La tecnología, o la supuesta tecnología o más bien las redes sociales y la dependencia que tenemos los humanos de lo que los demás piensan o crean de nosotros, nos han convertido en unos yonquis de las redes sociales. Es normal ir paseando y ver dentro de un coche, en cualquier terraza, en el zaguán de un portal, en el médico, casi en cualquier sitio, a personas haciéndose un selfie, autorretrato moderno, para demostrar a los demás que estamos vivos, creyéndonos que a los demás les importamos, cuando a quienes les importamos están cerca, rodeándonos sin que nos demos por aludidos. Sin más preambulos una buena dosis de redes sociales vomitivas con las que muchos nos sentiremos identificados durante los breves instantes, los que dure el visionado, pero esas mismas redes sociales a las que acudiremos inmediatamente para compartir en ellas, el contenido encontrado y que nos dará un golpe de autoestima inigualable.