25/04/2024

Serrano Suñer: el «cuñadísimo» de Franco

Al principio iba a los bautizos, cumpleaños y demás fiestas familiares, pero luego ni en esos días iba a El Pardo. ¿Para qué? Aquello se había convertido en la corte de la adulación y la mentira. Además, todos los actos allí eran ya políticos. Incluso se podía uno encontrar con un Consejo de Ministros.

Así hablaba Ramón Serrano Suñer, «el Cuñadísimo», «el Hombre del Eje», el efímero «número dos» de Franco en los primeros años de su dictadura. Con una longevidad que alcanzaría los 102 años, el que fuera «arquitecto jurídico» del Régimen, el hombre que puso fin al «gobierno campamental» de Franco, había decidido revisitar su propia historia y, para ello, se despachaba con algunas declaraciones críticas, fronterizas con el más puro «antifranquismo». Entre la curiosidad jurásica y la desmemoria, los medios de comunicación proyectaban la dulce imagen del anciano Serrano, último superviviente de una generación con las manos manchadas en la sangre de una guerra civil y una represión sin parangón en Europa.

Serrano Suñer, el «cuñadísimo» con parte de la cúpula del Reichstag
Serrano Suñer, el «cuñadísimo» con parte de la cúpula del Reichstag

Tras su elegancia crepuscular, su pelo plateado y la sonrisa de quien les ha sobrevivido a todos, Serrano Suñer sabía que el tiempo había hecho de él una reliquia del siglo, un protagonista privilegiado que había departido con personajes como Adolf HitlerAdolf HitlerAdolf HitlerWikipedia, el conde CianoGian Galeazzo CianoGian Galeazzo CianoWikipedia, Benito MussoliniBenito Amilcare Andrea Mussolini Benito Amilcare Andrea Mussolini Wikipedia, los máximos dirigentes del Tercer ReichAlemania nazi o bien, nacionalsocialistaAlemania nazi o bien, nacionalsocialistaWikipedia, Heinrich HimmlerHeinrich Luitpold HimmlerHeinrich Luitpold HimmlerWikipedia y Joachim von RibbentropUlrich Friedrich Wilhelm Joachim von RibbentropUlrich Friedrich Wilhelm Joachim von RibbentropWikipedia; el mariscal PétainPhilippe PétainPhilippe PétainWikipedia, su cuñado Paco…

Mancha de cabrones

Franco era muy sensible a la adulación —ha dicho Serrano—. Quien más daño ha hecho al régimen de Franco fue la corte de los milagros de que se rodeó mi cuñado, compuesta por aduladores y turiferariospersona ─ Que lleva el incensario (instrumento litúrgico para esparcir el humo del incienso quemado, que consiste en un recipiente de metal, con tapa y colgado de unas cadenas). que no tenían límites ni decoro para halagar la vanidad del jefe del Estado.

Él lo sabía muy bien. Durante tres años cruciales desplazó a Nicolás FrancoNicolás Franco BahamondeNicolás Franco BahamondeWikipedia y se convirtió en el principal consejero del general. Más que su mano derecha, se convirtió en un valido con tanto poder como para impedir que, tras la victoria, el Caudillo se instalara en el Palacio de Oriente, como los Borbones y la presidencia de la República. Serrano le dijo al Generalísimo que aquel aposento no daba buena imagen del Nuevo Orden que en España «empezaba a amanecer», y Franco, que se había propuesto actuar como un «rey absoluto» y deseaba ocupar las mismas estancias que Alfonso XIII o que Alcalá ZamoraNiceto Alcalá-Zamora y TorresNiceto Alcalá-Zamora y TorresWikipedia, se conformó con instalar su Corte en el palacio de El Pardo, más discreto y cinegéticoDe la caza o relacionado con ella..

En un último embate crítico, el casi centenario Serrano cargó contra su cuñada Carmen Polo:

Era avara. Ella, con tal de poseer riqueza… El episodio más vergonzoso es aquel de La Coruña, donde hay un edificio del siglo XVII, un palacete muy bonito que a ella le encantaba para casa. Ya tenía el Pazo. Bueno, fue Pedro Barrié de la MazaPedro Barrié de la MazaPedro Barrié de la MazaWikipedia quien le arregló lo del Pazo de MeirásLas Torres de Meirás, o Pazo de MeirásLas Torres de Meirás, o Pazo de MeirásWikipedia . Y le hizo Conde de Fenosa, nada menos, conde de una industria. Él se dio cuenta del capricho de esa mujer por la casa y aunque ahí estaba emplazado el Conservatorio de Música, lo desalojaron a toda prisa y entonces De la Maza, compró la casa para que todo se hiciera con arreglo a derecho. Inmediatamente otorgó una escritura pública de donación a la señora. Son cosas increíbles. Hay gente que ha hecho latrociniosHurto o fraude, especialmente el que se comete contra bienes públicos. grandes, pero de modo más cuidadoso. Carmen estaba muy unida a su marido, no era muy inteligente y era holgazana(persona) Que tiene poca disposición para hacer algo que requiere esfuerzo o constituye una obligación, especialmente trabajar.. Cualquier mujer con su poder empieza cuanto menos a hacer fundaciones, pero ella…

Fue preciso que Carmen Polo hubiera pasado a la historia para que Serrano Suñer, cuyo brillo social y político se debían en gran medida a sus vínculos familiares, la acusara de su descenso del poder. Nadie, por supuesto, podía responderle. Ni siquiera los investigadores se han tomado muchas molestias al respecto. En su proyección pública logró seducir con su personalidad a historiadores de prestigio que resultaron subyugados por su testimonio arrollador cayendo, fuera de la confortable frialdad documental, en el peor defecto del periodismo: la parcialidad en el enfoque y la complicidad con la fuente. Por todo ello, Serrano se pudo permitir el lujo de volver a contar su paso por la historia. Una retirada temprana —una destitución, una caída— ha supuesto para él y para sus seis descendientes directos una victoria personal. La de la inmunidad histórica y la de los negocios. Y en la España del estraperlo y la corrupción institucional, pudo pasar de su corazón y sus asuntos con las atribuciones propias de un jugador de ventaja, siempre dispuesto a justificar la sublevación militar con aseveraciones como ésta: «En España se había demostrado que la democracia sólo es posible en un estado de pureza explosiva que la conduciría hasta su propio suicidio.»

