18/04/2024

Carta abierta de Pablo Echenique a Mariano Rajoy

echenique

Zaragoza, 24 de noviembre de 2015

Estimado Mariano:

Me dicen que no es fácil llegar a ti. Me dicen que solo hablas últimamente con Bertín Osborne y tampoco mucho. Incluso hay rumores de que has perdido recientemente tu tridimensionalidad y ya solo vives, como Homer Simpson, en las dos dimensiones de la pantalla de plasma. Quizás nunca leas esta carta, pero yo soy de los del «sí se puede» y tengo que intentarlo.

Voy al grano, Mariano. Verás, la cosa es que hay una pregunta que me tiene en ascuas y me corroe por dentro. No entiendo por qué no lo dejas… por qué no te jubilas, por qué no nos miras con esa sonrisa tuya —con esa sonrisa mansa—, nos saludas con la manita y te vas. No encuentro ni un solo motivo para que sigas insistiendo en presentarte a las elecciones —ni uno solo– y ya perdonarás que te aborde así sin conocerte, pero es que los científicos, cuando no entendemos algo, no podemos parar de darle vueltas a la cabeza.

Yo me intento poner en tu lugar y pienso: A ver, he conseguido que millones de personas de mi país vivan peor que antes de que le metiese yo mano a esto, he aumentado la desigualdad y la deuda en 400 mil millones y —aun así— no he arreglado nada, prometí 3,5 millones de empleos y he destruido 100 mil, he perdido la oportunidad de que mi país compita con Alemania y Japón en tecnología y empleos de calidad y he optado por seguir profundizando en el esquema del pelotazo y de precarizar a la gente.

Y —por si todo esto fuese poco— he comprobado que en mi partido metía la mano en el bote hasta el chaval de las fotocopias. Gente que yo pensaba que era solvente y seria, como Rodrigo, pues resulta que de eso nada; resulta que el tío estaba apostando con los Pujol a ver quién viajaba más veces a Andorra y a Suiza… o eso me dicen, vamos, porque yo siempre he preferido mirar hacia otro lado. Mi estilo es ese. Hace unos días, me preguntaron en la radio por Rodrigo y sus tarjetas «black» y todo eso y solo acerté a contestar «es un buen amigo y no me sé su caso». A veces me despierto —entre sudores— a mitad de la noche, imaginando que he aceptado un debate con Pablo Iglesias, que me ha preguntado por alguna cosa de mi asunto con Luis y que no me sale otra cosa más que la misma frase «es un buen amigo —refiriéndome a mí mismo en este caso— y no me sé su caso». Queda raro, pero en el fondo es verdad.

Bueno, Mariano, que igual me he metido demasiado en tu piel y me he venido arriba, pero creo que lo has pillado. Que lo tuyo es un desastre, Mariano; que era difícil hacerlo peor y que yo —en tu lugar— me habría retirado hace ya meses; hace ya años incluso.

Pero no. Ahí sigues tú —todo pancho— postulándote para ser, de nuevo, presidente de España. Ahí sigues, sin que se te mueva un músculo de la cara (bueno, excepto cuando se te guiña el ojo solo), pidiéndonos que te votemos para que nos regales cuatro años más de crisis, de mangoneo y de ineficacia. Ahí sigues y yo no lo entiendo, Mariano. Yo no lo entiendo. Tienes más de un millón de euros de patrimonio y, después de 34 años viviendo de la política, seguro que te queda una pensión bien maja. ¿De verdad que no prefieres estar con la familia, tomando el sol y leyendo el Marca, en vez de seguir con eso de la Moncloa que, además de que no se te da muy bien —todo hay que decirlo—, no parece que te entusiasme mucho de todas formas?

Anda, Mariano, dale una pensada y considera la jubilación en serio. Porfa. Aunque solo sea para que este humilde científico vuelva a hacer las paces con su comprensión básica de la naturaleza humana y del universo.

Un saludo desconcertado, Pablo Echenique

Firma de Echenique

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