20/04/2024

Mundo animal: mitos y errores

Mundo animal: mitos y errores es un recorrido por todas esas creencias que tenemos y que muchas veces no sabemos de donde salen. Te aclararemos que es verdad y que es mito u error de todo eso que has oído, escuchado o leído y que realmente no es cierto. Ya se sabe que en España todo el mundo ve los documentales de la 2, pero eso parece que también es un mito. Yo no los he visto jamás y así me va.

  • El baile exótico de las cobras tiene explicación científica y trucos de tahúr. Las cobras no oyen los sonidos de alta frecuencia y, por lo tanto, no oyen la flauta. Lo que las pone en actitud defensiva es el movimiento del intérprete. Además, suelen haberles cosido la boca o arrancado los colmillos. En el caso de esto no sea así deben tener muy claro la distancia mínima para que seas mordido. O si no…

Sobre los elefantes hay muchas creencias erróneas:

  • Cuando un elefante va a morir no se dirige al cementerio de elefantes. Esos cementerios son el resultado de las matanzas para poder quedarse con los colmillos y traficar con ellos en el mercado negro.
  • No les tienen miedo a los ratones, de hecho dudamos que por su falta de agudeza visual los vean siquiera. Además, se ha estudiado y no se han molestado por su presencia.
  • No beben con la trompa, beben por la boca. La trompa es una aspiradora que succiona y luego suelta el agua en la boca o para darse duchas regando el cuerpo del elefante.
  • La memoria de los elefantes no es tan mítica como se cree. Hay que ensayar mucho los trucos para que los aprenda, casi como cualquier otro animal
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  • Los camellos no almacenan el agua en sus jorobas o estómagos. El exceso de agua se almacena en los tejidos, bajo la piel. Las jorobas almacenan grasa, y de esta obtienen tanta agua como energía. El hidrógeno de la grasa reacciona con el oxígeno de la respiración y producen agua. Las jorobas también sirven como aire acondicionado; por ellas disipa el calor lo que le hace sudar menos y disminuir, por tanto, la perdida de agua. Tampoco elimina mucha orina y puede soportar mucho tiempo sin ingerir líquidos, incluso se cree que es capaz de reciclarlos, lo que le lleva a aguantar sin beber ocho semanas en invierno y ocho días en pleno verano, en condiciones óptimas. Los tiempos se pueden alargar, pero la salud se acorta. Las jorobas cuando consume reservas de ellas se van vaciando y se van cayendo hacia los lados, cuando vuelven a reponer líquidos se inflan y se ponen tiesas.
  • La boa constrictor es menos cruel de lo que se cree: no se enrosca en la víctima para romperle los huesos y ahogarla, sino que cada vez aprieta más alrededor del pecho de la presa y le va menguando la capacidad pulmonar con lo que llega un momento en el que la presa no puede inspirar y muera asfixiada. Todo un consuelo. La verdad es que dentro de la crueldad de la muerte es una forma sutil de ejecutarla.
  • Los camaleones no cambian de color para camuflarse. Ni siquiera lo deciden conscientemente. Lo hacen respecto a la cantidad de luz y a la temperatura ambiental. Si su piel es demasiado oscura los rayos solares le afectarán más, por eso cambia a tonos más claros, verdes o azules, y no tendrá que complicarse la vida con la luz y con la correspondiente subida excesiva de temperatura.
  • No pican a los humanos para alimentarse de ellos y de su sangre, lo hacen para nutrir los huevos de la hembra. Los machos y las hembras no fecundadas, se alimentan de néctar y otros zumos de las plantas. Las que nos pican clavan su trompa larga y flexible en nuestra epidermis, nos inyectan anticoagulante sanguíneo, que es el responsable de que nos pique y evita que se solidifique la sangre y nos la chupan.
  • Al cuerno de los rinocerontes se le han dado poderes mágicos, curativos y afrodisíacos. Todo una patraña. Para empezar no es un cuerno, es una un defecto de la piel que acumula capas de queratina, como la de las uñas y el cabello en forma de cilindro o de cono. Los humanos lo sufrimos también y la llamamos queratosis.
  • Las gallinas no incuban los huevos tumbándose sobre ellos, lo hacen de cuclillas, si no podrían romper los huevos.
  • Para atraer a un ratón a una trampa es mejor usar verduras, fruta o carne que un trozo de queso.
  • Solo los perros que ha estado en contacto con los humanos ladran, en estado salvaje no lo hacen. Los zorros, perros salvajes, lobos y otros cánidos aúllan, gruñen o gimen, pero no ladran. Parece que lo de ladrar es una adaptación a los humanos al intentar imitar el lenguaje. Lo que nos lleva a pensar que son los humanos los que ladran y los perros son adaptativos y nos imitan.
