Un señor, que escuchó los gritos, se dirigió al lugar con una pistola y mató al cocodrilo. El niño sobrevivió y, aunque sus piernas quedaron muy perjudicadas, volvió a caminar.
Cuando salió del hospital, un periodista preguntó al niño si le quería enseñar las cicatrices de los pies. El niño levantó la colcha y se las mostró. Pero en seguida, con gran orgullo se remango y señalando las cicatrices en los brazos le dijo:
─«Las que usted debe ver son estas»─le mostró ufano el niño.
Eran las marcas de las uñas de la mamá que había presionado con fuerza.
─«Las tengo porque mamá no me soltó y me salvó la vida».
Un monje andariego se encontró, en uno de sus viajes, una piedra preciosa y la guardó entre sus cosas. Un día se encontró con un viajero y al abrir su bolso para compartir con él sus provisiones, el viajero vio la joya y se la pidió. El monje se la dio sin más. El viajero le dio las gracias y marchó lleno de gozo con aquel regalo inesperado de la piedra preciosa que bastaría para darle riqueza y seguridad todo el resto de sus días.
Sin embargo, poco días después volvió en busca del monje mendicante, lo encontró, le devolvió la joya y le suplicó:
─«ahora te ruego que me des algo de mucho más valor que esta joya. Dame, por favor, lo que te permitió dármela a mí».
Un día, una niña de 6 años estaba en su salón de clases. Entonces le preguntó a un niño:
MAESTRA: Tommy, ¿ves ese árbol allá fuera?
TOMMY: Si.
M: Tommy, ¿ves el césped afuera?
T: Sí.
M: Ve afuera, mira hacia arriba y dime si puedes ver el cielo.
T: Sí, vi el cielo.
M: ¿Viste a Dios?
T: No.
M: No podemos ver a Dios porque no está ahí. Él no existe.
Una pequeña niña pidió permiso para hacerle unas preguntas al niño. La maestra aceptó y la niña preguntó:
NIÑA: Tommy, ¿ves ese árbol allá fuera?
TOMMY: Sí.
N: Tommy, ¿ves el césped afuera?
T: ¡Sí!… (cansado de todas esas preguntas)
N: ¿Ves el cielo?
T: ¡Sí!…
N: Tommy, ¿ves a la maestra?
T: Sí…
N: ¿Ves su cerebro?
T: No.
N: Entonces, según lo que hemos aprendido hoy, ¡ella no tiene cerebro!
Un buen amigo me ha llamado. Me alegró mucho su llamada. Lo primero que me preguntó fue:
─¿Cómo estás?
Y sin saber por qué, le contesté:
─Muy solo.
─¿Quieres que hablemos?, ─me dijo.
Le respondí que sí y me dijo:
─¿Quieres que vaya a tu casa?
Y respondí que sí. Colgó el teléfono y en menos de quince minutos él ya estaba llamando a mi puerta.
Yo hablé durante horas de todo: de mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas, y él, atento siempre, me escuchó.
Se nos hizo de día, estaba cansado mentalmente, me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me escuchara, que me apoyara y me hiciera ver mis errores. Me sentía muy a gusto y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo:
─Bueno, me voy, tengo que ir a trabajar.
Yo me sorprendí y le dije:
─¿Por qué no me habías dicho que tenias que ir a trabajar? Mira la hora que es, no has dormido nada, no has descansado nada esta noche.
Él sonrió y me dijo:
─No hay problema, para eso estamos los amigos.
Yo estaba feliz y orgulloso de tener un amigo así. Le acompañé a la puerta de mi casa… y cuando él iba hacia su coche le pregunté:
─Y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?
Él se volvió y me dijo en voz baja:
─Es que te quería dar una noticia.
Y le pregunté:
─¿Cuál?
Y me dijo:
─Fui al médico ayer y me dijo que estoy muy enfermo. Tengo cáncer.
Yo me quedé mudo…; él me sonrió y me dijo:
─Ya hablaremos de eso. No te preocupes ahora por mi y cuídate. Que tengas un buen día.
Se dio la vuelta y se fue. Pasó un buen rato hasta que asimilé la situación y me pregunté una y otra vez por qué cuando él me preguntó cómo estaba me olvidé de él y sólo hablé de mí. ¿Cómo tuvo fuerza para sonreírme, darme ánimos, decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación…? Esto es increíble.
Desde entonces mi vida ha cambiado. Suelo ser menos dramático con mis problemas. Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero. Les deseo que tengan un buen día, y les digo: «El que no vive para servir…, no sirve para vivir…». La vida es como una escalera, si miras hacia arriba siempre serás el último de la fila, pero si miras hacia abajo verás que hay mucha gente que quisiera estar en tu lugar. Detente a escuchar y a ayudar a tus amigos te necesitan.