Como personaje, el Cuñadísimo consiguió pasar de puntillas sobre sus responsabilidades como ministro de Gobernación en el primer gobierno de Franco, durante 1938 y 1939, cuando las represalias, los paredones y los escuadrones falangistas desencadenaban el terror y la muerte en la retaguardia, mientras España estaba partida en dos. Tiempo de guerra. También ha quedado como testigo —más que anecdótico— de la política desarrollada por el fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán, cuya máxima expresión llegó con la Segunda Guerra Mundial y con el Holocausto. Así es el tiempo: diluye los perfiles perversos y lima las aristas, suaviza el dramatismo de los hechos y facilita la amnesia de verdugos vencedores. Después de todo, muchas veces es cuestión de dinero.

Tras años de silencio, especialmente mientras ocupó la presidencia de la constructora FOCSA (Fomento de Obras y Construcciones, S. A.), Serrano Suñer ofrecía un resumen de su vida que parece inscrito dentro de esa corriente revisionista que sacude la más reciente historiografía española, con la transición democrática incluida. En el anuario Quién es quién en España de 1999, el Cuñadísimo ofreció esta reseña biográfica de sí mismo:

Historiador. Escritor. Premio Cavia de Periodismo. Político. Ministro de Gobernación (1938), creador de la nueva Administración Central del Estado; ministro de Asuntos Exteriores; conductor de la política en la Segunda Guerra Mundial, evitando la invasión de España por Alemania. Licenciado en Derecho con Premio Extraordinario por la Universidad Central de Madrid. Abogado del Estado y de casi todos los Ilustres Colegios de Abogados de España. Académico electo de Ciencias Morales y Políticas. Del Instituto Español de Estudios Mediterráneos. Creador y Presidente de la Fundación «Premios Hermanos José y Fernando Serrano Suñer, Ingenieros». Condecoraciones nacionales y extranjeras.

El retrato que de Serrano ofrecen algunos autores no resulta tan amable como el fomentado por él mismo.

Germanófilo convencido —escribe Alfonso Sáez Alba—, fue formado por consejeros técnicos de la GESTAPOGestapo, contracción de Geheime Staatspolizei: Policía Secreta del EstadoGestapo, contracción de Geheime Staatspolizei: Policía Secreta del EstadoWikipedia. Su antisemitismo ha quedado reflejado en los discursos de finales de los años 30 y principio de los años 40. Asiduo asistente a los funerales celebrados cada año en honor de Benito Mussolini y de Adolfo Hitler en Madrid. A partir de 1970 toma posiciones «centristas» en el diario ABC donde colabora habitualmente desde entonces.

Frente a las acusaciones de germanófiloQue siente estima o admiración por todo lo alemán. y antisemitaAntisemitismoTendencia o actitud de hostilidad sistemática hacia los judíos., Serrano siempre repitió el mismo argumento: «España se libró de los horrores de la Segunda Guerra Mundial por la política germanófila. Si no hubiéramos tenido esa política germanófila a los cuatro días hubiésemos sido invadidos». Aunque también ha confesado:

La política amistosa que mantenía España con respecto al Eje, y de la que yo era, en efecto, el responsable, estaba dictada por el interés nacional. Y dictada, también, por la legítima gratitud que debíamos a Alemania e Italia por la ayuda que nos prestaran en nuestra guerra… Y dictada, por último, en razón de ciertos puntos de similitud entre los regímenes del Eje y el nuestro, aunque fuese un absurdo atribuir al nazismo y al fascismo cualquier paternidad en la creación de nuestro propio Estado.

Respecto al antisemitismo, Serrano ha relatado que, en una de sus visitas oficiales, dijo al ideólogo racista Alfred RosenbergAlfred RosenbergAlfred RosenbergWikipedia:

No sería el sincero amigo que soy de Alemania, si le ocultara lo mucho que me inquieta su racismo. Fieles a los cánones del Concilio de Trento, nosotros creemos en la unidad moral del ser humano. Y aunque somos profundamente católicos, no por eso somos antisemitas ni lo seremos nunca.

Y en cuanto a su relación con la GESTAPO, Serrano la reduce a una visita oficial a Alemania durante la cual Heinrich Himmler, jefe de las SS y de la GESTAPO, le mostró detalladamente «la máquina siniestra de la seguridad» que los nazis mostraban con orgullo a sus visitantes distinguidos.

En cuanto al supuesto de que su actitud germanófila evitó la invasión nazi de España, numerosos historiadores han quitado brillo a tan grandiosa revisión. Fue Hitler quien desistió de que España participara militarmente dado el alto coste económico que suponía para el Reich y que no estaban dispuestos a dar a Franco el pastel francés del Oranesado. Jamás hubo el más mínimo peligro de invasión de España por parte de Alemania. Resulta revelador el balance realizado por el Führer el 10 de febrero de 1945, cuando la Alemania nazi estaba a punto de perecer:

{de haber aceptado la entrada de España en el Eje} podríamos habernos encontrado atados, para lo bueno y para lo malo, a un régimen por el que ahora tengo, si acaso, menos simpatía que nunca, ¡un régimen de aprovechados capitalistas, marionetas de la pandilla clerical! ¡Nunca perdonaré a Franco por no haber reconciliado a los españoles una vez que terminó la Guerra Civil; por haber condenado al ostracismo a los falangistas, a los que España tiene que agradecer la ayuda que les dimos, y por haber tratado como bandidos a sus antiguos enemigos, que distaban mucho de ser todos rojos! Colocar a la mitad de un país al otro lado de la ley, mientras una minoría de saboteadores se enriquece, con la bendición de los clérigos, a expensas del resto, no constituye ninguna solución. Estoy bastante seguro de que muy pocos de los denominados rojos españoles eran en realidad comunistas

Eufemismos, palabras biensonantes… Desde su ostracismo dorado, Serrano siempre ha podido pagarse una revisión a la carta, como consejero del Movimiento, puesto al que nunca renunció, y mientras disfrutaba de los réditos como inspirador de un régimen autoritario en el que, llegado el caso, podía dar dinero incluso la evocación «municipal» de José Antonio Primo de Rivera. Desde la elite del capitalismo nacido con el Régimen, su parentesco con los Franco, sus contactos católico-falangistas y los negocios multimillonarios gestados a partir de su influyente bufete de abogados le han convertido en uno de los nuevos caballeros de industria surgidos de la nada que llegaron a constituir una nueva aristocracia financiera.

