Los otros animales caseros: la mosca
La mosca es un invertebrado, lo que hace de ella un ser que no tiene vertebras, ni ningún otro tipo de hueso. Es una bolsa con líquidos en su interior estructurados como órganos que sirven para sus funciones específicas. La piel de la mosca segrega un exoesqueleto, palabra que esta de moda y que consiste en un recubrimiento rígido, a modo de armadura medieval. No es del mismo material, esta hecho de proteínas y de quitina, un material muy duro, pero ligero. Una mosca es capaz de batir las alas 200 veces por segundo. Este hecho puede darnos una pista sobre su forma de administrar el tiempo, haciendo que un segundo sea un espacio de tiempo tan cómodo que sea capaz de batir las alas tan rápido con tranquilidad.

La mosca tiene un sistema respiratorio que podríamos calificar a la vez de sencillez extrema y red compleja. Los humanos tenemos nariz y boca para respirar, que llevan el oxigeno a un sistema central, los pulmones, que lo traspasa a un sistema de reparto, el sistema vascular comandado por el corazón, la bomba impulsora, que hace que llegue el oxigeno a todas las partes de nuestro cuerpo. La mosca utiliza espiráculos que se reparten por todo el abdomen formando un sistema de tráqueas que se ramifican hacía el interior hasta convertirse en una pequeña malla de minúsculos tubos repletos de aire, que atraviesan los órganos y tejidos, abasteciéndolos de oxígeno directamente.

Los ojos de las moscas, que son enormes con respecto a su cuerpo, son una maravilla de la ingeniería. La verdad es que nos son dos ojos, son millares de ojos individuales que son capaces de recibir la luz de forma divergente, por la que capturan todas las direcciones del espacio. Es como un mosaico que genera una imagen final global. Son capaces de ver la luz polarizada. Los rayos de luz que provienen del cielo azul se mueven en cierto ángulo con respecto al sol, lo que hace que las moscas puedan verlo incluso si el cielo esta encapotado. Les permite orientarse pues el sol es su brújula.

Las moscas tienen los sentidos del olfato y del gusto muy desarrollados. Para darnos cuenta de la potencia olfativa, que no está en los agujeritos que había en el abdomen, sino en las antenas, pensar en lo que tardan en aparecer moscas en cuanto algo esta podrido o hay excrementos animales de cualquier tipo, humanos incluidos. Y el sentido del gusto es muy curioso por la colocación práctica, en las patas. Cualquier cosa que toque enviara información de lo que es y para que le sirve.
Como en todo el reino animal la variedad predomina, hay muchas clases de moscas, se han catalogado unas 165.000 especies de moscas. Las hay gordas, de colores, pequeñitas, las que pierden patas cuando son capturadas como método evasivo. Las moscas tienen cuatro alas como los demás insectos, solo que las dos posteriores no son útiles, están atrofiadas y solo sirven para equilibrar el vuelo. Pequeños sensores, podríamos decir.
Las moscas normalmente utilizan excrementos de animales para incubar sus huevos tras el apareo romántico en pleno vuelo que hemos observado más de una vez. Pero en nuestras casa no conservamos excrementos de animales, por lo que ¿donde ponen sus huevos? Pues no lo veremos. Los huevos tardan en abrirse unas 24 horas ─12 si el calor es considerable─ y se alimentan de los excrementos y materias putrefactas con los que la madre ha preparado la cama. A los seis días ya están desarrolladas completamente y han aumentado su peso unas 800 veces. La idea es que un niño que naciera con un kilo de peso, en seis días pesaría 800 kilos. Nunca veras los huevos de mosca, llamadas cresas que están ocultos dentro del material que la madre haya elegido como lugar adecuado. Esta protección sirve contra aves y además les da calor y humedad.
Las moscas pueden vivir unos dos meses y hasta su muerte pueden estar engendrando vida, ya que a los tres días de vida ya esta capacitada para poner huevos. Muchos insectos no tiene boca, porque para lo que van a vivir, horas u días, no hay que estar perdiendo el tiempo en buscar comida. Solo para reproducirse y continuar el ciclo. Pero la mosca no es así. Las moscas por lo tanto deben alimentarse para perdurar en el tiempo y sabemos muy bien que no ayunan. Siempre se están posando sobre cualquier alimento, líquido o incluso materias de dudoso e incomprensible sabor. Una mosca es capaz de poner 100 huevos de una vez y a lo largo de su vida puede llegar a los 1.000. Si todos eclosionaran y sobrevivieran, dos moscas originarias serían capaces de en la 2ª generación procrear 500.000 individuos, 250.000.000 en 3ª, 125.000.000 en la 4ª. En pocas generaciones habría más moscas que humanos. Pero por suerte para nosotros, la gran mayoría de ellas, no pasan del estado de larva, por motivos normales: depredadores, mala elección de la cuna de la puesta, condiciones medioambientales adversas, etc.

