28/03/2024

El escándalo Watergate

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Carl Bernstein y Bob Woodward, los periodistas del Washington Post que destaparon el caso Watergate

En la noche del 17 de junio de 1972, sobre la una de la madrugada, comenzó una trama política, durante la campaña presidencial al Gobierno de EE.UU., que seguirá siendo comentada por muchos años todavía y se reflejará en los libros de historia por siempre. Nadie se imaginaba la que se iba a liar cuando un vigilante de seguridad en su ronda nocturna por el complejo de edificios Watergate, descubrió que una de las puertas estaba precintada. Ante tal anomalía, llamó a la policía y cuando los agentes llegaron y realizaron un registro a fondo se encontraron con cinco personas, que a la postre era la sede del comité electoral del partido demócrataPartido Demócrata (Estados Unidos)Es un partido político liberal moderno, que junto con el Partido Republicano, es uno de los dos partidos más grandes de los Estados Unidos. Traza sus orígenes al Partido Demócrata-Republicano de Thomas Jefferson y James Madison. Fue fundado alrededor de 1828 por seguidores de Andrew Jackson, convirtiéndolo en el partido político activo más antiguo del mundo. La filosofía del partido fue en sus inicios, el conservadurismo, siendo el populismo su característica principal en las zonas rurales del sur de los Estados Unidos. Wikipedia, que se habían introducido en las instalaciones de forma ilegal. Provistos de guantes de goma, equipo fotográfico, micrófonos y otros mecanismos para escuchas, fueron pillados in fraganti. Los detenidos eran James McCord (el primero de la izquierda en la siguiente imagen), un antiguo agente del FBI que había trabajado como agente de seguridad para el Comité de Reelección del Presidente (CREEP, siglas en inglés). De ellos tres eran cubanos procedentes de Miami: Bernard Barker, Virgilio González y Eugenio Martínez.

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Los detenidos en la sede del partido demócrata

Cuando a la mañana siguiente fueron conducidos ante el juez, coincidieron con dos reporteros del Washington Post: Carl BernsteinCarl BernsteinCarl BernsteinWikipedia y Bob WoodwardBob WoodwardBob WoodwardWikipedia. En cuanto se percataron de que uno de los detenidos, James McCord, era el director de seguridad del Comité de Reelección del Presidente Richard Nixon pensaron que estaban ante un asunto grande. Estos individuos eran «los fontaneros» o, como luego se los conocería, los hombres del presidente.

Durante las pesquisas, los periodistas consiguieron un cuaderno de notas que había pertenecido al detenido. No parecía muy normal que un agente del FBI llevará anotados los datos de citas y contactos sin tan siquiera codificar o con alguna clave. Llamaron a algunos números por probar y descubrieron que en uno de ellos les respondió el asesor jurídico de la Casa Blanca, lo que les llevo a pensar, definitivamente, que había algo más serio detrás de aquella chapuza. Descubrieron que había conexiones entre el detenido y personajes muy cercanos a Nixon que solían resolverle los problemas más desagradables.

El 22 de junio, Richard NixonRichard Milhous NixonRichard Milhous NixonWikipedia ya echó balones fuera sobre «ese particular incidente» en una rueda de prensa. Entre bambalinas estaba ya intentando comprar el silencio de los detenidos con el pago de grandes cantidades. El 1 de julio, el jefe de la campaña de Nixon, John MitchellJohn MitchellJohn MitchellEl País, dimitió «ante la insistencia de su esposa». Para entonces, Bernstein ya estaba investigando la conexión Miami de los detenidos y encontró que parte del dinero, unos 25.000 dólares, que la Policía les había decomisado procedía de donaciones para la reelección del presidente republicano, cuyo reparto había supervisado y bendecido el dimitido Mitchell.

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Richard Nixon y Henry Kissinger

Para avanzar en sus pesquisas, cada noche, tras el cierre del periódico, Bernstein y Woodward se dedicaban a visitar en sus casas a los empleados del Comité para la Reelección del Presidente intentando sacarles información a puerta fría. Dos de ellos, una contable y un responsable de controlar las finanzas, éticamente preocupados por la dimensión que había alcanzado el uso ilegal de fondos en la campaña, les revelarían datos decisivos.

Mientras tanto para calmar la situación, Nixon apoyó la creación de una comisión de investigación en abril de 1973 para la cual designó a Archibald Cox, profesor de derecho de la Universidad de Harvard. Durante cinco meses, Cox dirigió una investigación muy amplia con la ayuda de un equipo de jóvenes abogados y tuvo serios enfrentamientos con la Casa Blanca, cuyos funcionarios se quejaron de que sus colaboradores eran, en su mayoría, demócratas. En el curso de la investigación se descubrió que todas las conversaciones que tenían lugar en el despacho Oval se registraban en cintas magnetofónicas, de manera que Cox exigió la transcripción de todas ellas.

El presidente Richard Nixon destituyó al fiscal, Archivald Cox, en octubre de 1973 ante los intentos de este por hacerse con una serie de cintas grabadas en la Casa Blanca, esenciales para la investigación del escándalo.

Nixon había rechazado, el día antes de la destitución, cumplir una orden judicial para que entregara las cintas, se negó a comparecer ante el Tribunal Supremo y ordenó al fiscal que abandonara el caso, algo a lo que Cox se negó. Al recibir la destitución, el fiscal emitió un sucinto comunicado: «El que el nuestro sea un Gobierno de derecho y no de personalidades depende ahora del Congreso y, en última instancia, del pueblo estadounidense». La decisión de Nixon, que finalmente se vio obligado a entregar las grabaciones, dio alas a una iniciativa para revocarlo como presidente. En agosto de 1974 se convirtió en el primer, y hasta ahora único, jefe de Estado de Estados Unidos en dimitir.