Al marcharse a lo que él llama «el huerto sagrado» de su vida, es decir, el ejercicio del Derecho, Serrano Suñer supo combinar su entrada en el mundo de los grandes negocios con la representación de casos jurídicos tan politizados como la demanda de Heinemann contra Juan March en el rocambolesco escándalo de Barcelona TractionLa empresa Barcelona Traction, Light and Power Company, Limited fue fundada por el ingeniero norteamericano Frederick Stark Pearson (1861-1915), el 12 de septiembre de 1911, en Toronto (Canadá). A causa de su origen canadiense, esta empresa fue conocida popularmente como La Canadiense o La Canadenca, en catalán. El 14 de diciembre de ese mismo año, esta empresa creó en Barcelona la sociedad Riegos y Fuerzas del Ebro, nombre con el que operaría en España. Wikipedia.

En su tránsito hacia la privacidad, desde su influyente despacho de la calle Príncipe de Vergara, Serrano contó con la compañía y la colaboración de antiguos camaradas, como Dionisio RidruejoDionisio RidruejoDionisio RidruejoWikipedia, y con pasantes tan ilustres como José María Ruiz GallardónJosé María Ruiz GallardónJosé María Ruiz GallardónWikipedia, pieza clave en la refundación de la derecha española posfranquista, impulsor del Partido Popular y miembro de una saga de políticos conservadores que empezó con su padre, el famoso periodista José María Ruiz AlbénizVíctor Ruiz Albéniz (Mayagüez, Puerto Rico, 1885 - Madrid, 1954) fue un periodista español (conocido con el seudónimo de Tebib Arrumi, aunque también Chispero, y Acorde) que fue descrito en su época como el cronista oficial del Régimen de Franco (adscrito como cronista de guerra al cuartel general del general). Fue presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid desde 1937, así como cronista del ABC., columnista de ABC bajo el seudónimo de El Tebib Arrumi, y que tiene el último exponente en su hijo Alberto Ruiz GallardonAlberto Ruiz-Gallardón JiménezAlberto Ruiz-Gallardón Jiménez Wikipedia, ex alcalde de Madrid.

LA FORTUNA DEL CUÑADÍSIMO
En julio de 1997, la Asociación Suiza de Banqueros (ASB) publicó los nombres de los titulares extranjeros que, desde que finalizó la Segunda Guerra Mundial en 1945, poseían «cuentas dormidas» en bancos de la Confederación Helvética. El secreto mejor guardado. El rastreo y las reclamaciones sobre el oro robado por los nazis a las víctimas del Holocausto habían posibilitado aquel milagro. Con la transparencia, salieron a la luz, por primera vez desde 1945, las identidades de 1872 personajes —algunos de ellos simples apoderados— que tenían mucho que esconder. De ellos, sesenta y nueve eran españoles. Se trataba de ricos aristócratas, empresarios de alcurnia y diplomáticos demasiado emprendedores, con apellidos tan sonoros como Ybarra, Queipo de Llano, Urquijo, Giménez-Arnau, Bernardo de Quirós, Escoriaza, Zubiría o Aguirre, que habían recurrido a «la cueva suiza de Alí Babá» en previsión de los malos tiempos. Y entre ellos, para sorpresa de muchos, allí estaba su nombre: Ramón Serrano Suñer, acompañado por los de su esposa, Ramona «Zita» Polo, y de sus seis hijos: Fernando, Francisco, Jaime, José, Pilar y Ramón. La familia al completo en el mismo escondrijo utilizado por destacados miembros del Partido Nacionalsocialista y por allegados de Adolfo Hitler; algunos de cuyos nombres lo dicen todo: Willy Bauer, subdirector de un campo de concentración; Hermann Esser, vicepresidente del Reichstag; Heinrich Hoffmann, asistente de Hitler; Hermann Schmitz, fabricante del gas mortífero Zyklon-B con el que se exterminó a millones de personas; Hugo Boss, sastre del Tercer Reich que empleó mano de obra esclava.
Serrano Suñer, el «cuñadísimo» con parte de la cúpula del Reichstag
Serrano Suñer, el «cuñadísimo» con parte de la cúpula del Reichstag

Al menos ciento cincuenta de los titulares de aquellas cuentas constan también en los listados de la Oficina de Persecución y Esclarecimiento de Delitos Nacionalsocialistas, con sede en Ludwigsburg. La explicación de Serrano fue simple: utilizó —según él— aquellas cuentas para pagar los colegios de sus hijos en Suiza y para depositar los dividendos de Radio Transeuropea, de la que era accionista.

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Germanófilo incluso en los asuntos del bolsillo, Serrano Súñer era un contribuyente muy discreto en 1975, cuando murió su cuñado. Las listas del Ministerio de Hacienda hechas públicas por primera y única vez en 1977 revelaron que el Cuñadísimo, el «Señor del Gran Poder» ensalzado por la copla, declaraba unos ingresos de 5 532 059 pesetas (33 248 €) y un patrimonio de poco más de 112 millones (673 133 €). Saltaba a la vista que Serrano, como otros muchos prohombres, había recurrido a la llamada «ingeniería fiscal», porque en aquel momento el otrora «número dos» era presidente de Fomento de Obras y Construcciones, S. A. (FOCSA), una compañía con 12 865 empleados dedicada a las obras públicas (construcción de autopistas, carreteras, obras hidráulicas, infraestructuras, edificios…) y al saneamiento urbano (recogida de basuras, limpieza de vías, conservación de alcantarillados…) que obtenía beneficios brutos de 1 112 246 844 pesetas (6 684 741 €), con una facturación superior a los 11 024 millones de pesetas (66 255 608 €), siendo por ello una de las cinco mayores empresas españolas sin participación estatal.

Vinculada al grupo catalán Mas Sarda desde 1900, FOCSA tuvo una gran expansión durante los años del desarrollismo económico español. Serrano accedió a la presidencia en 1974, después de ser consejero durante dos décadas, y la dejó en 1979. Su capital social, que ascendía a 34 millones de pesetas (204 344 €) en 1972, alcanzó los 984 millones (5 913 963 €) en 1976; y el 31 de diciembre de 1975, cuarenta días después de la muerte de Franco, la compañía confesó unos activos de 13 526 millones de pesetas (81 292 962 €). En 1992 FOCSA se fusionó con Construcciones y Contratas, dando lugar a una nueva empresa: Fomento de Construcciones y Contratas (FCC).

