La farmacopea clásica considera afrodisíacos naturales todos los productos no químicos o sintéticos que supuestamente despiertan o favorecen la potencia o apetito sexual. Todos conocemos remedios farmacéuticos contra la disfunción eréctil como, por ejemplo, el citrato de sildenafilo (Viagra), avanafilo (Stendra), tadalafilo (Cialis) o vardenafilo (Levitra, Staxyn). Los chinos, por ejemplo, usaban el ginseng, plantas del género Panax.
La mayor parte de los afrodisíacos naturales proceden del reino vegetal, aunque también se han empleado, en menor medida, afrodisíacos extraídos de animales, como la cantárida (Lytta vesicatoria), cuyo principio activo, la cantaridina, tiene efectos vasodilatadores que propician la erección. En Filipinas consumen balut, huevos de pata con un embrión de 20 días, y carne de lobo; en el sudeste asiático deben sangre de cobra mezclada con algún brebaje alcohólico; en el Tíbet ingieren Cordyceps sinensis, un hongo del género ascomicetes parásito de los insectos y artrópodos, descubiertas en 1500 años y que en la actualidad es objeto de estudio tras haberse sintetizado a partir de este hongo en 1951 un antibiótico, el Cordycepin, empleado en el tratamiento de la tuberculosis o tisis, una infección bacteriana de los pulmones; en Colombia, para estimular la libido, gustan de comer hormigas cortadoras de hojas (géneros Atta y Acromyrmex); en Tailandia y China atribuyen poderes afrodisíacos a la sopa de nidos de golondrina, preparada con nidos de aves del género Aerodramus, denominada comúnmente salanganas.






108985