La hembra tiene un tamaño mayor, y su abdomen es más generoso, sobre todo cuando alcanza la madurez sexual y se llena de óvulos listos para ser fertilizados. De todos modos, la forma tal vez más fácil de distinguir los sexos —si se tiene buena vista, claro— es observar la distancia entre los ojos: en la hembra es significativamente mayor que en el macho.
Las moscas son muy sensibles al frío, las domésticas sobre todo. Pero ¿cómo lo hacen para desparecer en invierno y en cuanto hace un poco de calor, aparecer de repente? Son capaces de moverse a grandes distancias, entre uno y veinte kilómetros, lo que hace que su movilidad sea su forma expansiva natural y rápido.
Cuando se posan sobre los alimentos dejan unas marcas negras, hay que estar fino para verlas, pero se ven, que son los restos de su digestión. Regurgitan la comida y la dejan sobre las superficies de los alimentos sobre los que se posan. Además de sus excrementos también expulsan, de sus trompas, un líquido cuya función es disolver las sustancias sólidas de la comida, como los granitos de azúcar. Hasta cinco millones de bacterias se quedan pegadas a sus patitas, dato que hay que tener en cuenta. Por eso cuando las vemos posarse sobre lo que estamos comiendo sentimos un asco tremendo, aunque hasta ahora no te hayas enterado de esto. Y puede que de donde venga anteriormente no te haga ninguna gracia. Pero vamos a lo realmente espectacular y asqueroso al mismo tiempo. Si tuviésemos a mano un microscopio potente y fuésemos capaces de observar nuestra propias heces, observaríamos unas pequeñas plantas, denominadas esquizomicetos, a los también llamamos bacterias, que están viviendo en nuestros intestinos. Se reproducen a una velocidad pasmosa, por lo que cada vez que defecamos, desalojamos millones de ellos. La trompa de una mosca es delgada, pero los esquizomicetos son más pequeños aún. Lo que ingerimos cuando la mosca deja su rastro digestivo en nuestros alimentos son esas bacterias que ha recogido. Las de los intestinos de hombres y animales no suelen representar peligro, pero puede haber patógenos virulentos. La fiebre tifoidea es causada por bacterias que se encuentran en las heces de los infectados.
Pero también tiene su parte buena, aunque como nos descuidemos es igual de asquerosa que lo anterior, pero al menos es útil. Si has visto carne podrida, seguramente conozcas las cresas de la mosca azul de la carne. En tiempos de Napoleón, los médicos militares se dieron cuenta de que las heridas descuidadas y al aire sanaban de forma espectacular y con rapidez pasmosa, cuando las larva de moscas se encontraban en contacto con ellas. Se alimentan de los tejidos inflamados y muertos, desinfectando y limpiando las heridas. Además, con su defecaciones estimulaban el crecimiento del tejido y la cicatrización de la herida. De aquí que algunos médicos implantarán intencionadamente las larvas en heridas, previo proceso de desinfección.
Una especie diferente de la mosca doméstica es la que pica. No es que sea mala por si misma, pero es que posee una trompa en forma de aguja, en vez de con las dos esponjas succionadoras de la variedad casera, porque se alimenta de sangre; pero para suerte nuestra la prefiere de animales de establo, de ahí su denominación, mosca de establo. Y comparte la condición de pesada de la doméstica, pero con picores.