Pero éste no era él único cargo directivo ocupado por el Cuñadísimo en 1975. Serrano estaba vinculado a las sociedades Criado y Lorenzo, Inmobiliaria Vascasa, Terrenos y Construcciones y La Alquimia, y era propietario de la Compañía Radio Intercontinental, constituida el 14 de diciembre de 1946 con un capital de 600 000 pesetas (3 606 €) que el 19 de junio de 1954 fue ampliado a 18 millones (108 182 €) con el desembarco de Ramón Serrano Súñer como nuevo presidente, acompañado en el consejo por su íntimo amigo Dionisio Ridruejo, breve director de la sociedad, su hijo Fernando Serrano-Suñer y el francés Jaime Tremoulet Morujas**. La entrada de Serrano en este negocio formaba parte de la lógica de una época en la que algunas de las más relevantes figuras de la Cruzada tomaron posiciones para proceder al reparto definitivo del pastel de la radiodifusión en España.

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En el ejercicio de 1977, la Compañía declaró un beneficio líquido de 403 015 pesetas (2422 €); al año siguiente adquirieron una nueva emisora de FM, más potente y con mejor sonido, para reemplazar a la que poseían. Por este motivo declararon en 1978 unas pérdidas de 343 000 pesetas (2061 €). En 1980, el consejo de administración de Radio Intercontinental estaba ocupado por cinco miembros de la familia Serrano y el 75 por 100 de su capital pertenecía a accionistas privados. La empresa tenía 61 personas en plantilla, y estaba formada por las siguientes emisoras: Radio Andorra, Radio Córdoba, Radio Intercontinental, Radio Miramar, Radio Linares y Radio Continiente.

ENTRE FRANCO Y JOSÉ ANTONIO
El «huerto sagrado» ha dado sus frutos y Ramón Serrano Suñer ha tenido la inmensa fortuna de poder contar su vida pública y explicar su papel como hombre del Eje y número dos del Generalísimo Franco, entre 1938 y 1942, cuando el fascismo «a la española» brillaba entre sotanas y camisas azules. Su inmenso poder, ostentado hasta 1945 (fuera ya del Gobierno pero dentro de la estructura de poder del Régimen hasta el extremo de atreverse a enviar una carta a Franco reclamando reformas gubernamentales profundas), le había valido el sobrenombre de «El Cuñadísimo», y las coplas populares le comparaban al «Señor del Gran Poder».

Hijo de un prestigioso ingeniero de Caminos de estricta moral católica, Ramón nació el 12 de diciembre de 1901 circunstancialmente en Cartagena, donde su padre dirigía la construcción del puerto. Mientras sus hermanos eligieron la ingeniería, él apostó por el Derecho. En la facultad de la Universidad Central de Madrid estudió con matrículas de honor en todas las asignaturas y obtuvo la licenciatura con el Premio Extraordinario Fin de Carrera; amplió estudios en Bolonia y Roma; consiguió la plaza de Abogado del Estado en 1924 y entró en política como militante de la organización católica Acción Popular, donde fue secretario de su rama juvenil. En 1936 llegó a diputado en Cortes por Zaragoza como miembro de la Confederación Española de Derechas Autónomas —la CEDA de Gil Robles—, con cuyo partido sería vicepresidente segundo del Congreso hasta 1936. Dos presencias marcaban ya su paso por la historia: su amistad íntima con José Antonio Primo de Rivera desde sus años de estudiante universitario, y su relación con el director de la Academia Militar de Zaragoza, Francisco Franco, a través del cual conocería a la que estaba llamada a ser su esposa, Zita Polo, hermana de la mujer del laureado general africanista.

José Antonio y Franco: el fascismo ibérico y el militar autoritario
Entre ambos, ejerció Serrano de enlace en más de una ocasión. A los dos, de alguna manera, debe su gloria personal. Junto a Raimundo Fernández-CuestaRaimundo Fernández-Cuesta MereloRaimundo Fernández-Cuesta MereloWikipedia, Serrano sería el albacea del testamento del fundador de la Falange, escrito antes de ser fusilado en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936, y en el que calificaría a los dos albaceas como «entrañables amigos de toda la vida». Ya en plena guerra, y vistiendo la camisa falangista, este bagaje le permitió redactar el Decreto de Unificación que cedió todo el poder político a Franco, a través de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, el partido único en el que Serrano fue el primer jefe nacional de Prensa y Propaganda, y cuyos servicios organizó con la colaboración de los jóvenes falangistas Antonio TovarAntonio Tovar Llorente Antonio Tovar Llorente Wikipedia y Dionisio Ridruejo**, proclives al fascismo, pero dedicados a exaltar la figura de Franco.

Mientras pudo, Serrano ejerció el mando con ímpetu; redactó la Ley de Prensa «para tiempos de guerra», que se mantuvo vigente, aunque con retoques, durante casi medio siglo; creó la base jurídica del Régimen, las leyes de la Administración Central del Estado e inspiró el Fuero del TrabajoEl Fuero del Trabajo (1938) es una de las siete Leyes Fundamentales del franquismo, que fue elaborada y aprobada en 1938 antes de la terminación de la Guerra Civil a imitación de la Carta del Lavoro promulgada en Italia por Edmondo Rossoni y el Gran Consejo Fascista italiano en abril de 1927. Si bien es cierto que en el momento de su promulgación, las tropas del general Franco llevaban una clara ventaja en la contienda; de hecho fue en 1938 cuando Franco creó el Gobierno de la Nación.WikipediaFuero del trabajo, decretado por Franco el 9 de marzo de 1938, declaración de principios del Régimen en lo económico y social que dejaba muy claro el modelo de Estado que los rebeldes se proponían. El Fuero, en su apartado XI, amparaba la propiedad «y la iniciativa privada como fuente fecunda de la vida económica y de la nación», y advertía en su punto dos:

Los actos individuales o colectivos que de algún modo turben la normalidad de la producción o atenten contra ella serán condenados como delitos de lesa patria». Los empresarios podían dormir tranquilos: se respetaban sus privilegios de clase y la huelga había dejado de ser un derecho de los trabajadores. Además, el Sindicato Vertical, en manos de los falangistas a modo de «botín de guerra», se había convertido en un «instrumento al servicio del Estado.

