de arte, de valor inagotable según la imaginación popular, ya estaban en poder de la Señora y de su hija única antes del fallecimiento del Caudillo. Así pues, la fortuna del clan Franco no iba a quedar mermada, ni recibir daño alguno con la desaparición del patriarca.
Carmen Polo murió en 1988 expresando su deseo de reunirse con su marido, cosa que no se cumplió por lo menos en lo atinente a los cadáveres, porque Franco está en el Valle de los Caídos y ella no. A su velatorio acudió la extrema derecha española, y destacó la corona de flores que envió el dictador chileno Augusto Pinochet.
La última estatua de Franco en Madrid se levantaba en la zona conocida como Nuevos Ministerios. Era un monumento ecuestre y fue retirado en 2005. Justamente eso es lo que queda de Franco en la España de hoy: nada.
Se diría que fue un hombre que vivió por encima de sus posibilidades; se casó con una chica guapa, de una clase bien, que estaba por encima de su nivel social. Hizo una rápida y brillante carreta militar por encima de lo que sus despreciativos compañeros de academia le creían capaz, y al final este hombre que era bajito, poco culto, raro, que nunca hablaba de nada, que además tenía una voz aflautada, tendencia a la gordura y al que todo el mundo se refería con sorna terminó rigiendo con mano de hierro los destinos de España durante casi cuarenta años.
Para ello posiblemente contó con la pasividad y la sorpresa de todos aquellos que no esperaban nada de él. Probablemente le subestimaron. Pero además contó con el apoyo esencial, con el empuje, con el acicate insaciable de Doña Carmen, su mujer, que siempre intentó hacerlo más grande de lo que era. Y lo logró. Qué tragedia que toda esa energía fuera aplicada para construir un dictador.
ROSA MONTERO — DICTADORAS (las mujeres de los hombres más despiadados de la historia)
PILAR EYRE — FRANCO CONFIDENCIAL
CARMEN FRANCO — FRANCO MI PADRE
PAUL PRESTON — FRANCO, CAUDILLO DE ESPAÑA
ÁNGEL VIÑAS — LA OTRA CARA DEL CAUDILLO (Mitos y realidades en la biografía de Franco)
IGNACIO MERINO — SERRANO SUÑER, VALIDO A SU PESAR
GABRIEL CARDONA Y JUAN CARLOS LOSADA — MALOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
CARMEN ENRIQUEZ — CARMEN POLO, LA SEÑORA DE EL PARDO
CARMEN POLO, BIOGRAFÍA DESDE OTRO PUNTO DE VISTA