Anécdotas del cine I

Es una persona imposible. Tengo una tía llamada Minnie, a quien quiero mucho y que siempre llega a tiempo. Pero ¿quién compraría entradas para verla?



Así que decidieron cortar un fotograma y colocar en su lugar el de una mujer completamente desnuda. Fueron a la sala y comenzaron la proyección a la espera de lo que podía pasar. Mientras pasaba el metraje, Walt grito “¡Parad!”. El proyector se detuvo. Walt mandó retroceder un poco la película. Volvió a ordenar que parasen, y ahí estaba el fotograma de la mujer desnuda a pantalla completa. Pregunto que hacía en un película de Mickey Mouse un fotograma de una mujer desnuda. Pero nadie había pensado en que decir como excusa, con lo que tuvieron que contarle la verdad.
Disney no se enfadó y como acertó a ver el error estaba orgulloso de su buen ojo. No los despidió y les comento:
Si esa tía hubiera estado vestida, ni me hubiera fijado en ella.


Emil Jannings envió un telegrama desde Alemania que leyó Douglas Fairbanks que era el primer presidente de la Academia:
Presentadme ahora ya la estatuilla del Oscar
que probablemente Fairbanks había traducido mal del alemán.
Charles Chaplin, al que concedieron un Oscar especial por por El circo (1928) no se presentó por que «estaba resfriado».
Al Jonson, comentando que El cantor de jazz (1927) recibió un Oscar especial por ser la primera película sonora que se llevo una gran risotada cuando señalando el Oscar decía:
En toda mi vida podré que hará Jack L. Warner con algo así. No puede decir que sí.
El guionista Frances Marion (que recuerda la primera de la noche de los Oscar en el hotel Alexandria) describió la estatuilla del Oscar
como un símbolo perfecto del negocio del cien: un poderoso cuerpo atlético, agarrando una deslumbrante espada con la mitad de su cabeza,la parte que contiene el cerebro, cortada.

Es el caso de Peter Bogdanovich que era crítico de cine que escribía para la revista Esquire y para el Museo de Arte Moderno; de repente recibió una llamada de Roger Corman proponiéndole dirigir una película haciendo lo que más le gustará, solo tenía que cumplir tres normas:
Corman tenía pendientes dos días de rodaje con Boris Karloff, con lo que podría conseguir unos 20 minutos de material aprovechable. Lo malo era que Karloff tenía 80 años y se estaba muriendo de un enfisema pulmonar. Le dejaba para su uso y disfrute como gustase, 20 minutos de otra película que Karloff había hecho con Corman llamada El Terror (1963). Y esto que le dijo Corman al director novato:Entonces, reúne un grupo de intérpretes y filma durante unos diez días y ya tienes una película de 80 minutos con Karloff que yo puedo estrenar.
Y así fue como Peter Bogdanovich pudo hacer Targets, el héroe anda suelto (1968) “su” primer largometraje, por tan solo 130.000 dólares.