Por si quedaba alguna duda, el Fuero dice textualmente:

El Estado […] instrumento totalitario […], sindicalista en cuanto representa una reacción contra el capitalismo liberal y el materialismo marxista, emprende la tarea de realizar —con aire militar, constructivo y gravemente religioso— la Revolución pendiente y ha de devolver a los españoles, de una vez para siempre, la Patria, el Pan y la Justicia.
FASCISMO CATÓLICO CONTRA COMUNISMO Y MASONERÍA
La vida pública se llenaba de parafernalia patriótica y palabras grandilocuentes que tanto gustaban a la nueva clase de dirigentes falangistas en sus momentos estelares, como aquel 24 de junio de 1941, cuando, desde el balcón de la sede de Falange, en Madrid, Ramón Serrano Suñer arengó a cuantos se lanzaron a la calle para celebrar la invasión de la URSS por el ejército nazi:
Camaradas, no es hora de discursos. Pero sí de que la Falange dicte en estos momentos la sentencia condenatoria. ¡Rusia es culpable! Culpable de la muerte de José Antonio Primo de RiveraJosé Antonio Primo de RiveraJosé Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (Madrid, 24 de abril de 1903 - Alicante, 20 de noviembre de 1936) —conocido también como José Antonio— fue un abogado y político falangista español, primogénito del dictador Miguel Primo de Rivera y fundador de la Falange Española. Acusado de conspiración y rebelión militar contra el Gobierno de la Segunda República, fue condenado a muerte y finalmente ejecutado durante los primeros meses de la guerra civil española. Wikipedia José Antonio Primo de Rivera, nuestro fundador. Y de la muerte de tantos camaradas y tantos soldados caídos en aquella guerra por la agresión del comunismo ruso. El exterminio de la Rusia soviética es exigencia de la Historia y del porvenir de Europa.

Aquel entusiasmo se desmoronaría pronto. Así lo dejó escrito en 1947, dedicado ya a los negocios:

Frente al imperialismo eslavo puesto en marcha sólo se puede oponer la fuerza de una ilusión en una gran empresa general. Si a la gran amenaza mundial no tenemos otra cosa que oponer que nuestras querellas y esta moral podrida del «estraperlo», la corrupción general, la insinceridad política y el egoísmo, las vaciedades y mentiras de la propaganda (dicho sea esto sin ninguna excepción) pereceremos, y el imperio ruso será un destino que habremos merecido.

En 1972, veinticinco años después, en pleno tardofranquismoCarmen Polo y Francisco FrancoWikipedia, declararía:

La Unificación, que fue útil durante la guerra y algún tiempo después en el que los antagonismos entre los españoles eran todavía profundos, no lo fue más tarde cuando, además, el Partido FET y de las JONSFalange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional SindicalistaBandera de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional SindicalistaWikipedia se mineralizó convertido en mera burocracia. Desde entonces, su mantenimiento carecía de oportunidad […] Dentro y fuera de España el pluralismo […] es especialmente la característica del espíritu europeo. Mejor que desconocer fuerzas reales, cuya existencia es innegable, es contar con ellas y abrirles, con responsabilidad e inteligencia, cauces de manifestación.

Era el final de una escapada, el desencanto definitivo de un hombre que había querido, a sus 35 años, implantar en España un modelo fascista vinculado a la religión. Serrano Suñer era partidario, según Payne, de «una especie de fascismo catolizado basado en el modelo italiano».

La fuerza de este pensamiento queda reflejada en sus discursos de la época, y también en su prólogo fechado en Burgos el 27 de diciembre de 1938, «Año de la Victoria», para el libro Masones y pacifistas, del sacerdote «antisectas» Juan TusquetsJuan Tusquets TerratsLibro de Juan Tusquets TerratsWikipedia, teórico del contubernio judeo-masónico al servicio de la oficina de Propaganda:

La masonería ha producido en nuestra Patria estragos y crímenes todavía más graves que en otros países. Entibió la fe del Pueblo en la Religión de sus mayores y su pasión por la unidad y por la grandeza de España; fomentó la hipocresía, la inmoralidad y el odio entre los españoles, la rebeldía negativa y la demagogia; debilitó el honor profesional y el orgullo español, sacrificando a maquinaciones internacionales los intereses de la Patria, creando un ambiente propicio al coloniaje; y ha sido, en fin, la causa principal del asalto a la Historia de España significado por la revolución roja que, sin el valladar que le opusieron los españoles que se libraron de su garra, la hubiera desplomado en el abismo.

Dispone la Masonería para el ataque de elementos propios en abundancia, pero cuenta siempre, además, con valiosísimos agentes de fortuita e inconsciente colaboración. No perdona a sus enemigos y es inexorable con el perjurio. |…| Por eso —ya por viejas son conocidas sus intrigas— los masones, los premasones, los comasones y los postmasones, con sus armas propias, y con las que les prestan en fácil alianza la charlatanería de los necios, la vanidad de los «snobs» y la pasión de los malvados, se emplean a fondo para enervar nuestro actual propósito político, lanzando consignas y elaborando planes de ataque que encuentran extensa red difusora en los residuos de frivolidad de las gentes que no han penetrado aún en la hondura de esta hora en España. Y unas veces siembran el recelo entre las personas y núcleos cuya inteligencia y recíproco amor son necesarios para la gran tarea, y otras intrigan para indisponer el Estado con la Iglesia o viceversa. {…} La sangre de tantos hermanos nuestros, sacrificados por el odio o entregadas sus vidas a la Causa en heroica voluntad, es un grito constante que llama imperativo a la conciencia de todos los buenos españoles para que vivan —por siempre— unidos en el campo sagrado de la Patria.

El peso de la religión le distanciaba profundamente de Adolfo Hitler:

Toda la tensión que me proporcionaban mis visitas a Alemania se convertía en tranquilidad de ánimo y relajamiento en Italia. Por eso siempre, antes de volver a Madrid, pasaba por Roma y casi siempre también me entrevistaba con Benito Mussolini. Él me solía recibir enseguida y recuerdo un día que había tenido yo en Berlín un mal encuentro con el doctor Rosenberg, el artífice de la teoría de la superioridad de la raza aria, al cual rebatí con cierta carencia de diplomacia sus argumentos de que España era un país dominado por la Iglesia, viniendo a decirle que tenía poca cultura sobre el particular.

Sea como fuere, Hitler siempre despreció a Serrano, a quien denominaba «el jesuítico cuñado» y acusaba de perpetrar un «sistemático sabotaje» a la alianza de España con el Eje. Así lo comentó Hitler el 7 de julio de 1942 en el transcurso de una cena:

La situación española se está desarrollando de una manera deplorable. Franco, obviamente, no tiene carácter para enfrentarse a los problemas políticos del país. Y eso que comenzó a partir de una posición más favorable que la del Duce o la mía, porque nosotros dos no sólo tuvimos que apoderarnos del Estado, sino también ganarnos a las Fuerzas Armadas. Franco, por el contrario, tenía en su mano tanto el poder político como la fuerza militar. Es obvio que es incapaz de liberarse de la influencia de Serrano Suñer, a pesar de que éste último es la personificación del cura en política y está jugando de manera claramente deshonesta con las potencias del Eje.

