29/03/2024

Curiosidades científicas 5

Se calcula en 6000 el número de estrellas que se pueden observar a simple vista, aunque las conocidas hasta la invención del telescopio no llegaban a la mitad de esta cifra —Hiparco reunió noticias de 850 estrellas en 120 a. C., el catálogo compilado en el siglo II por Ptolomeo en el Almagesto, incluía 1022 estrellas fijas, en 350 a. C. en China conocían 800 de estas, y en 329 eran 1464—.

ZODIACO
Al conjunto de las constelaciones clásicas se le denomina Zodiaco, según el término griego zoon-diakos, literalmente rueda de animales, que podemos entender fácilmente si recordamos que la mayor parte de esas constelaciones reciben nombres de animales:
ZODÍACO SÍMBOLO
Aries Carnero mitológico
Tauro Toro
Géminis Géneros mitológicos
Cáncer Cangrejo
Leo León
Virgo Virgen
Escorpio Escorpión
Sagitario Centauro mitológico
Capricornio Cabra mitológica
Acuario Aguador mitológico
Piscis Pescado
PRIMERA UNIDAD ASTRONÓMICA
El día fue la primera unidad astronómica (se introdujo en Mesopotamia por sumerios o babilonios). Se creó para designar el tiempo transcurrido entre dos apariciones sucesivas del Sol y se le dividió en dos partes —día y noche— a la puesta del Sol. El año era el tiempo trascurrido entre dos pasos sucesivos del Sol por el equinoccio de primavera, que sirvió como punto de partida para medir las distancias ecuatoriales, y llamaron mes al tiempo necesario para cruzar una estación del zodiaco. El siglo no era más que un múltiplo.
LEON FOUCAULT
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Dos discípulos de Pitágoras son recordados como los primeros en proponer la idea del movimiento de rotación de la Tierra sobre su eje, un descubrimiento que se supone sucedió entre 530 y 350 a. C. Algo más tarde, en el siglo III a. C., Aristarco de Samos describió la rotación de la Tierra en torno al Sol, pero no contempló la de esta sobre su eje, algo que sí se hizo al recuperar el sistema heliocéntrico. No obstante, la experiencia que demostró la realidad de la rotación terrestre se debe a Leon Foucault (1819-1868), quien utilizó para ello un péndulo que colgó en 1851 de la bóveda del Panteón de París. Como el plano de oscilación de un péndulo permanece constante con respecto a un observador inercial (un resultado que predecía la mecánica newtoniana), lo que se observaba en el Panteón era que el péndulo giraba con el paso de las horas, hasta realizar un giro completo de la Tierra sobre su eje.

EL CALENDARIO
La utilidad de registrar la información y predecir los acontecimientos fue el origen del calendario, necesidad que compartieron todas las culturas, de las que se conservan restos suficientes para reconstruir su utilización y apreciar su precisión. Hubo calendarios de dos tipos, los astronómicos y los agrícolas, pero fueron los primeros los que tenían una base más segura, y por ello perduraron. Esa base se debe a la regularidad del movimiento del Sol: el año solar tiene un poco más de 365 días y el mes lunar un poco más de 29 días; el cociente es algo menos de 12,4 meses. La rotación de la Tierra sobre su eje requiere 24 horas con una velocidad angular de 15° por hora.

Los primeros calendarios datan de alrededor de 2000 a.C. Evitaban las problemáticas soluciones fraccionarias mediante la acumulación de los restos, de forma que el número de días de un mes era variable. La aparición en el horizonte de Sirio (Sothis), después de un largo período en el que quedaba oculto bajo la línea del horizonte, marcaba en Egipto el comienzo del año civil, que coincidía aproximadamente con la inundación del Nilo. En torno a 3000 a.C. los calendarios egipcios y sumerios tenían 12 meses de 29 y 30 días, que sumaban 354 días al año, y cada 3 o 4 años los primeros añadían un mes para ajustar los datos a la realidad, mientras que los segundos retrasaban la operación hasta que pasaban 8 años. En China descubrieron la duración del año y el mes hacia 1400 a. C. y añadían un mes de vez en cuando. El calendario redondo de los zapotecas de Monte Albán (c. 800 a. C.) tenía 365 días y un ciclo de 52 años. Los mayas tuvieron varios calendarios: el tzolkin de 260 días para los augurios, el de 365 días, que dividieron en 18 meses de 20 días y 5 más, considerado de mal augurio, en tanto tenían un calendario lunar para la predicción de los eclipses. La falta de un acontecimiento que sirviese como origen del tiempo (era), limitó la utilidad de los calendarios para situar los acontecimientos.


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