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Reunión de Bernstein y Woodward con Katharine Graham, dueña del Washington Post y el director Ben Bradlee

Pero la fuente de información más decisiva fue la que durante más de 35 años Bob Woodward guardó en el anonimato, un personaje al que enmascaró con el nombre de Garganta Profunda, apodo que aludía a la primera película pornográfica que pudo estrenarse en Estados Unidos, gracias curiosamente al permiso del propio Nixon. Es también una práctica periodística consistente en proveer información de forma anónima e indirecta.

Garganta Profunda ocupaba «un puesto muy sensible en la Administración» y la relación que mantenía con Woodward era de lo más secreta. Se intercambiaban señales para reunirse, tales como plantar una bandera roja en un balcón, y se encontraban de madrugada en un aparca coches de Washington. Garganta Profunda no revelaba nueva información pero sí validaba los datos que requerían comprobación y, quizás lo más importante, orientaba a los periodistas sobre hacia dónde tenían que encaminar sus pesquisas. Él le explicaría la agresiva estrategia de la Casa Blanca para espiar a sus rivales políticos, a reporteros y a cualquiera que consideraran desleal.

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El rostro de strong Felt, el “Garganta Profunda”, confidente del caso Watergate.

Garganta Profunda es el seudónimo de William strong Felt (17 de agosto de 1913 – 18 de diciembre de 2008), número dos del FBI en la época en que se destapó el caso Watergate. Fue el que informó a Bob Woodward sobre la participación del presidente norteamericano Richard Nixon en este escándalo.

Cuando la investigación periodística del caso Watergate estaba avanzada, llegó una citación judicial para entregar las notas de los periodistas. Como una jugada del periódico para evitarlo, Katharine Graham, propietaria del Washington Post, iba a custodiar las notas más importantes. El director, Benjamin Bradlee, en esa ocasión, dijo a sus dos periodistas: «Vamos a luchar hasta el fin, siguiendo esta estrategia, y así, si el juez quiere enviar a alguien a la cárcel por desacato, tendrá que ser la señora Graham. Y, ¡Dios mío!, la señora está dispuesta a dejarse encerrar».

A principios de noviembre, Nixon ganó de manera irrefutable las elecciones presidenciales, sin que el escándalo afectase a su resultado. Pero cuando las condenas de los acusados que hicieron interesarse a Bernstein y Woodward por el caso, James W. McCord, ex agente de la CIA transformado en jefe de espías republicano volvió a ser clave en marzo cuando envió una carta al juez afirmando que había cometido perjurio, que los acusados habían recibido presiones para declararse culpables y callar, que había altos personajes implicados y que «varios miembros de mi familia temen por mi vida si revelo todo lo que sé sobre este asunto». El Tribunal Supremo, finalmente, obligo a entregar las cintas y se inicio el proceso de impeachmentProceso de destituciónEn el ámbito anglosajón, se refiere a la acusación o impugnación y suele ser el inicio de un proceso de enjuiciamiento político (generalmente en la Cámara Baja) y posteriormente juicio del acusado (en la Cámara Alta). El individuo que ha sido objeto de un proceso de destitución deberá hacer frente a la posibilidad de ser condenado por una votación del órgano legislativo, lo cual ocasionaría su destitución e inhabilitación para funciones similares. Así, por ejemplo, aunque Bill Clinton fue objeto de impeachment, no fue depuesto del cargo ya que fue exonerado por el Senado. Wikipedia .

Las cintas no dejaban dudas: el 23 de junio de 1972 Nixon había pedido al FBI (Oficina Federal de Investigación) que llevara a cabo actividades delictivas que finalizaron con el escándalo Watergate, participando activamente en la ocultación de pruebas.

El 9 de agosto de 1974, Nixon dimitió para evitar que el Congreso lo destituyera. Nunca había ocurrido nada parecido en Estados Unidos. Un mes más tarde Gerald Ford, el presidente entrante, acordó a Nixon «un completo, gratuito y absoluto perdón» para todas las infracciones que «cometió o pudo haber cometido» durante su encargo en la Casa Blanca. Fue muy criticado en la época. De hecho Nixon siguió negando que estuviera implicado en el escándalo y pudo hacerlo gracias a que nunca declaro ante ningún jurado.

Los escándalos ínter conectados generaron en la opina pública nuevas y duras dudas sobre la gobernación federal. La jerga «encubrir», «andarse con evasivas» y «filtrar» se volvió parte del vocabulario político estadounidense. De nuevo, el Congreso, enérgico, aprobó la legislación sobre la reforma financiera e investigó los abusos de poder dentro de la CIA y otras agencias de seguridad. En poco tiempo se convirtió en una regla el apunto de Fiscales para investigar los errores presidenciales. El caso Watergate cambió la política de los EE.UU. de una manera permanente y profunda.

Finalmente, los periodistas Bernstein y Woodward recibieron el premio Pulitzer en el año 1973 por la labor de investigación periodística. En 1976 la película titulada igual que su libro Todos los hombres del Presidente fue llevada al cine protagonizada por Dustin Hoffman como Bernstein y Robert Redford como Woodward, siendo el director Alan J. Pakula.

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Dustin Hoffman (izq) y el periodista Carl Berstein (a su derecha) junto con Robert Redford (der) al lado de Robert Woodward (a su izquierda) durante la presentación de la película del mismo nombre «Todos los hombres del presidente» basada en las investigaciones de ambos periodistas y publicadas en el Washington Post, el 5 de abril de 1976 en Wasington DC.

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