El disgusto de Hitler con respecto al Régimen franquista era total:

Si yo no hubiera decidido en 1936 enviarle el primero de nuestros aviones Junker —dijo en otra ocasión—, Franco no hubiera sobrevivido. ¡Hoy su salvación es atribuida a santa Isabel! Isabel la Católica —la mayor prostituta de la historia—. {…} La tragedia real de España fue la muerte de Mola. Ése era el verdadero cerebro, el verdadero dirigente. Franco llegó a la cima como Poncio Pilato al Credo. El espíritu malo es indudablemente Serrano Suñer, cuya tarea es preparar el camino para la Unión Latina. ¡En realidad es el enterrador de la España moderna!

Con todo, el 7 de octubre, mientras Franco declaraba ante el Consejo Nacional de Falange que:

Las revoluciones alemana, italiana y española son las fases de un mismo movimiento general…», la ruptura de Hitler con el Generalísimo parecía irreversible, a pesar de que Serrano, en abril de 1942, hacía declaraciones periodísticas como ésta: «Si el gran baluarte alemán no pudiera contener el tremendo peligro ruso, España ayudaría no con quince mil, sino con un millón de hombres».

Hasta la batalla de Stalingrado, tanto Franco como Serrano creyeron firmemente que Alemania ganaría la guerra, pero en sus relaciones siempre habían tropezado con un desacuerdo esencial en materia de religión. El 7 de diciembre de 1942, en el mismo Consejo, diría con entusiasmo: «Sucumbe el mundo liberal, víctima del cáncer de sus errores, y con él se derrumba el imperialismo comercial, los capitalismos financieros y sus millones de parados».

EL NUEVO ORDEN: AUTARQUÍA, ESCASEZ, ESTRAPERLO
Durante el primer año de paz, creció rápidamente el entramado administrativo del Estado. Para cubrir los puestos de los depurados —«desafectos» o sospechosos de veleidades republicanas (resulta irónico: se acusaba de rebeldía a los hasta entonces funcionarios de la República, de la legalidad, y por eso se les depuraba)— se reclutaba a personas con escasa formación, lo que fomentó la ineficacia y la corrupción. El 25 de agosto de 1939, mediante un decreto propiciado por Serrano, fue adjudicada la mayor parte del empleo público a los seguidores más directos de Franco. El 80 por 100 de los puestos estatales fueron reservados a veteranos del Ejército Nacional, a civiles que habían hecho sacrificios especiales por la causa, a prisioneros de la República y a parientes de víctimas del «terror rojo». Además, en 1939, a partir de las leyes de Responsabilidades Políticas y de Represión de la Masonería, se dotó de base jurídica a la depuración casi total que sufrió la Administración Estatal.

Se abría la etapa autárquicaLa autarquía, autarcía o economía autosuficiente (ambas del griego αὐτάρκεια) o autosuficiencia es un término comúnmente usado en la economía que indica la condición de las personas, lugares, mecanismos, sociedades, sistemas industriales o naciones que luchan por su autoabastecimiento o que rechazan toda ayuda externa. Se puede encontrar o proponer en países con los suficientes recursos naturales como para no tener que disponer de importaciones de ningún tipo. Wikipedia, un periodo prolongado de estraperlo y carestía, marcado (además de por el hambre que padecían los trabajadores no cualificados) por el intervencionismo del Gobierno en la economía y el consumo, que se prolongaría hasta principios de la década de los cincuenta, cuando se rompió el aislamiento exterior y fue liberalizada la actividad económica, que dejaba de ser gobernada como si se tratara de un cuartel. Hasta entonces, se generalizaron las operaciones económicas y comerciales ilegales en las que, casi siempre, intervenía la corrupción política.

Sacado del escándalo de unas ruletas trucadas comercializadas por dos estafadores, Strauss y Perl, que obtuvieron los permisos oficiales sobornando a varios miembros del Gobierno republicano de LerrouxAlejandro Lerroux García Alejandro Lerroux García Wikipedia en 1935, el término estraperlo sirvió durante la posguerra para definir el variadísimo conjunto de operaciones ilegales, de carácter económico, que vulneraban las normas reguladoras de la producción, el comercio exterior, la distribución y el consumo de productos. Desde entonces, el término ha quedado incluso reconocido por el Diccionario cuando dice: «Estraperlo: Comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa; venta clandestina de artículos de primera necesidad a precios abusivos; chanchullo, intriga».

La ruleta Straperlo en funcionamiento bajo la atenta mirada de los jugadores.

Convertido en fenómeno social, el estraperlo contagió a la población entera, que, para no morir de hambre, se lanzó a la práctica del estraperlo, a la intermediación a pequeña escala o al tráfico de influencias en sus variantes más domésticas, hasta convertirlo en una característica cotidiana de aquella sociedad. Esta corrupción adquirió raíces profundas porque, como describe Rafael Abella, «su práctica permitió vivir a millares de españoles modestos que, contagiados por la inmoralidad general, minusvaloraban lo delictivo de sus actividades por comparación con las acciones a gran escala en el mercado negro que llevaban a cabo las empresas de mayor solvencia y los apellidos de la más rancia solera comercial».

Según Carlos Barciela:

lo más grave fue la utilización del aparato de Estado en favor de intereses económicos particulares: el proceso de contrarrevolución agraria, la supresión de las organizaciones sindicales, una legislación laboral que permitía la explotación inmisericorde de la mano de obra, la represión privada de los conflictos sociales, el propio incumplimiento de normativas laborales (salariales, de jornada de trabajo, higiénicas, de seguridad…), el tremendo fraude fiscal.

En esencia, aquel primer franquismo que Serrano dotó de normas, creó un sistema en el que los poderosos tuvieron todas las posibilidades para enriquecerse impunemente por cualquier método. La intervención estatal en la política de racionamiento generó inevitablemente la aparición del mercado negro. Desde el fin de la guerra, el gobierno sólo aplicaba esta receta:

Para mejorar la capacidad adquisitiva de una familia —escribió Manuel Arburúa, ministro de Comercio desde 1951— el camino preferible es el de influir ante todo en los precios, puesto que de actuar sobre los salarios, su elevación repercutirá automáticamente en el alza de los precios […] Lo más importante para poder presionar sobre los precios es aumentar la producción […] De esta manera se acabará con los márgenes comerciales excesivos y especulativos y sólo quedará en pie el comercio tradicional.