  • Los osos no hibernan todo el invierno. Tampoco se puede decir desde un punto de vista riguroso que hibernen. La marmota, por ejemplo, es un animal que hiberna, baja su temperatura bajo mínimos, casi deja de respirar y su corazón late imperceptiblemente. Los osos bajan todas esas constantes, pero a veces se despiertan, se mueven e incluso salen a buscar comida. Los oso polares y los pardos ni siquiera hacen el intento cuando la temperatura baja en exceso. Además, los osos macho son un ejemplo a no seguir en el mundo de las familias ejemplares; cuando han cumplido con su cometido dentro de la reproducción, como casi algunos humanos, abandonan a la hembra y que se apañe en el parto y criando a los oseznos.
  • Un año de vida de un perro no equivale a siete de los humanos. Los ciclos son distintos y más o menos quedan así: los primeros tres meses equivaldrían a nuestros primeros cinco años; a los seis meses lo podemos comparar con un humano de entre diez – doce años; el año trae la fase de adolescencia de los humanos, unos 16 años; con dos años el perro está ya en los 25 años humanos; y solamente a partir de los seis años perrunos es cuando podemos multiplicar por seis o siete para hacer equivalencias con la edad humana.
  • La viuda negra no se come a su pareja tras el apareamiento de forma sistemática, parece que se debe a una leve confusión. El macho es más pequeño que la hembra, un poco menos de la mitad de esta, con lo que tiene que estar dispuesto a asumir riesgos al acercarse a ella, ya que lo puede confundir con una presa. Para ello debe cumplir un ritual o está acabado. Justo después del apareamiento tiene que salir pitando, pues la memoria de la hembra es algo escasa y puede volver a confundirlo con una presa. El apareamiento le produce un hambre insaciable. Pero esta es la excepción, por regla general el macho sale triunfante.
  • Los avestruces comen constantemente insectos y frutas del suelo, para ello deben agachar su cabeza hasta él. Por eso podemos calificar de mito que escondan la cabeza cuando tienen miedo. Si fuera cierto los depredadores se dedicarían todo el día a asustarlas y comérselas sin quemar energías en buscar comida. O seguramente se habrían extinguido. Lo que si hacen y además perfectamente, es huir a toda velocidad. Su velocidad punta puede alcanzar los 60 km. Un humano alcanza como mucho 40 km. Sin embargo, si intuye la presencia de un depredador y está incubando un huevo, lo que hace es pegar el cuerpo al suelo lo más que pueda para pasar desapercibida.
  • Las arañas no son insectos. Tienen ocho patas, no tienen antenas y su cuerpo está dividido en dos partes. Las tarántulas no son peligrosas en sí mismas para los humanos. La forma de comer de las arañas y de las tarántulas también como es obvio, comienza con la inyección de encima cuando han capturado a su víctima y la han enrollado en la telaraña. Para ello utilizan los quilíferos con los que inyectan enzimas a la presa para que estos la diluyan dentro del capullo. Pasado el tiempo necesario vuelven y succionan el líquido en el que se ha transformado la víctima. Podríamos definirlo como una digestión en diferido.
  • «Sudar como un cerdo» es una frase desafortunada. Los cerdos no sudan. Lo que si hacen es revolcarse en barro y agua para regular la temperatura, además de deshacerse de los parásitos. Incluso es más, si se da a un cerdo a elegir entre un ambiente limpio y otro ambiente sucio y asqueroso, se queda con el limpio. Es cerdo pero no gilipollas.
  • Los murciélagos no son ciegos, el problema es que se alimentan cuando peor ven, por la noche. La mayoría de los murciélagos comen insectos, frutas, peces, roedores y pájaros. Por lo tanto, el mito generalizado de chupasangre es eso, un mito. Los chupadores rara vez atacan a los humanos. Prefieren pollos, caballos y vacas. Los dientes son pequeños como alfileres, con lo que muchas veces el huésped ni siquiera se despierta, lo que aprovecha el murciélago para estar unos veinte minutos en la faena.
  • La idea que tenemos de «comer como un pajarito» es muy errónea. Los pájaros poseen un metabolismo altísimo y deben comer constantemente, casi todo el tiempo que están despiertos para satisfacerlo. Algunos llegan a ingerir el doble de su peso.

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