La ayuda económica norteamericana, después de 1953, no hizo más que generalizar la corrupción desarrollada por el poder autárquico. Y allí, en los últimos estertores de la autarquía económica, estaba Manuel Arburúa, de quien Franco repetía con admiración: «Empezó de botones y ahora es archimillonario». Lo que más admiraba el Caudillo era su capacidad para proporcionar divisas a las paupérrimas arcas del Estado en tiempos de aislamiento internacional.

Arburúa era un experto que había sabido fomentar el comercio exterior y estimular a las empresas que se dedicaban a este sector de intercambios internacionales. ¿Qué importaba su singular manera de repartir favores?

MANUEL ARBURÚA, UN TRIUNFADOR EN LA AUTARQUÍA
El economista Manuel Arburúa de la Miyar (1902-1981), funcionario del Banco de España durante la República, saltó a la fama por su peculiar modo de conceder licencias de importación. Fue subsecretario de Comercio, Política Arancelaria y Moneda (1940), director general del Banco Exterior de España (1942) y ministro de Comercio (1951). Las anécdotas sobre su forma de actuar explican mejor que nada cómo funcionaban las cosas en aquella época. El periodista César González RuanoCésar González-RuanoWikipedia relató cómo se entrevistó con el ministro para pedirle una licencia de importación de maquinaria para un amigo y salió del despacho con una para importar un coche extranjero:
—Esto de los permisos de importación resulta algo complicado —le dijo Arburúa, en su despacho oficial—. En cambio es fácil y te daré ahora mismo una orden de compra de un automóvil.

—¿Qué hago yo con una orden de compra de un automóvil —le interrumpió González Ruano— si lo que necesito es dinero?

—Toma la orden —dijo Arburúa, alargándole un papel— y antes de salir a la calle ya la tendrás vendida.

—Gracias, Manolo —le contestó Ruano.

Minutos después, en los mismísimos pasillos del ministerio de Comercio, el permiso se convirtió en dinero rápido, casi por arte de magia, cuando unos desconocidos, que merodeaban dentro del edificio, pusieron en sus manos un fajo de billetes por aquel papel, y el episodio quedó así registrado como ejemplo de la nueva picaresca del Nuevo Orden estraperlista. La generosidad de Arburúa, un hombre de origen humilde hecho a sí mismo, estallaba en escenarios tan pintorescos como la plaza de toros de Las Ventas, donde, durante la corrida de la Beneficencia de 1954, un famoso matador, después de la faena, le pidió abiertamente y a pocos metros del mismísimo Franco un permiso de importación para un caballo y un coche.

Con la suprema comprensión de que hicieron gala los periodistas-funcionarios de la época, el gran entrevistador Manuel del ArcoManuel del Arco ÁlvarezManuel del Arco ÁlvarezWikipedia, en La Vanguardia, justificaba abiertamente la actuación de Manuel Arburúa de la MiyarManuel Arburúa de la MiyarManuel Arburúa de la MiyarWikipedia y ofrecía una autentica pintura de su tiempo:

En sus años de ministro se hizo famoso lo de «¡Gracias, Manolo!», porque Arburúa fue generoso en conceder automóviles de importación a los que verdaderamente lo necesitaban y, en ocasiones, a sus amigos que se lo pedían. Y muchos periodistas lo obtuvieron. Sin embargo, yo no se lo pedí, cosa que le extrañó y me lo hizo notar. Le respondí que todavía había alguien que, estando tan cerca de él, no solicitaba tal favor, y por otra parte, yo no tenía dinero para comprarlo. Aunque sabido es que, en aquellas fechas era facilísimo revenderlo, el adjudicado, por un precio muy superior. Bien, el hecho es que no lo pedí… Y al día siguiente, me llamó mi íntimo amigo Gerardo Salvador MerinoGerardo Salvador MerinoGerardo Salvador MerinoWikipedia, con quien estudié en El Escorial, diciéndome que Arburúa me concedía un coche, si yo lo quería. Dije que no; que no podía comprarlo y menos aún era yo capaz de revenderlo. Al uño siguiente volví a ver a Arburúa y me recordó lo del coche y repetí que no tenía dinero. Pasó otro año y, enterado yo de que habían entrado unos cuantos «dos caballos», de los que el Ministerio podía adjudicar, llené aquellas hojas en las que se decía: «Deseo un coche, marca ésta, o aquélla, la otras, etc», y escribí: «Deseo un dos caballos, o ninguno otro», porque sólo tenía las sesenta y tres mil pesetas que costaba. Era rigurosamente verdad. A los quince días, tuve automóvil por primera vez en mi vida; después de cuarenta años de ir en tranvía.

El propio Franco hacía chistes al respecto y conocía sus manejos, pero consideraba a Arburúa como un gran ministro. Con el paso de los años, Arburúa también demostró una gran habilidad para hacerse rico. En 1957, cuando cesó como ministro, el general destacó sus cualidades, pero reconoció que «la calle se había cebado en él con especial predilección y hasta corría de boca en boca aquel «Gracias, Manolo». Tras su cese, fue nombrado presidente del Banco Exterior de España, y destacó como consejero de CEPSA, Motor Ibérica y la Compañía Nacional de Tabacos de Filipinas.

LA ÉLITE DE LA CORRUPCIÓN
Manuel Arburúa, como tantos otros especialistas en importación-exportación, supo moverse en el último tramo de la posguerra como pez en el agua. Hasta bien entrada la década de los cincuenta, el Régimen mantuvo un intervencionismo autárquico que pretendió sustituir a los productores y consumidores por burócratas que quisieron definir los gustos y los criterios empresariales y comerciales. El profesor Miguel Jerez Mir ha estudiado, desde el punto de vista sociológico, a quienes formaron la elite del poder en este periodo del franquismo autárquico. Éstos son algunos de sus rasgos:
el 70 por 100 procedían de la clase media y media alta, el 6,2 por 100 eran aristócratas, el 2 por 100 nobles consortes, el 9,8 por 100 hijos de latifundistas y el 11,5 por 100 pertenecían a la alta burguesía industrial y financiera; en los cargos políticos predominaban los cuerpos superiores de la Administración, madrileños del nuevo estado, con muy escasa presencia de profesionales liberales.

A excepción de algunos militares y primorriveristas, se trataba de gente muy joven, sacada en su mayoría de la cantera falangista, y los militares nombrados en cargos no pasaban de comandante en el momento de la sublevación. Todos eran recién llegados a la política. El franquismo creó una nueva clase de políticos profesionales o profesionalizados, muy pocos de los cuales habían desempeñado cargos políticos antes de la guerra, dado el rechazo del Régimen a la elite republicana, CEDAConfederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) fue una coalición española de partidos católicos y de derechas durante la etapa de la Segunda República. Desde el momento mismo de su constitución, en 1933, se presentó como la alternativa de derechas y de orden al gobierno y a las coaliciones republicano-socialistas. Wikipedia Bandera la de CEDA ─ Confederación Española de Derechas Autónomas incluida.

Con un predominio absoluto de miembros pertenecientes a los cuerpos superiores de la Administración, y una reducida presencia de profesionales liberales, la nueva clase dirigente se lanzó a una

progresiva y profunda imbricación con el mundo de los negocios, tanto en el sector público como en el privado, tanto en la Banca como en la industria, predominando las vinculaciones a empresas constituidas después de la guerra —escribe Jerez MirRafael Jerez MirRafael Jerez MirWikipedia—. A finales de los años cincuenta, todavía en los albores del auge económico, casi la mitad de los individuos que ocupaban o habían ocupado un alto cargo político figuran en los anuarios financieros y de sociedades anónimas como miembros de algún consejo de administración.

Se llegó así a una situación descrita con dureza por Dionisio Ridruejo:

Llegado un cierto momento, la implicación en este sistema, en el que todos resultaban ser corrompidos y corruptores al mismo tiempo, alcanzó una vastedad enorme. Todo el mundo estaba en el ajo, y estar, poder estar en el ajo, era la aspiración de la mayoría de los que el azar o la incapacidad mantenía excluidos. Alcanzar, para los más pequeños, a vivir; y acumular fortunas, para los más grandes, llegó a ser una ocupación tan absorbente que no quedaba espacio para nada más.

En España era evidente, añade Ridruejo,

la implicación de las gentes socialmente más responsables, la participación del aparato político y la frecuente facilidad con que hombres que parecían haber luchado por ideales se avenían a venderlos por un plato de lentejas.
LA CAÍDA DE SERRANO SUÑER
Con un antifranquismo senil, tras guardar silencio durante más de medio siglo —según él por «lealtad»—, en el que supo pasar de su corazón (católico-falangista) a sus asuntos (empresariales), Serrano Suñer relató así su caída:
Franco, en definitiva, era tan débil políticamente —como carácter, como hombre político— que aquellos que decían: «Franco, a mandar una división» y «Franco, vete», empezaron a adularle. Los tés de mi cuñada con las chismosas de las señoras que iban allí, las militaras descontentas de que un hombre como yo tomara tanto sitio. […] Entonces, en la debilidad en el fondo que tenía aquel hombre, le metieron en la cabeza que yo quería suplantarle. Lo hicieron por odios y por envidias. Y yo le dije a Franco:

«Mira, Paco, yo con una ilusión vine aquí y con una ilusión, en mi pequeñez, he tenido fuerzas para seguir trabajando; pero ahora, como la ilusión y la fe las he perdido, relévame porque yo no soy nadie. Yo he perdido toda la ilusión; creo que hemos perdido la gran ocasión de hacer una España moderna conservando, e incluso fortaleciendo, sus raíces tradicionales que, en síntesis, es lo que pensaba José Antonio, y como esto ya no lo cree nadie y tú mismo estás completamente envenenado, por eso, relévame».

Franco se me quedó mirando y me dijo:

Ramón, lo que pasa es que tú tienes muy poca fe en mis cualidades de jefe. ¿Y sabe lo que yo le contesté? Nada. Sé que, al final, Franco me detestaba más que a nadie. Porque, además, como militar duro, combatiente eficaz en la guerra africana de Marruecos, seguramente era más que nadie. Ahora, sacarlo de ahí y meterle en la cabeza la idea del Estado… Franco tenía una idea muy elemental. Los consejeros áulicos, los Carrero Blanco, Aírese y compañía, le convencieron de que lo que yo quería era desplazarle.

La excusa para su destitución llegó el 16 de agosto de 1942, con los sucesos del santuario bilbaíno de Begoña. Durante una misa presidida por el general Varela, ministro del Ejército, varios falangistas armados lanzaron dos granadas de mano contra un grupo de carlistas que les increpaban y cantaban a coro:

Tres cosas hay en España
que no aprueba mi conciencia:
El subsidio, la Falange
y el cuñao de Su Excelencia.

Hubo heridos y José Enrique Varela IglesiasJosé Enrique Varela IglesiasJosé Enrique Varela IglesiasWikipedia, simpatizante de los requetés, calificó el altercado entre falangistas y carlistas de enfrentamiento de la Falange con el Ejército. Como autor material del suceso, el falangista «camisa vieja» Juan DomínguezJuan José Domínguez MuñozJuan José Domínguez MuñozWikipedia fue condenado en consejo de guerra y fusilado, a pesar de que Serrano solicitó su indulto. El Cuñadísimo había caído en desgracia y Franco llegó a referirse a él con el calificativo de «canalla». Carrero BlancoLuis Carrero BlancoLuis Carrero BlancoWikipedia, ya consejero del dictador, precipitó su destitución con estas palabras:

Excelencia, si no destituye a Serrano, todo el mundo dirá que aquí quien manda no es Su Excelencia, sino Serrano. Y añadió: De seguir en el Gobierno, su prestigio en la Falange conocerá un auge mayor y su poder personal crecerá hasta límites sospechosos, a tal extremo que podrá convertirse en una amenaza para el futuro caudillaje de Franco.

El 2 de septiembre de 1942, el Generalísimo destituyó a su cuñado y a la mañana siguiente se cumplió la sentencia de muerte contra el falangista Domínguez. Incluso el führer nazi se adjudicó cierta influencia en la caída de quien había sido el número dos del Caudillo.

Desde entonces, y aunque siguió apareciendo con su mujer, Zita Polo, y sus hijos por el palacio de El Pardo cuando era convocado a eventos familiares, jamás perteneció al clan de negocios montado alrededor de Franco. Pero no lo necesitaba; se movía en una periferia familiar que le permitía jactarse de su propia independencia: «¡Qué mayor felicidad para Franco que yo le hubiera ido a mendigar un cargo!»

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